El Dépor que no puede estar otro año en Segunda B, el Dépor que se puede permitir jugadores prohibitivos para la mayoría de sus rivales hizo esta mañana en Riazor otro ejercicio de mínimos mientras alcanza velocidad de crucero y aguarda tiempos de bonanza para su fútbol. Vive con lo justo cuando tiene más que nadie, pero los puntos son suyos, a buen recaudo, justo la temporada en la que más hay que llenar el saco. Ya es de momento líder tras caer el Coruxo, un equipo modesto, pero meritorio, experto en la categoría y que ofreció mejores hechuras con la pelota. Al equipo coruñés le valió su solidez y el tanto de Lara para adelantarse, virar el panorama del encuentro a su favor y meter el partido en una coctelera de la que debió salir con mayor ventaja, pero que también le pudo acarrear algún susto. Suma y sigue mientras su hinchada anhela ver algo que le ilusione en ataque y vivir alguna tarde con mínimo de placidez.

Míchel Alonso avisó toda la semana de que, a pesar de la modestia del Coruxo y de lo que le pudiese imponer un escenario como Riazor a sus jugadores, no se iba a achicar ni a cambiar su librillo. Petó en la puerta del estadio con la misma carta de presentación que muestra en O Vao y que lleva a todos los campos. Salida con orden y criterio desde atrás, largas posesiones, siempre la pelota como compañera. En los primeros 20 minutos, el equipo vigués fue mejor, tocó y tocó de dentro a fuera hasta buscarle las cosquillas a un Dépor que pareció peor que rival en esa faceta, lo de casi siempre.

Fernando Vázquez reservó a Granero, apostó por Álex y dio entrada a Uche. El movimiento de piezas hizo más notorias las cualidades coruñesas. Es una roca defensiva, apenas sufre, sus jugadores atrás dejan entrever una suficiencia que genera confianza a raduales, más allá de alguna jugada verde que inquietó a la retaguardia. Todo lo que es soltura y superioridad atrás, sobre todo en repliegue, se convierte en dificultades en cuanto sobrepasa la línea de medios, cuando debe crear, no contener. Inferioridad en todas las zonas, futbolistas fuera de forma o insignificantes ofensivamente. Sin plan, todo se fía a una inspiración personal en ataque, de la que en la primera mitad no hubo ni rastro.

Aun así, el Dépor fue poco a poco inclinando el campo. En torno al ecuador igualó y en los últimos diez minutos, por fin, mandó. Fue suyo el duelo, a su manera. El Coruxo, algo más cansado y ahogado, perdía la pelota con facilidad. El Dépor subía líneas, empujaba, centraba. Merodeaba, sin claridad, pero empezaba a oler a gol. Keko mandó una pelota al palo, Lara casi llega a un remate definitivo. Parecía cuestión de tiempo, no lo hubo antes del descanso.

Sin solución de continuidad tras el paso por vestuarios, el equipo coruñés se dispuso a apretar, a finiquitar el partido. Lo pudo hacer en una jugada en la que Lara no estaba en fuera de juego por kilómetros. El sevillano solo tuvo que esperar unos minutos para convertirse en protagonista del duelo. Justo cuando el Coruxo levantaba la mano para volver a echar un pulso, una jugada de derecha a izquierda le ofreció un uno contra uno al sevillista en el área. Logró hacerse hueco, perfilarse y la clavó. 1-0. El Dépor abría la lata, no sin algún susto previo y esa eterna incomodidad en ataque de la que no se libra.

Si el Coruxo no había sido cobarde hasta entonces, tampoco lo iba a ser en el último tramo de partido. Ante las dificultades, ante la desventaja en el marcador, miró hacia arriba y se agarró a su ADN, aunque el renovado planteamiento acarrease sustos. En las dos áreas. Andriu lo tuvo todo para marcar a balón parado, desvió Carlos Abad. Ya con Miku, Gandoy y Galán en el césped, el extremo puso a prueba a Alberto. Hubo hasta tres remates en esa jugada, el Coruxo salvaba la sentencia. Ganaba vida.

Y no pensaba desperdiciar esa bola extra. Minutos más tarde fue Jairo el que no acertaba de cabeza en el área pequeña. Ambos rondaban el tanto, el equipo verde opositaba a un empate que tampoco era descabellado. Acto seguido, era Uche el que desperdiciaba una ocasión clara para el 2-0. La ruleta rusa seguía activaba y quien más tenía que perder era el Dépor.

Así, se dispuso a controlar el vaivén en los últimos minutos. A su manera domó a su rival, le ayudó el cansancio de su rival, al que no le reactivaron ni los cambios. Pudieron marcar Galán o Keko, sobre todo, en una última jugada cocinada por un Miku que se atrevió con una carrera a campo abierto que es buen indicativo de que va cogiendo la forma. No llegó el segundo tanto, sí el final, sin minutos de respiro para el Dépor. Así vive este equipo, en el filo.