Ni el Dépor ni Miku habrían imaginado que sus trayectorias se iba a cruzar en Segunda B. La caída del equipo ha ido más allá de lo deseable y la trayectoria del venezolano por carreteras secundarias del fútbol mundial y con algún problema físico han propiciado un escenario que no estaba en las previsiones, pero que ambas partes ven como una oportunidad. "Cuando te llama el Dépor, lo demás pasa a un segundo plano. Sabemos lo que representa, no solo en Galicia, sino en el mundo. Es un equipo muy arraigado en Venezuela, que tiene una colonia gallega gigantesca. Cuando asomó la posibilidad, le dije a mi agente que sería un reto y una experiencia ilusionante", razona.

"No sé si es el destino o no, pero tenía pinta de que iba a acabar aquí". Miku cree que parecía predestinado a vestir de blanquiazul, ya que tiene muchos conocidos que han jugado en el Dépor o que viven en A Coruña. De hecho, cuenta con familiares en la colonia de venezolanos de Sada.

Miku va poco a poco encontrando su forma y ya ha ido bajando de peso tras varios meses parado. Ya es uno más tras estar a prueba, algo inimaginable si se atiende a su currículum, pero que él aceptó del mejor grado: "La humildad no hay que perderla nunca. Yo no llegué y empecé en Primera con 14 años. Cuando surgió la opción el club quería cerciorarse de que estaba en condiciones porque yo el año pasado había tenido una lesión importante", cuenta. "Lo tomé con naturalidad, no me pareció una ofensa".