El debutante Adri Castro, ante el portero Mapisa. | // LOF

Salva Ruiz trata de centrar ante la oposición de un rival. | // LOF

Cuatro días duró el espejismo de la buena primera parte en la Copa contra el Alavés, los mejores 45 minutos del Deportivo en toda la temporada. Ayer volvió a las andadas en ataque, con las ideas totalmente congeladas, y en defensa concedió más que de costumbre, como por ejemplo en la acción del gol que decidió el encuentro. Se adelantó muy pronto el Zamora, pero el equipo coruñés no tuvo capacidad de respuesta pese a tener 80 minutos por delante para buscar la remontada. Ni fútbol ni ocasiones. El Dépor fue un equipo vulgar, del montón en Segunda B, y perdió con total justicia en el Ruta de la Plata. Solo mereció sumar el Zamora, superior en todo al conjunto coruñés, mermado más que nunca por las numerosas bajas, aunque acordarse de los que faltan o del estado del campo nunca pueden servir de excusa en una categoría en la que el Dépor debería ser siempre protagonista, independientemente de las circunstancias.

El Deportivo nunca se sintió cómodo en el Ruta de la Plata, bloqueado desde el primer momento por la intensa y ordenada presión de los zamoranos. Muchas pelotas divididas y disputas, casi todas ganadas por los rojiblancos, que hicieron daño especialmente desde los costados. Por los dos flancos penetraron para colgar buenos envíos al corazón del área. Así llegó el 1-0, con un centro desde la derecha que Adri Herrera cabeceó a placer tras una falta de entendimiento entre Mujaid y Granero.

Ya había avisado el Zamora con un par de llegadas, una de Carlos Ramos y otra del propio Herrera, y a las primeras de cambio se ponía por delante en el marcador ante un Dépor que todavía no estaba en el partido. Entró frío, con una marcha menos que su rival, mucho más intenso y valiente para salir al campo a hacer daño de verdad, no a verlas venir. Los puntos no caen del cielo, tampoco en Segunda B. Hay que buscarlos, y ayer el único que demostró quererlos de verdad fue el Zamora. Puso todo de su parte, compitió y los consiguió.

Con seis canteranos en el once inicial, cinco de ellos coruñeses, el rombo que Fernando Vázquez volvió a plantar en la medular no cuajó en ningún momento. Ni tres pases seguidos y muchísimos problemas para enganchar con los dos de arriba, el debutante Adri Castro y Rui Costa, al que se le sigue esperando. Otra actuación desesperante del delantero portugués, un futbolista que llegó para ser diferencial pero que se ha pasado toda la primera vuelta poniéndose en forma, y en esas sigue.

Además de Adri, también se estrenó en el campeonato liguero Manu Mosquera, que venía de una notable actuación en la Copa. Ayer estuvo más discreto, como todos. Nadie dio un paso al frente para echarse al equipo a sus espaldas. Ni siquiera Gandoy, sacrificado al tener que actuar en una posición escorada. El resultado fue un Deportivo más frío que nunca en campo contrario, bajo cero en pleno temporal. Cada vez que pisó campo contrario se estrelló contra un muro. Y eso que el Zamora tampoco se encerró atrás. Al contrario. Trató de seguir llevando la iniciativa pese a su ventaja en el marcador, cada vez con más confianza, crecido por la impotencia del rival.

El portero Mapisa fue un espectador más durante prácticamente la totalidad del encuentro. Solo una intervención destacada, la única, para desviar un lanzamiento lejano de Salva Ruiz a la media hora de juego. Después, la nada más absoluta en ataque. Ni siquiera a balón parado generaron peligro los coruñeses pese a lanzar unas cuentas faltas y saques de esquina. Sacar provecho de las acciones de estrategia es otra de las asignaturas pendientes por resolver, pero hay muchas más. La primera y más importante, saber a qué juega este Dépor, un equipo ramplón en cuanto pierde la fiabilidad defensiva que le caracterizó en las primeras semanas de campeonato. Es la dura realidad de la Segunda B, una categoría en la que nadie gana solo con la camiseta ni con el nombre. Hace falta hacer muchas cosas bien, cometer muy pocos errores y, sobre todo, ser competitivos en cualquier campo y circunstancia.

El Zamora no sufrió nada para conservar su ventaja e incluso dispuso de varias llegadas, las suficientes como para haber logrado un segundo gol con el que dejar encarrilada definitivamente su merecida victoria. Tampoco lo necesitó, porque tras el descanso el Deportivo siguió igual de espeso. Apenas inquietó la portería rival y acabó recurriendo a los pelotazos en largo para pisar el área contraria.

El cambio de sistema sobre la marcha, con Adri y Gandoy partiendo desde las bandas, y Manu tratando de enlazar con Rui Costa, tampoco dio resultado esta vez. Todos los ataques visitantes eran fáciles de neutralizar para el Zamora, que defendía con eficacia para mover el balón con criterio tras cada pérdida del Deportivo. Una acción personal de Adri desde la derecha y una falta lejana lanzada por Borges a la barrera fueron las mejores aproximaciones coruñesas en los segundos 45 minutos.

Sin poder echar mano de Keko Gontán, que notó molestias en el gemelo durante el calentamiento previo al partido, las soluciones ofensivas que Vázquez tenía en el banquillo eran limitadas. Recurrió a Nacho González, otro de los que siguen sin demostrar por qué están en el Deportivo. Su entrada por Manu Mosquera fue el único cambio que hizo el técnico de Castrofeito, sin contar la testimonial entrada de Álex Barba por el tocado Gandoy, casi con el tiempo reglamentario ya cumplido.

Otro fabrilista que ayer estrenó en Liga con el primer equipo. Tres en total: Manu, Adri y el propio Barba. Lo único positivo de otra tarde para olvidar del Deportivo, que sigue segundo en su subgrupo, a cinco puntos de Unionistas, pero ya ve peligrar una de las tres primeras plazas que dan acceso a la siguiente liguilla. Acabó la primera vuelta. Urge mejorar. Y tiene que ser ya.