Borja Galán intenta llevarse la pelota entre dos jugadores del Pontevedra. | // GUSTAVO SANTOS

El Deportivo se marchó ayer de Pasarón con un empate que supo a poco. No porque el conjunto blanquiazul fuera muy superior al Pontevedra en otro partido muy decepcionante, sino por la sensación de que con una pizca más le hubiera bastado para amarrar una victoria en el campo del otro máximo favorito del grupo. No le exigió demasiado su rival, pero es que el equipo de Fernando Vázquez tampoco ofreció mucho. El despliegue volvió a ser discreto, de mínimos para lo que se espera de este Dépor en la categoría. La apuesta podría estar justificada por la entidad del rival, pero tampoco se expuso el Pontevedra. Más que equilibrado, el partido fue un chasco. El tedio general solo desapareció con los goles, condensados en cinco minutos y con la trifulca que desembocó en las expulsiones de Lara y Charles.

No hubo casi nada más porque el Deportivo volvió a quedarse a medias, a medio camino entre lo que ofrece y las expectativas generadas a su alrededor. Sigue siendo un equipo previsible, sin los mecanismos ofensivos necesarios para fabricar oportunidades claras, plano y que se sostiene mediante el oficio que muestra en el apartado defensivo. Eso le basta para mantener el liderato, pero la sospecha es que en ocasiones peca de precavido. Quizá le falte alguna pieza que redondee el proyecto y permita a Vázquez consumar lo que plantea.

Ayer el técnico recuperó su sistema fetiche y colocó la defensa de cinco para protegerse de los temidos Rufo y Charles. Al final resultó que no era para tanto y las cautelas se volvieron un freno para el juego deportivista. Volvió a pecar de prudente Vázquez, que prefiere prevenir en vista de que su equipo de medio campo hacia delante no termina de arrancar. Ni siquiera Gandoy, ayer titular por primera vez este curso y dinamizador del juego del equipo en las segundas partes, le dio otro aire al ataque. Al canterano, mediocentro, le costó adaptarse a la posición de interior y hacer los movimientos hacia afuera en lugar de al centro.

A pesar de ello, el Deportivo entró bien al partido. El primer acercamiento fue para el Pontevedra gracias a un control de Charles en el área que Jorge no aprovechó. Responderían los de Vázquez con una llegada de Bóveda hasta el área después de un servicio de tacón de Gandoy. Al lateral, sin embargo, se le nublaría la vista delante de la portería cuando podía asistir a Diego Rolan.

Poco más ofrecerían los blanquiazules en una primera parte en la que el balón pasaría de un equipo a otro sin demasiada claridad. La solvencia deportivista atrás le bastaba para contrarrestar las tímidas llegadas locales, pero otra vez faltó un plan para elaborar el juego. Los males fueron los mismos y el conjunto de Vázquez terminaría volcando sus jugadas sobre la banda derecha. Ahí encontró protagonismo Bóveda para ganar la línea de fondo, pero nunca acertó con los centros.

Rolan, en su segundo partido como titular, volvió a experimentar la angustia que padecen los delanteros de este equipo, huérfanos de balones con los que sacar alguna ventaja contra los defensas rivales. Ayer encontró solo uno y volvió a acertar, esta vez con la colaboración involuntaria de un contrario.

Fue en la segunda mitad, después de un arreón inicial del Pontevedra, que a punto estuvo de aprovechar la mala salida de los blanquiazules al campo tras el descanso. Borges encontró al delantero uruguayo de primeras, que se orientó la pelota para sacar el disparo frente a Xisco Campos. Le sonrió la fortuna a Rolan, que suma dos tantos en otros tantos partidos, y su remate rebotó en el defensa para acabar en la portería.

El partido se ponía entonces donde mejor se suele manejar el conjunto de Vázquez, pero un desajuste le pondría en bandeja el empate al Pontevedra cuatro minutos después. Un saque de puerta se convirtió en una oportunidad para los granates. El Deportivo, mal escalonado en la salida del balón no supo contrarrestar la llegada de Oier por el costado derecho y el pase al segundo palo para Rufo, que marcaría con algo de suspense tras mandar su disparo al larguero.

El conjunto de Fernando Vázquez le perdería a partir de entonces la cara al partido. Casi nada lo hizo con sentido cuando el Pontevedra empezó a evidenciar su cansancio. La entrada de Lara le había dado más profundidad a los de Vázquez, pero el joven sevillano pecaría de inocente con un golpe en el pecho a Rufo que le costó la expulsión. La trifulca se llevó por delante también a Charles y dejó el encuentro en suspenso.

Vázquez se resistió a prescindir del sistema de cinco defensas y los cambios no terminaron de agitar al equipo. Nacho lo intentó con conducciones poco acertadas y disparos lejanos que no vieron portería cuando el Deportivo lo que reclamaba era orden para atacar a un Pontevedra resguardado que lo fiaba todo a los contragolpes. Sus compañeros no le sacaron tampoco mucho partido a un Rui Costa entonado que interpretó bien esos últimos minutos y supo buscar los desmarques. Cuando eso no le funcionó estuvo hábil de espaldas.

La última ocasión del partido la tendría a medias en un contragolpe con Mujaid en el que los dos se equivocaron. El delantero portugués se precipitó en el pase a su compañero y al central le faltó habilidad dentro del área.

El Deportivo mantiene al menos el liderato, pero deja las mismas sensaciones contradictorias que en sus partidos anteriores. No está claro si juega con el freno de mano puesto o le falta todavía una pizca para terminar de imponerse.