El viejo Estadio de Riazor dejó de existir como tal hace 40 años, cuando el vetusto escenario que acogió los partidos del Deportivo desde 1944 empezó a ser derruido para dar paso a un moderno recinto que tenía que estar presto para lucir durante el verano de 1982, pues en su interior estaban programados tres partidos de la primera fase del Mundial de fútbol que organizó España. El inquilino de este estadio, el Deportivo, había aterrizado en Segunda División B al término de la temporada 1979-80 y tuvo que afrontar la competición como local en cierta desventaja, pues las máquinas habían empezado a derribar parte de las gradas del vetusto recinto. El equipo blanquiazul disputó toda la temporada con la mitad del aforo disponible. Mucho más de lo que podrá hacer ahora en su segunda campaña en esta categoría.

La temporada se inició con los escombros de lo que había sido la Tribuna cerca del césped y con las máquinas y operarios con protagonismo durante la semana y el equipo entrenando en la recién estrenada Ciudad Deportiva de A Torre. El Palacio de los Deportes servía de centro de operaciones para equipos y árbitros, pues los vestuarios habían desaparecido al mismo tiempo que la Tribuna. "Recuerdo que parte de la ventaja por jugar en Riazor ante nuestra gente la perdimos porque fue cuando empezaron las obras para construir un nuevo estadio con motivo del Mundial de 1982", recuerda José Manuel Traba, el goleador del equipo en aquel año del ascenso.

Sin las gradas de Tribuna, Júnior y Especial de Niños, los jugadores sentían el respaldo desde General, con los seguidores muy alejados del césped a causa de las pistas de atletismo y los fosos de saltos, y, sobre todo desde preferencia y Grada Elevada. También había una grada supletoria detrás de la portería que daba al Pabellón. No había excesiva presión, pero con todo el Deportivo se hizo fuerte en Riazor, donde cedió solo cuatro puntos (una derrota y dos empates). "Era la clave para alcanzar el ascenso", recordaba Traba hace unas fechas. "Teníamos que ser fuertes en casa, a pesar de que el estadio estaba bastante desangelado por las obras, y lo conseguimos".

"Jugamos ese año y otro más con obras en el estadio", rememora Alfonso Castro, otro de los atacantes del equipo coruñés. "Y a pesar de eso, de que no contábamos con el campo en condiciones, el primer año después de regresar a Segunda estuvimos a puntos de ascender a Primera", comenta el atacante ferrolano, que asegura que no es persona de "retener" demasiadas cosas en su cabeza. "De algunas me acuerdo", pero pasaron muchos años", afirma. "No tengo muy claro en qué momento fue, pero tengo la imagen de ver a algunas personas en lo que había sido Tribuna, pero no en las gradas, sino en el cemento", revive Ramón Piña, uno de los hombres importantes de la defensa en aquel equipo. "De hecho no hace demasiado vi una foto que reflejaba lo que recuerdo", añade.

Lógicamente ahora la situación es completamente distinta a la de hace 40 años. Las obras habían reducido el aforo de Riazor, pero las gradas que se mantenían en pie permitían la asistencia de más de 15.000 espectadores, cifra muy superior a la que puede manejar el club blanquiazul en la actualidad. "Tampoco iba demasiada gente a Riazor en Segunda B; excepto en determinados partidos", asevera Piña. "Contra el Celta sí había gente", partido en el que se adelantaron los celestes por medio de un penalti y que igualó el defensa de Buño. "No me acordaba de que había logrado yo el empate", reconoce. "Transcurrió mucho tiempo y lo que queda es que el equipo ascendió que es de lo que se trataba", añade el zaguero deportivista.

Escasos de acompañamiento en las gradas debido al descenso a una categoría en la que el equipo blanquiazul no había estado nunca y, también, por los trabajos que se desarrollaban para levantar un nuevo estadio. Había limitaciones, pero no como ahora. Las circunstancias son completamente distintas. En principio los dirigentes tenían previsto que mañana, en el estreno en la liga contra el Salamanca, pudiesen acudir a Riazor unos cinco mil seguidores blanquiazules. El consejo de administración puso esta semana a la venta para los socios protectores -no facilitó el dato exacto del número de localidades-, pero el miércoles tuvo que suspender la venta; el jueves aseguró que las localidades expedidas servirían para entrar en el estadio. El protocolo de Sanidade permite un máximo de 1.000 espectadores en recintos al aire libre o un máximo del 75% del aforo, la capacidad máxima de cada recinto. Unos abren el 10%; otros, el 20%. Ahora Riazor, alrededor de un 15%.