Quien creyese que el Dépor se iba a pasear lo que queda de temporada es que tiene una memoria muy corta. No dejan de estar ahí las deficiencias por mucho que se escondan debajo de la alfombra, por mucho que las debilidades se intenten disfrazar de potencialidades con un buen entramado táctico, con un plan acorde a la categoría y al nivel de sus jugadores. Solo es necesario que venga alguien, en este caso un meritorio Marino, y levante ese suelo, aún irregular, para que vuelvan a aparecer ahí. Insistentes, inamovibles. Su machacona presencia al primer contratiempo es el mayor golpe de realidad, un acto de contrición repetido.

El crecimiento de un equipo también se alimenta de rivales que le colocan en realidades incómodas, de las que, de una forma u otra, debe ingeniárselas para salir indemne, para crecer. Tuvo más que fe que nunca en lo que hacía, un mayor blindaje emocional. Le salvó una jugada aislada, le servirá de punto de apoyo para aprender, para medrar. Nadie niega que le faltó verticalidad, chispa en los últimos metros. Recordó, por momentos, al equipo de hace un mes. Nada nuevo desde que la dirección deportiva renunció a fichar a un mediapunta que cree por dentro o a un delantero que se fabricase sus ocasiones, nada nuevo desde que se comprobó que Nacho o Lara no desequilibran lo que se les presuponía. La calidad iba a salvar al equipo en situaciones así. Nada. Todo con una masa salarial no muy distante de la de Segunda. Difícil de encajar, de explicar. El verano pasado parece lejano aún golpea.

Por mucho que Rubén de la Barrera haya encontrado un plan, las carencias de la planificación no desaparecieron

Estos partidos de paso estrecho por la nuez son los que mejor sirven para calibrar a un equipo, para saber en qué punto se encuentra un proyecto. Para bien, para mal. El Dépor tiene un plan que le ha valido para hacerse fuerte en el último mes y rozar la fase de ascenso. Un suelo desde el que competir, construir. Recuperó, en parte, la autoestima y la capacidad de imponer, de poner a los rivales en alerta. Ya no es ese grupo ante el que casi todos venían a pasearse. El problema es que, de momento, parece funcionar a pleno rendimiento en un solo un registro. Tampoco es baladí, más de lo que ha tenido en gran parte de la temporada. También insuficiente. Debe buscar un camino más allá de entregar la pelota, presionar, transitar y golpear. Lo va a necesitar en esta segunda fase, que dura dos telediarios y que prepara una emboscada en cada esquina. Equipos que repliegan, esperan y ponen a prueba, conjuntos sin objetivos y que desvirtúan la competición en las últimas jornadas. Peligros varios. Remar y remar hasta hacerse con una plaza en la Primera RFEF antes de que la segunda fase te tienda una trampa y te engulla. Primera oportunidad, Ganzábal.

Porque eso lo que tiene este domingo el Dépor en Asturias, una ocasión de oro. En un grupo pequeño, de enfrentamientos directos selectivos y con puntos arrastrados, hay jornadas con más de un partido en disputa. Numancia y Racing se batirán en duelo y el equipo coruñés está ante una jornada de alivio si falla o frente a una en la que poner tierra de por medio si es capaz de hincarle el diente al césped artificial de La Felguera. ¿Es el momento de arriesgar? Seguro,. Pero siempre con la idea que le ha llevado a revivir en los últimos partidos, siempre alerta ante escenarios que requieran de una exigencia mayor, que le aboquen a variar su guión. Hay que crecer, también ganar. Aunque muchos lo disocien, sus caminos casi siempre van de la mano y el Dépor no lo ha tenido tan claro esta temporada.

Keko no vivió su mejor tarde ante el Marino, pero por comparación cobran más valor sus últimos partidos

Las deficiencias ante el Marino sirvieron para resaltar la importancia de un futbolista y para rescatar a otro del ostracismo. En un Dépor encasquillado, Keko y su contribución en los últimos partidos cobran aún más valor. Sus goles desatascadores ante Pontevedra y Zamora, su centro milimétrico frente al Celta B… Acciones decisivas que marcan la diferencia en el marcador y, sobre todo, que llevan al Dépor a contextos favorables. Con ventaja en el tanteador es inevitable que los rivales quieran la pelota, que se abran, y ahí el equipo ha crecido, se encuentra cómodo. Pero todo llega tras una genialidad de Keko, uno de los pocos jugadores que, de verdad, sí son diferenciales en ataque para este proyecto cuando las lesiones se lo permiten. En duelos como el del domingo, y aún sin ofrecer su mejor versión, su figura gana en lustre por lo que ha aportado, por lo que le rodea y porque, sin su alimento, desde la banda Miku es otro.

Y quien volvió fue Gandoy. Habían pasado dos meses y medio desde sus últimos minutos. Una situación dura, de difícil encaje para quien era la apuesta de la cantera. para este curso. Villares le ha adelantado sin pestañear por la derecha, aunque la batalla de Yago es consigo mismo, con sacar todo el fútbol que lleva dentro. Son momentos de reajustes, de tragar bilis, hacerse fuerte y mirar al frente. Si es capaz de convertirse en ese futbolista que desea De la Barrera, será uno de los mejores fichajes de este equipo. Es uno de esos futbolistas de maduración tardía, como también lo ha sido Bicho. Solo queda sobrepasar las dificultades e ir haciéndose con un puesto, acompasar su crecimiento con las necesidades del Dépor. No siempre es posible, pero todo lo que progrese irá, al menos, en su beneficio.

Villares adelantó por la derecha a Gandoy, aunque su batalla es consigo mismo, con sacar a relucir todo su fútbol