A principios de la década de los setenta, también finales de los sesenta, cualquier deportivista se sabía la alineación del Deportivo. En esa época había equipos tipo que a lo largo del curso iban sufriendo ciertas variaciones y A Coruña no era una excepción. Y resulta que en esos primeros años de 1970 en el once blanquiazul había un mínimo de ocho futbolistas de la cantera en la alineación titular. Y otros tantos en la recámara para cuando fuesen necesarios. Cierto que el equipo contaba con algunos jugadores llegados de fuera, pero eran los menos y además normalmente se integraban hasta el punto de que varios se convirtieron en coruñeses de adopción. La mayoría de los canteranos procedían de los equipos modestos de la ciudad y de otros equipos de Galicia. Todos curtidos de jugar en campos de tierra y de medirse a los mayores (juveniles que jugaban contra aficionados). Y entrenaban en campos de tierra, en el caso del primer equipo blanquiazul en el terreno que había donde ahora está el Palacio de los Deportes, donde alguna rara vez también se ejercitaba el Fabril. Y de ahí, de esa tierra se iban a jugar partidos de competición oficial en Primera División o, en su defecto, en Segunda.

“No había sitios donde entrenar como ahora, ni tan siquiera para jugar, pero todos queríamos vestir la camiseta del Deportivo”, recuerda Eduardo López Beci, goleador blanquiazul en aquellos sesenta y setenta. “Todos nos conocíamos y casi todos teníamos una gran relación fuera del campo, eso hacía que los que viniesen de fuera se integrasen y sintiesen la camiseta como nosotros. Y el que no…”, añade el exatacante deportivista. Luis Rodríguez Vaz estuvo casi siempre del otro lado, es decir, en los banquillos y siempre fue una amante de dar oportunidades a los más jóvenes, quizá porque su formación como técnico se produjo también en las categoría de abajo. “Siempre le di oportunidades a los chavales que valían; algunos progresaron y otros se quedaron, pero hay que darles la posibilidad de que demuestren y ser pacientes con ellos. Lo hice siempre, no solo en el Deportivo”, recuerda. “¿Y en dónde entrenábamos nosotros? En el Picadero (el campo de tierra-piedra que estaba detrás de la Torre de Maratón), donde el Fabril tenía que compartir un espacio muy reducido con los juveniles y otros equipos. Y salía algún futbolista”, añade. Vaz no dice nombres, pero con mencionar uno ya basta como ejemplo: José Luis Vara se formó en ese campo.

Otro ilustre veterano es José Manuel Traba, goleador en Segunda División y en Segunda B. “¡La cantera! Hace más de cuarenta años se habla de lo mismo. Lo dije antes de que empezase la temporada, que esta era una gran oportunidad para atender a los chavales, pero no se hizo y se perdió un año”, afirma el fisterrán que llegó al Deportivo procedente del San Margarita. “Aplaudo las palabras del presidente [Antonio Couceiro], pero yo me pregunto: ¿Hay un proyecto? porque eso es lo más importante. Es el club el que lo tiene que plantear y a partir de ahí rodearse de los profesionales. Hay que tener una idea y desarrollarla. En mi época más de la mitad éramos de aquí”, destaca.

Coruñeses, deportivistas y ‘emigrantes’

Las palabras de Antonio Couceiro suenan a antiguo, pero no solo a los más veteranos, también a técnicos más jóvenes, como es el caso de Juan Riveiro, entrenador del Paiosaco y que se pasó más de una década al servicio del Deportivo. “El discurso de que la cantera sea la clave ya lo he escuchado muchas veces, pero tan pronto como Abanca vuelva a inyectar dinero ya lo veremos. La cantera no es de hoy para mañana, es algo que hay que construir, es un proyecto que lleva trabajo y tiempo”, explica Riveiro. Manuel del Castillo Coelho dirigió sus pasos como técnico al fútbol sala, donde realiza una trabajo con la base desde hace años, pero él también fue canterano del Deportivo. “Hace más de 40 años que pienso lo mismo. Quizá es que aquí nunca se supo contar con la gente adecuada. Recuerdo que cuando me dieron la baja en el club [el Deportivo] fiché por el Compostela, fue el año en el que el Deportivo y el Celta jugaron también en Segunda B, y yo miraba a los del Celta y veía jugadores que se habían enfrentado a mí en juveniles o después en Tercera cuando estaba en el Fabril. Ellos tenían seis o siete en el primer equipo y de nosotros no subía casi ninguno. Y hablo de futbolistas del mismo nivel, pues unas veces ganábamos nosotros y otras ellos”, explica Castillo. “¿Por qué ellos siempre tienen jugadores de casa y nosotros no?”, se pregunta. “La cantera no sé donde está. Jugadores coruñeses como Iago Novo, el mejor de Tercera División, está en el Polvorín después de que no se le renovase en el Fabril; Cristian, que era juvenil en Liga Gallega con el Orillamar, lo fichó también el Polvorín y es otra referencia en la categoría. Los dos son coruñeses, con Novo toda la vida en el Dépor y Cristian no lo pisó nunca. Son ejemplos de lo que pasa”, explica Riveiro. Quizá ejemplos de lo que hay que evitar.