Nicolás Ladislao Fedor, Miku (Caracas, 1985), se mueve con soltura por la ciudad deportiva a pesar de ser un recién llegado. Bromea con Uche sobre el idioma que emplea el centrocampista nigeriano mientras atiende otra entrevista y se muestra orgulloso del papel que ha asumido en el Deportivo, de haber recalado en A Coruña y de su trayectoria hasta la fecha.

¿Completamente adaptado ya al club, al equipo y a la ciudad?

Está siendo bastante más rápida de lo que yo esperaba. Haber jugado casi toda mi carrera en España ayuda. Mi familia, que era lo que más me preocupaba, se ha integrado muy bien. Los niños en el colegio están espectacular. En ese aspecto estoy muy tranquilo y puedo centrarme en mi trabajo, que es ayudar, competir, ponérselo difícil al entrenador, sembrarle dudas, crear competencia dentro del equipo...

Desde fuera da la impresión de que Fernando Vázquez está esperando a que alcance su mejor nivel para lanzarse a jugar con dos delanteros, ¿también lo nota así?

Sí, porque en pretemporada todos los partidos fueron con dos delanteros. Él hizo pruebas, pero en este inicio de liga ha decidido jugar con uno y apostar por otro esquema. Como jugadores debemos creer fielmente que todo lo que decide es en beneficio del equipo, pero luego está la otra parte y es que como jugador uno siempre quiere ayudar y aportar. Creo que tenemos equipo para jugar con dos delanteros, no digo que tenga que jugar yo, cualquiera de los que están también lo puede hacer. Como dijo el míster va a llegar ese momento y lo que hay que hacer es estar preparados para cuando nos llegue la oportunidad.

Ya había competencia en la delantera y con la llegada de Diego Rolan se ha incrementado...

Eso es algo que existe en todos los equipos de fútbol y que es positivo. Es malo cuando un jugador se siente cien por cien titular indiscutible, eso hace que se acomode. Si ve que el entrenador tiene dudas o da oportunidades a otros, se eleva el nivel del propio equipo. Con Rolan pasa igual, va a ayudar el tiempo que este aquí. Si estará todo el año o hasta Navidad no lo puedo decir, pero se ve buena predisposición por su parte.

¿Se ha encontrado una Segunda División B muy cambiada con respecto a la que conocía?

Han pasado 15 años desde mi último partido en Segunda B (ríe). Sí la veo cambiada, muy cambiada. En la que yo jugué, recuerdo que solo los filiales proponían un fútbol combinativo propio de las canteras y las escuelas. Los que eran primeros equipos apostaban por otro tipo de juego, más directo, más rudo, de mucha lucha... Este año me ha sorprendido que todos los equipos, sin importar si es césped artificial o un club grande o pequeño, tienen esa filosofía de querer jugar. Eso hace que la categoría evolucione, sea más competida y mejor de lo que era antiguamente.

¿También más complicada?

Por supuesto. Se ha cometido el error de menospreciar. Los aficionados de nuestro equipo están acostumbrados a la miel, a Primera, a la Champions, a que juegas el fin de semana contra tal equipo y conoces a todos los jugadores. Ahora te enfrentas a jugadores que son desconocidos para ellos, como los entrenadores, pero no por el hecho de ser desconocidos son malos jugadores o malos profesionales. Eso es un error que se comete. Nosotros tenemos el escudo y la exigencia, pero no podemos despreciar a la categoría, porque hay buenos jugadores. Muchos de los que llegan a Primera pasan por Segunda B, es una categoría que tiene fútbol. Obviamente a nosotros nos gustaría ganar los partidos de manera más holgada y fácil, pero se está demostrando que los partidos hay que competirlos hasta el final. Los aficionados tienen que entender eso y sabemos que, como buenos aficionados de fútbol, al final lo van a entender y saben que no es fácil.

En ese sentido, ¿le han sorprendido las críticas al juego del equipo en este arranque de temporada?

No. No me han sorprendido porque el club es lo que es. Tiene su historia, su peso, su importancia dentro de Galicia y si me apuras dentro de España. Tiene todo eso que hace que los aficionados sean exigentes, y la exigencia no es mala. Eso hace que el club siempre busque mejorar, pero la exigencia tiene que ir acorde a lo que hay en nuestro entorno. Los aficionados nos exigen porque quieren más y nosotros sabemos que debemos dar más, pero todo requiere un proceso.

¿Le costó decidirse para fichar por el Deportivo?

Las decisiones se toman mirando el presente y con una perspectiva de futuro a medio plazo. Tenía bastantes propuestas de Sudamérica y nunca he jugado a nivel profesional de clubes allí. En Europa pude jugar los máximos torneos a nivel de clubes, Europa League y Champions League, y mi ilusión sería jugar lo mismo en Sudamérica, Copa Sudamericana y Libertadores. La pandemia hizo que eso fuera muy difícil porque entonces se estaba en la parte alta de la curva y las fronteras estaban prácticamente cerradas. Empezamos a ver otras opciones y tenía fútbol exótico, con muchísimo más dinero del que me ofrecían aquí.

¿Por qué se inclinó entonces por la propuesta del Dépor?

Vi que había un proyecto serio, un proyecto de club, con un entrenador que conocía, aunque no había coincidido con él, y sobre todo con la obligación de hacer algo bonito y devolverle la alegría a una ciudad y a la comunidad que sigue al Dépor. Surgió la opción y pensando en un futuro a medio plazo vimos que es un gran club y con una gran historia. Estamos muy contentos por la decisión.

Fue de los primeros en probar fortuna en destinos futbolísticos exóticos (jugó en Qatar y la India), ¿esta vez no le seducía o ha perdido parte de ese espíritu aventurero?

Entiendo el fútbol como mi trabajo y nosotros tenemos la suerte de hacer lo que nos apasiona. Hay otras personas que estudian o tienen un trabajo que realmente no es su vocación. Nosotros somos unos privilegiados y muchas veces a los jóvenes les trato de hacer ver que valoren lo que tienen porque el fútbol no es solo ir a jugar a uno u otro sitio, hay que ser un profesional íntegro desde que te despiertas hasta que te acuestas. Incluso cuando duermes tienes que ser profesional. Lo que quiero que entiendan es que es una profesión muy bonita, pero muy corta también. Yo la he entendido así porque las oportunidades que he tenido me han permitido ir al fútbol exótico con salarios muy suculentos para el bienestar de mi familia. Como a mi mujer y a mí nos gusta viajar y conocer otros sitios, no nos parecía una mala idea. Siempre hemos sido dueños de nuestro destino y hemos decidido a dónde ir y a dónde no.

¿Está satisfecho con su carrera hasta ahora?

Estoy muy agradecido y muy orgulloso de todo mi recorrido. Quizá me marché del Valencia muy pronto. En general, cuando era niño me propuse jugar en la liga española y lo logré, meter goles en los mejores estadios y lo logré, jugar Champions League y lo logré, marcar goles en los mejores estadios y lo logré, jugar con mi selección también, la Copa América, le marqué a Brasil... Me quedó solo el Mundial. Nos quedamos una vez a un punto, pero el fútbol es así.

¿Cómo encaja el reto del Deportivo en toda esa trayectoria?

Lo encaro como un reto personal y colectivo. Tenemos que ser conscientes de que un club de esta envergadura tiene que estar solo un año en esta categoría por todo lo que representa y todo lo que mueve, pero no nos lo van a regalar. Hay que trabajar, ser profesional, buen compañero y tratar de mejorar día a día para ponérselo difícil al entrenador.

Menciona que suele aconsejar a los jóvenes del equipo, ¿se lo han pedido desde el club o le sale de manera natural?

Un poco las dos cosas. Los jugadores más veteranos, como Álex y Borges, lo primero que tenemos que hacer es competir y dar ejemplo. El ejemplo a veces es con la palabra y otras con acciones, pero lo que tratamos de hacer ver es que estamos todos por el mismo objetivo y que todos somos iguales. Los que tenemos más experiencia debemos cohesionar al grupo y que no haya fisuras. Cuando hay esa armonía en el vestuario se traslada a la cancha.