El Deportivo se estrenó ayer en la Copa en busca de calma después de la dolorosa derrota contra el Celta B y lo que se llevó fue un sofoco. Fue además de los gordos. Porque si lo que buscaba el equipo de Fernando Vázquez era sacudirse las dudas que dejó el tropiezo ante el filial de su máximo rival, le salió regular. Acabó pasando la eliminatoria ante un débil El Ejido por pura supervivencia y cierta bula arbitral a pesar de adelantarse pronto en el marcador. No le sirvió de mucho el tanto tempranero de Héctor Hernández para jugar con tranquilidad y el encuentro se le atragantó más de la cuenta, especialmente en la segunda mitad, hasta convertirse en un suplicio. Volvió a ganar, que era lo que necesitaba, pero de tal forma que no se puede dejar de mirar con recelo al conjunto blanquiazul.

Al Deportivo le convenía pasar la eliminatoria y al mismo tiempo mostrar una versión convincente después del revolcón que se llevó el domingo pasado contra el Celta B, por más que a Vázquez le parezca que el torneo representa un estorbo. Era lo mejor para el equipo y para él mismo, centro de las críticas tras ese doloroso tropiezo frente al filial celeste. Así que el técnico no se guardó nada para recibir a un rival de la misma categoría, pero que camina con paso dubitativo en el campeonato. No había ningún jugador del Fabril en la convocatoria, por lo que Vázquez tiró en exclusiva del primer equipo para buscar una victoria que calmase las aguas.

Lucho García tuvo su primera oportunidad en la portería, pero el resto de la alineación no habría desentonado en un compromiso de Liga. Gandoy formó junto a Borges y Claudio Beauvue regresó al equipo titular para acompañar a Rui Costa. La apuesta fue jugar con dos delanteros, con un rombo en el centro del campo en el que por momentos Álex partía entre los centrales. Quizá Vázquez anticipó que la iniciativa sería para los suyos en exclusiva y buscó la manera de tener fluidez. Acertó, porque el El Ejido enseguida se olvidó de la pelota para defenderse en bloque frente a su área.

Dominó el Deportivo, que distribuyó con criterio y paciencia para construir las jugadas y fabricar oportunidades ante un contrario que buscaba sin disimulo resistir cuanto pudiera. Sucedió que el conjunto blanquiazul se adelantó temprano después de una jugada en la que el balón le cayó a Héctor Hernández en el costado izquierdo del área rival. Su disparo rebotó en un defensa de El Ejido antes de acabar en la portería.

El partido se le ponía de cara al Deportivo para sacudirse todas las dudas que despertó la derrota contra el Celta B. Por delante en el marcador, a los visitantes no les quedaba más remedio que estirarse. Aunque no lo hizo con convencimiento, el El Ejido empezó a encontrar grietas en el esquema deportivista.

Un balón a la espalda de la defensa cambió por completo el panorama. Granero sujetó al delantero rival cuando encaraba a Lucho García. El árbitro dudó, miró hacia el juez de línea y no encontró respuesta, así que decidió expulsar al central deportivista. El partido se abría de manera inesperada y el Deportivo no supo cómo adaptarse a la situación. Vázquez, fiel a sí mismo, buscó protegerse y a los blanquiazules se les empezaron a notar demasiado los nervios.

Lucho García tuvo que intervenir de manera decisiva en los últimos minutos de la primera parte y Rui Costa envió un disparo al palo que hubiera tranquilizado a los deportivistas, pero a la segunda mitad llegaron con una ventaja mínima y la previsión de jugar en inferioridad numérica. Vázquez buscó protegerse un poco más y colocó en el campo a Galán en lugar de Beauvue, que tampoco funcionó en la Copa, para ordenar al equipo de forma más natural.

La idea era dejar como referencia a Rui Costa y aprovechar la velocidad de Galán, pero una vez más al conjunto deportivista le faltó calma y le sobró precipitación. Lo aprovechó El Ejido, que empezó a acumular llegadas y ocasiones más o menos claras. Ni siquiera verse de nuevo en igualdad numérica tras la expulsión de Javi Rosa, al que no le quedó más remedio que sujetar a Lara cuando se colaba en el área con un gran quiebro, le benefició.

El conjunto de Vázquez siguió espeso y dubitativo en los que fueron algunos de los minutos más discretos de la temporada. Le salvaron las intervenciones de Lucho García y la cuota de protagonismo que adquirió el árbitro. Primero se desentendió de una posible mano de Bóveda muy protestada por los jugadores de el El Ejido, que incluso le recriminaron que se había llevado el silbato a la boca para señalarlo. Después anuló dos tantos dudosos, uno por fuera de juego y otro por una falta sobre Mujaid.

Para culminar el partido, el Deportivo todavía tendría tiempo de desaprovechar ocasiones suficientes para sentenciar. Las tuvo casi todas Miku, que en una incluso intentaría adornarse con un remate de tacón que lo dejó en mal lugar. El colmo para el delantero venezolano podría ser recaer de la lesión de la que se acababa de recuperar tras acabar el partido con molestias.

El Deportivo seguirá así en un torneo que no le seduce, al menos al técnico, pero en una situación que no le permite dejarse ir. Un triunfo convincente ayer le podría haber otorgado la posibilidad de tomarse de otra manera el encuentro de segunda ronda con el que regresará a la competición el próximo mes de enero después del paréntesis navideño. Será el compromiso previo a visitar al Zamora para retomar el campeonato de Liga.

En ese encuentro están puestas las miradas para el Deportivo, que ayer no extrajo certezas colectivas ni tampoco individuales de su partido ante el El Ejido. Se salvó Lucho García en su estreno y también Celso Borges, sostén de prácticamente todo el equipo en los minutos más flojos de la segunda mitad. Volvieron a decepcionar Beauvue, cada vez con un papel más residual dentro de los planes de Vázquez, y un Rui Costa con dos caras, capaz de asociarse con criterio y al mismo tiempo demasiado individualista.

El horizonte del Deportivo es mejorar y para ello tendrá tiempo suficiente antes de volver a la competición a pesar del suspenso con el que pasó ayer en Copa.