Nada más consumarse el descalabro, la palabra fracaso sobrevoló el entorno deportivista para definir el desenlace de la primera fase de la competición. Nadie, sin embargo, se atrevió a pronunciarla. Rubén de la Barrera prefirió hablar de “decepción” para referirse al hecho de que el equipo no fuera a disputar la fase de ascenso a Segunda División. Quizá nunca antes el club se había enfrentado a un varapalo así, porque el desastre debe medirse según la ambición del objetivo y los recursos disponibles. El regreso al fútbol profesional era la meta irrenunciable en base a la inversión efectuada, pero el proyecto nació viciado y nunca terminó de enderezarse. Intereses entremezclados, desencuentros y, sobre todo, malas decisiones desembocaron en una temporada que deberá enderezarse con la clasificación obligatoria para la futura Primera Federación, asimilada ya como un mal menor.

El Deportivo no funcionó sobre el césped durante buena de la primera fase, en parte como consecuencia de los patinazos que se sucedieron en los despachos. La apuesta deportiva abanderada por el anterior presidente, Fernando Vidal, y el director de fútbol, Richard Barral, no terminó de cuajar pese al importante desembolso efectuado. El club ha presupuestado 6,6 millones de euros de gasto de plantilla, en gran medida gracias al esfuerzo efectuado por Abanca, pero ese músculo económico no se ha traducido en resultados. El máximo accionista terminó por promover un cambio en el consejo y ahora buscará implantar un nuevo proyecto sin los vicios recientes, aunque condicionado por los movimientos efectuados el pasado verano por la dirección deportiva. Esos contratos altos y de larga duración que debían ser garantía de éxito supondrán ahora una carga.

Vázquez, De la Barrera y el estilo

Tampoco desde los despachos se gestionaron con acierto los movimientos en el banquillo. Los tiempos de la destitución de Fernando Vázquez no se midieron bien y el técnico de Castrofeito terminó siendo despedido tras el parón navideño, solo una jornada después de ser ratificado por Fernando Vidal.

Su recambio, Rubén de la Barrera, se encontró con una situación comprometida y sin demasiado margen para implantar sus ideas, en apariencia más próximas las del máximo responsable de la parcela deportiva, Richard Barral.

Tardó en arrancar y la reacción del equipo llegó cuando se acercó más a aquel fútbol de presión alta y transiciones rápidas que pretendía Vázquez, y que no supo implementar, tras constatar las graves carencias de la plantilla. Sí lo ha logrado De la Barrera, aunque haya supuesto una renuncia a la reputación futbolística que se le presuponía. Eso no debe ir en su contra, sino de quien configuró una plantilla que no alcanzaba para determinados alardes y alimentó desde dentro que no se le estaba sacando suficiente rendimiento.

Un arranque de curso esperanzador

El Deportivo arrancó la temporada con una victoria sobre el Salamanca en Riazor y encadenó seis partidos más invicto, pero las sensaciones no terminaban de ser buenas para el conjunto que dirigía Fernando Vázquez, sólido en defensa pero muy limitado en ataque.

Derrumbe tras caer contra el Celta B

La derrota contra el Celta B en Riazor (1-2) supuso un punto de inflexión negativo para el Deportivo. Fernando Vázquez salió muy tocado por un tropiezo especialmente doloroso y tuvo que ser ratificado por el anterior presidente, Fernando Vidal.

El Zamora sentencia a Vázquez

La derrota contra el Zamora (1-0) en un partido marcado por las bajas desembocó en la destitución de Fernando Vázquez, cuestionado por el pobre juego del equipo a pesar de que por entonces se mantenía dentro del objetivo y ocupaba puestos de ascenso.

Sin reacción con De la Barrera

La llegada de Rubén de la Barrera no se tradujo en una mejoría de los resultados ni tampoco una evolución en el juego. La derrotas contra Coruxo y Compostela supusieron serios reveses para el proyecto y complicaron el ascenso a Segunda.

Victorias que alimentaron la esperanza

Los triunfos contra Pontevedra y Celta B espantaron el fantasma del doble descenso y al mismo tiempo alimentaron las esperanzas de alcanzar todavía la fase de ascenso. El equipo, además, comenzó a mostrarse sólido y con identidad en el juego.

La desilusión de la última jornada

El Deportivo encadenó ante el Zamora su cuarta victoria en cinco partidos, pero no le sirvió para alcanzar la fase de ascenso. La mejoría del equipo es, sin embargo, evidente y representa su mejor baza para afrontar la segunda parte de la competición.