Cinco meses después del inicio de la temporada el Deportivo empieza a ganar sus partidos con solvencia. Ya era hora. Lo hizo en Barreiro y también frente al Zamora para encadenar tres victorias consecutivas y confirmar su mejoría. Está en crecimiento, colectivo e individual, pero la realidad es que tardó demasiado en despertar y la competición no espera por nadie. Se pasó toda la primera fase enredado en una búsqueda permanente de un camino a seguir y, ahora que parece haberlo encontrado, ya no podrá explorarlo para alcanzar la meta inicial del ascenso, a la que sí aspirarán Celta B, Unionistas y Zamora. Al equipo coruñés solo le queda pelear por una plaza en la nueva Primera RFEF, o lo que es lo mismo, por la permanencia en el tercer escalón del fútbol nacional.

El convincente triunfo de ayer frente al Zamora, con goles de Keko y Galán, no bastó para completar la carambola y auparse a las tres primeras plazas. Suele pasar cuando se llega a la última jornada sin depender de uno mismo. No acompañó ningún otro resultado, ni en O Vao ni en el Reina Sofía, así que al Deportivo la victoria de ayer solo le sirve para empezar con ventaja la siguiente fase. Adiós al objetivo del ascenso, un fracaso en toda regla para un proyecto ambicioso apoyado en la plantilla más cara de la categoría y, en teoría, la mejor. Empieza a demostrar cierto nivel. Se intuye que tiene mucho más dentro de lo que se vio hasta ahora, pero ya es tarde y no hay vuelta atrás. Le faltó un puntito para meterse entre los tres primeros con 30, la prueba de que tampoco era tan complicado acabar en el podio. Hace un mes el Dépor estaba hundido, prácticamente muerto, y al final acabó ahogándose en la orilla.

Solo queda mirar hacia adelante para, por lo menos, minimizar daños y amarrar un billete en la Primera RFEF. Seis partidos, seis candidatos y solo dos plazas. Tendrá que pelearlo el Dépor, aunque no debería tener problemas si repite sus últimas actuaciones. La de ayer volvió a ser notable pese a los problemas del equipo blanquiazul en el arranque. El Zamora no vino a Riazor de paseo pese a tener ya asegurado un lugar entre los tres primeros. Apretó arriba y se empleó con mucha contundencia en las disputas. Llegaba con muchas bajas el conjunto rojiblanco, pero intentó ofrecer una buena imagen. Al Dépor le ayudó a entonarse el tempranero golazo de Keko (m.17). Lo hizo todo él, y todo bien, desde el robo de balón hasta la perfecta definición casi sin ángulo. El madrileño volvió a demostrar que es un futbolista desequilibrante en esta categoría. Su regreso tras superar sus problemas físicos es sin duda una de las principales claves de la línea ascendente del equipo.

El 1-0 dio alas a los blanquiazules, igual que el gol del Coruxo al Celta B. Imposible abstraerse en el césped de la momentánea explosión de alegría en la grada. Todos pendientes de Riazor, pero también de lo que iba pasando en los otros campos. El Dépor estaba muy cómodo con la pelota, con Keko y Raí dinamizando el ataque en cada acción, y Villares y Álex imponiéndose en el centro del campo.

Lucho era un espectador más. Ni una llegada clara del hasta ayer líder del subgrupo. Los locales, en cambio, generaron unas cuantas, de sobra como para irse al descanso con una renta mayor. Miku, solo ante el portero, falló lo más fácil, pero también Keko, tras otro error de la defensa, y Granero, a la salida de un córner, estuvieron cerca de firmar el segundo.

El Dépor tenía el partido perfectamente controlado pero su ventaja mínima en el marcador mantenía la incertidumbre al máximo. Eso, y los goles del Celta B en Coruxo, que cayeron como un jarro de agua fría justo antes del descanso.

Tras pasar por la caseta el Deportivo siguió a lo suyo, tratando de encontrar lo antes posible un segundo gol, el de la tranquilidad, para poder mirar hacia otros campos con la esperanza de que el Coruxo o el Racing echaran una mano. Por momentos se gustó el equipo coruñés ante un Zamora sin capacidad de reacción. Keko siguió haciendo de las suyas. Incluso reclamó un penalti al inicio del segundo acto. También Raí llegó arriba con peligro. Los de David Movilla, en cambio, se estiraron muy pocas veces. Un cabezazo de Íñigo Piña tras un córner fue su llegada más clara.

De la Barrera buscó piernas frescas en el banquillo con las que encontrar la sentencia. Galán fue el primero en entrar a veinte minutos del final. Lo hizo por Miku para situarse como principal referencia ofensiva. Poco después le acompañaron Rayco y Lara, que forzó el penalti del 2-0 transformado por Galán (m.91). Para entonces, ya había acabado el partido de Unionistas, con empate, y el del Celta B, con triunfo celeste. Adiós al sueño coruñés del ascenso.

Antes del pitido final David Movilla se acercó a su colega Rubén de la Barrera para saludarlo y animarlo. Bonito gesto. El técnico local agradeció el detalle pero no pudo ocultar su tristeza por el desenlace. Camino del banquillo blanquiazul, le dio una patada a una botella de agua que estaba en el suelo. Una reacción de impotencia y rabia, reveladora del sabor amargo de la victoria del Deportivo. Ganó, pero perdió un tren, el del ascenso.