Lucho García volvió a mantener su portería imbatida el pasado domingo frente al Zamora (2-0), igual que en su estreno liguero ante el Guijuelo (1-0) y posteriormente contra el Pontevedra (1-0) y el Celta B (0-3). Solo Caballé, en la visita del Deportivo a Ferrol (1-0), logró perforar la meta blanquiazul en las cinco jornadas en las que el joven colombiano estuvo bajo palos. En total, cuatro ceros en su portería que sumaron mucho para que el equipo coruñés lograra saldar esos cuatro duelos con victoria.

El pasado fin de semana Lucho no tuvo que emplearse a fondo porque el Zamora apenas se acercó al área del Dépor, pero en anteriores jornadas el colombiano hizo varias paradas decisivas. Sobre todo, en la recta final del encuentro en Riazor ante el Pontevedra, con dos intervenciones sucesivas, ambas de mucho mérito, que permitieron al Deportivo conservar el 1-0 y sumar tres puntos vitales para enfocar hacia la zona alta de la tabla y no hacia el abismo de las últimas cuatro posiciones del subgrupo.

La temporada de su compañero Carlos Abad también estaba siendo notable —dejó siete veces su portería a cero en quince jornadas— pero tras la derrota en O Vao (2-0) Rubén de la Barrera decidió agitar el árbol en busca del cambio. El Dépor venía de enlazar siete jornadas sin ganar y el técnico apostó por un revolucionario once frente al Guijuelo. Las novedades empezaron en la portería, con la sorprendente entrada de Lucho por el hasta entonces indiscutible Carlos Abad. El colombiano respondió a la perfección transmitiendo no solo seguridad, sino también hambre, intensidad y carácter ganador, tres ingredientes que para nada sobraban en un Dépor deprimido, en permanente caída y muy por debajo de las expectativas que había generado antes de empezar la competición.

Lucho ya había brillado con el Dépor antes de debutar en Segunda B. Sus paradas fueron determinantes para superar la primera eliminatoria de la Copa del Rey contra El Ejido, otro equipo que tampoco fue capaz de marcarle. Bastó el solitario gol de Héctor Hernández para avanzar a la siguiente ronda, en la que un rival de Primera, el Alavés, solo le hizo un gol. Desde aquel adiós a la Copa el colombiano siguió a la sombra de Carlos Abad pero no perdió la ilusión ni bajó los brazos. Siguió trabajando a tope a la espera de una oportunidad, que le llegó en la jornada 14 ante el Guijuelo para empezar la colección de ceros en su portería.