Tres puntos y muchas dudas. Es lo que le deja el partido de ayer al Deportivo, incapaz de demostrar su teórica superioridad en su estreno en Segunda B ante el Salamanca. Eneko Bóveda, con un cabezazo en el descuento del descuento, evitó el primer fiasco de la temporada. Ganó el Dépor, pero así no va a ascender. Puede y debe mejorar muchísimo, sobre todo en la creación. Ayer fue un equipo vulgar, del montón, sin nadie capaz de encender la luz en campo contrario. Fácil de defender para el Salamanca, que acabó saliendo derrotado cuando ya acariciaba el empate.

Después de una pretemporada larguísima, interminable, llegaba por fin la hora de la verdad para el Deportivo, la primera oportunidad para demostrar sobre el terreno de juego su teórico potencial. Es su misión cada fin de semana, independientemente del rival que esté enfrente. Favorito, siempre. Obligado a ganar, también. Solo así le saldrán las cuentas para un ascenso carísimo con el nuevo sistema de competición, que penaliza muchísimo cada tropiezo. Presión máxima con la que convivir cada domingo, tanto fuera como en casa. Riazor siempre es Riazor, da igual la categoría o el mucho o poco público que haya en las gradas. Los aproximadamente 3.000 aficionados que ayer asistieron al debut liguero se encontraron con una puesta en escena decepcionante. Flojo Dépor, flojísimo, muy por debajo de las expectativas.

Hasta cinco caras nuevas en el primer once diseñado por Fernando Vázquez: Carlos Abad, Borja Granero, Lara, Nacho González y el retornado Borges. También regresaba a Riazor, pero en el bando contrario, el exfabrilista Uxío da Pena, la principal referencia ofensiva del Salamanca para tratar de hacerle algo de daño al Deportivo. Mucho y bien apareció el delantero lucense, con poderío para recibir de espaldas, aguantar el balón y oxigenar a sus compañeros. Poco a poco fue creciendo con el paso de los minutos, él y todos los visitantes, que acabaron tuteando al Dépor en una primera parte malísima del equipo coruñés.

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El Dépor gana en su debut en Segunda B

Cinco minutos le duró al Deportivo su prometedor arranque. Salió a someter al Salamanca, muy agazapado en los compases iniciales. Con tres centrales y líneas muy juntas, los de Sergio Egea empezaron con las ideas muy claras, dispuestos a aguantar el chaparrón inicial para poco a poco irse atreviendo cada vez con más cosas. El plan les salió a la perfección en gran parte porque Beauvue perdonó el 1-0 muy pronto, cuando solo habían transcurrido tres minutos y medio. Centro medido de Keko que el guadalupeño cabeceó demasiado cruzado. Ocasión clarísima, prácticamente la única en los primeros 45 minutos.

Le costó mucho generar peligro al equipo coruñés frente a un Salamanca bien plantado y también con destellos de calidad para combinar y estirarse a la contra. Poco a poco se fue sacudiendo el dominio, mientras el Dépor no acertaba a encontrar el camino para llegar al área contraria. No sufría atrás el conjunto blanquiazul, pero le faltaban ideas, creatividad, fluidez y profundidad para sorprender al Salamanca. Demasiadas imprecisiones y muy poco ritmo. Mucho que mejorar de cara a la segunda parte.

El Deportivo regresó más enchufado tras la reanudación y tardó apenas dos minutos en adelantarse. Beauvue no falló esta vez de cabeza y aprovechó un gran servicio de Salva Ruiz desde la izquierda para firmar el primero. El 1-0 no enloqueció al Salamanca. Siguió agrupado y sin arriesgar, esperando su momento. Quedaban muchos minutos por delante y Sergio Egea optó por tener paciencia. En esa fase al Dépor le faltó decisión para ir con valentía a por un segundo gol que dejara la victoria encarrilada. Solo Nacho, con un par de disparos lejanos, buscó la portería de Javi Jiménez. El uruguayo no acabó de sentirse cómodo en su estreno oficial en Europa. Tampoco Borges, lejos de parecerse a aquel centrocampista llegador que completó temporadas notables en el Dépor. Keko Gontán era el único que daba la sensación de poder hacer algo en campo contrario, sobre todo cuando aparecía por dentro.

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1º partido de la era Covid con público en Riazor

Al Salamanca le interesaba que se llegara al tramo final con esa desventaja mínima. El 1-0 le daba vida porque sabía que en cualquier acción aislada podía encontrar el premio del empate. Y llegó a la salida de un córner, tras un mal despeje de puños de Carlos Abad. Candelas marcó con un gran golpeo (m.66) y puso el contador a cero para la última media hora.

Fernando Vázquez ordenó un triple cambio para dar entrada a Uche, Gandoy y Galán. Lento el nigeriano, todavía muy bajo de forma, y mucho mejor los otros dos que entraron de refresco. El madrileño regateó con éxito, cosa que prácticamente nadie había hecho antes, y colgó algunos buenos centros; y el coruñés aportó criterio y precisión, como en la asistencia del 2-1. Suyo fue el centro a Bóveda, aunque en la jugada también participó Miku, otro de los que salieron desde el banquillo, bajando la pelota de espaldas a portería para dar continuidad al juego. Para entonces el Dépor ya atacaba a la desesperada, con Bóveda de improvisado lateral izquierdo y Mujaid en el carril derecho tras la entrada en el campo de Derik. Bandas cojas cuando lo que hacía falta era amplitud y profundidad. Ver para creer.

El 2-1, en el 97, fue el premio a la insistencia, que no al fútbol, del Deportivo, y a la vez el justo castigo para un Salamanca que abusó de las pérdidas de tiempo en la recta final. Eso también es la Segunda B, una categoría perra que no espera por nadie y a la que el Dépor tendrá que habituarse desde ya. Empieza con victoria, pero con muchísimos problemas que debe resolver de forma urgente.