Como deportivista y parte del club, ¿ya ha asimilado todo lo que ocurrió durante el verano a raíz del caso Fuenlabrada o aún le cuesta?

Yo lo asimilé muy pronto porque enseguida vi que no había solución. Fue muy duro para todos porque durante un mes se ha ninguneado mucho el escudo que todos amamos, pero también ha sido muy reconfortante por ver la respuesta de la gente y la unión que se ha generado en el deportivismo. Si todo esto sirve para que al final se acaben las famosas trincheras y empujemos todos, bienvenido sea.

¿Le dolió más en lo deportivo o en el orgullo por el trato recibido?

Es que al final hay solo nueve campeones de liga y creo que el trato que se le ha dado al Deportivo desde algunas instancias no fue el adecuado. Que no hubiera una respuesta unánime del mundo del fútbol, de los futbolistas y los técnicos, ante ese atropello que se estaba cometiendo todavía me duele y lo tendré guardado un tiempo.

¿El consuelo que queda es que el Deportivo siempre se ha levantado de traumas parecidos?

El deportivismo está muy enraizado con su gente, y cuando hablo de su gente no me refiero solo a la de aquí, sino a la de fuera. A las chicas me gusta grabarles a fuego lo que es ser deportivista y el año pasado les decía que no iban a estar en ningún campo solas. En cualquier campo iban a ver una bufanda o una bandera del Deportivo. Eso se cumplió con creces durante prácticamente toda la temporada.