Keko Gontán llevaba más de una década en la élite, pero creyó encontrar su sitio futbolístico y personal en A Coruña y no le importó jugar en Segunda B. Ya sin ascenso posible, es la cara del renacer de un Dépor que respira y busca la Primera RFEF, pero que está abocado a una revolución.

En otro momento es probable que el partido ante el Marino acabase con otro desenlace. ¿Son dinámicas? ¿Qué ha cambiado?

Hace dos meses ganar un partido o marcar un gol parecía un imposible y ahora la sensación es totalmente contraria. Sentimos que salga quien salga lo va a hacer bien, que cualquiera puede lograr un gol o que ganar es lo más probable.

No es tan sencillo convencer de que a veces surgen estos vaivenes...

No sé si es difícil, pero todo el mundo en esta vida pasa por altos y bajos, no siempre es posible estar bien. Los futbolistas también somos personas y las dinámicas viven de las sensaciones, los sentimientos y las emociones. Y cuando no estás al máximo da igual cómo te llames o el escudo que lleves en el pecho que los resultados son más difíciles de lograr.

¿Y sus goles, los dos de bella factura, son también consecuencia de esa confianza?

Seguro (ríe). Un día le dije al míster (De la Barrera) que ojalá pudiese hacer goles a lo Raúl, de estos que estás en el área pequeña, te rebota y lo metes, porque seguramente hubiese conseguido alguno más. Cuando la cabeza está bien, ves la portería como un arcoíris y cuando no estás bien, te parece que hay once porteros bajo palos. Nos pasa a todos.

“¿Hambre? Cuando juego no me gusta hacer el ridículo o pasar el domingo”

Pero la forma de conseguirlos también reafirma, ¿no?

Claro. El gol nos da a todos confianza y un plus porque puedes tener rendimiento, pero si no los logras, si no le aportas al equipo en eso, siempre parece que te falta un poco.

Más allá de las maniobras, el gol ante el Zamora empieza con una gran presión. ¿Tiene hambre en Segunda B a pesar de cómo ha ido el equipo y de jugar toda la vida en LaLiga?

Es que yo cuando entro al campo no me gusta hacer el ridículo o jugar para pasar el domingo; por eso busco dar lo mejor de mí. Ahora estamos pillando la dinámica de la presión arriba, no solo por mi parte. En esa jugada los futbolistas de alrededor del central están muy bien presionados, no ve pase y cuando se quiere dar cuenta, ya se la has robado. No es una cosa solo mía, porque en partidos anteriores habíamos intentado hacerlo, pero no lográbamos ir todos a la vez. Había desorganización, descoordinación. El gol del otro día es un reflejo de que el equipo está organizado, de que estamos haciendo bien la presión. Muy sincronizados.

Ya no es solo ganar, es por qué...

Desde la victoria del Pontevedra hemos encontrado el camino. El míster nos lo intentó inculcar desde el primer día, pero a veces con las dinámicas de grupo cuesta un poco que cojas el concepto. No es solo un jugador, es una sincronización entre muchos y ahora lo hemos logrado y nos sentimos seguros. Decimos ‘sé que, haciendo esto, nos va a ir bien’ y eso te da mucha más confianza. Y cuando no solo lo siente un jugador, sino que lo siente un grupo, los resultados llegan sí o sí.

“El club está ahora más tranquilo, pero también porque en el verde se gana”

No es la primera vez que atraviesa por una racha victoriosa, pero sí es la primera que siente seguridad...

Esta temporada ha habido partidos en los que hemos ganado, pero en los que yo llegaba a casa y tenía dudas por cómo lo habíamos conseguido, porque ese no era el camino. El triunfo llegaba por una acción individual, un rebote o una acción esporádica, no había un sentido en el juego. No porque no nos lo intentasen inculcar, sino por la dinámica del grupo. Y ahí podemos entrar a valorar si desde el primer día había mucha presión y eso hacía que el resultado fuese lo único, si teníamos expectativas demasiado altas o si no nos habíamos adaptado la categoría. Podemos hablar de lo que queramos, pero lo cierto es que había muchas victorias que no tenían un método y eso nos hacía tener dudas.

Aunque hay quien los considera inmunes, los futbolistas también se llevan el trabajo a casa. ¿Le afectó personalmente la mala racha?

Claro. Todos queremos hacerlo bien y, por suerte o por desgracia, el futbolista está en boca de todo el mundo. Y cuando no lo estás haciendo bien o no estás alcanzado tus objetivos, te afecta emocionalmente. Cuando llegas a casa es difícil estar alegre porque el pensamiento todo el rato es “tengo que, quiero esto...” y lo ves lejos. Hay partidos que los afrontas con más ansiedad, aunque esto no es nuevo. Aun así, aquí hay jugadores con experiencia y el momento crítico de hace mes y medio, dentro de lo que cabe, se vivió bastante bien. Era peligrosa porque era una situación en la que cada uno podía querer barrer su parcela y echar la mierda al otro, pero aquí por suerte tenemos un grupo unido en el que pasó todo lo contrario. Nos hemos arropado más y hemos intentado hacer el día a día más llevadero, relativizarlo y aislarnos.

Los contratiempos físicos le dejan rendir. ¿Fueron su gran freno?

Hasta que tuve la lesión en Guijuelo todo había ido bien. Luego cuando me recuperé, intenté volver y fui con prisa porque el equipo no estaba en su mejor momento. Me pudieron las ganas de ayudar, de estar en el campo; como le pasa a todos. No me salió del todo bien aquello, tuve un golpe en la rodilla... Son cosas de fútbol, tampoco me escudo en ellas. La mayoría de nosotros jugamos y entrenamos cada día con molestias, es así el deporte de élite. No ha habido casi ningún momento de esta temporada en el que no haya podido dar mi máximo rendimiento por problemas físicos. No me excuso en eso en absoluto.

“Hubo triunfos con los que llegaba a casa con dudas, no era el camino, no había un método”

Y, por fin, disfruta. ¿Lo siente así?

No solo yo, todos. El equipo gana, tiene buena dinámica, cualquier jugador que entra lo hace bien. Todos deseamos estar en el campo. Hay que vivir el momento sin olvidarnos de que hay un objetivo por lograr.

¿Les resta ansiedad?

Lo enfocamos todo de manera más racional porque nos vemos capaces y porque estamos primeros. A lo mejor en dos semanas es todo lo contrario. Hay que vivir el día a día y no relajarnos porque la Primera RFEF no está conseguida, ni mucho menos. Aun así, hay que ser realistas: el objetivo por el que estamos luchando no es el que nos habíamos planteado al principio de liga.

¿Cómo se conjuga el mejor momento del año con la autocrítica?

Por supuesto que somos autocríticos y somos conscientes de lo que ha pasado. Tampoco me quiero excusar en que este año era el más difícil porque te despistas tres o cuatro partidos, tienes un mes y medio malo, como nos ha pasado, y se te va el objetivo por un punto. Era un equipo preparado para ir con mucha más ventaja y no lo hemos conseguido. Aun así, tampoco podemos vivir anclados en el pasado, tenemos por delante algo muy importante para el club. Cuando llegue el final de temporada, haremos juicios de valor.

“No dejé de dar el máximo por problemas físicos, no me excuso en eso”

¿Le colma la Segunda B?

Yo siempre digo que vivimos una Segunda B ficticia por el entorno, las instalaciones, el estadio, la gente que trabaja con nosotros. Es como estar en Primera, salvo el domingo que vas a jugar fuera. Todos nos quedamos por lo que es el club y confiando en el proyecto. Obviamente todo futbolista quiere estar en el máximo nivel.

¿Se arrepiente de haber seguido?

Cuando tomo una decisión, voy a muerte. Fue muy meditada y cuando algo no sale como quieres, no se puede ser tan oportunista de decir “no, me arrepiento”. Cuando me quedé sabía lo que había y lo que podía pasar, para bien y para mal. No conseguimos lo positivo, pero estoy orgulloso de la decisión y estoy aprendiendo muchísimo de un gran grupo y de un año especial. Ya veremos lo que depara el futuro

¿En la decisión hubo también motivos personales?

Claro. Cuando llegué (enero de 2020), vino rápido el confinamiento, pero en tres o cuatro meses nos dimos cuenta de lo que es A Coruña. Mi mujer, mi familia, mis hijos... Compramos casa, era un buen sitio para criarlos y apostamos por el proyecto por eso. Nos encanta. Llevaba varios años cambiando de club y quería apostar por un proyecto en el que estar varios años.

“¿Seguir? No lo sabe nadie. Una pregunta que nos estaremos haciendo los 25”

Tiene contrato hasta 2024, pero ¿seguirá la próxima temporada?

No lo sabe nadie ni lo saben ellos (en el club). Dependerá mucho de estos cinco partidos, de qué va a querer hacer el club, de las propuestas que tenga cada jugador. No me pasa solo a mí, es una pregunta que nos estaremos haciendo los 25, hasta los chicos que acaban de subir. Hay muchísima incertidumbre y cuando acabe, tendremos que sentarnos todos a ver para dónde tiramos.

Tendrá una postura personal...

Sí, pero no es el momento de pensarlo. Pero lo que digo también es que todos los que apostamos por este proyecto nos veíamos el año que viene en LaLiga. Ahora la situación cambia, pero no sé decir lo que va a pasar y queda algo muy importante: afianzar la Primera RFEF. Como para pensar en estas situaciones...

Tres nombres. El primero, Rubén de la Barrera. ¿Qué les ha dado?

Que cuando salimos al campo sabemos lo que queremos, la intención que tenemos en cada momento. Parece sencillo, pero es complicado. Hay aspectos incontrolables, pero hay muchos controlables que muchas veces no se trabajan. Él tiene casi todos controlados y trabajados, luego llevarlos acabo es otra cosa.

“No me arrepiento de haber seguido; voy a muerte. No puedo ser oportunista”

Álex. ¿Es más básico ahora?

Es un referente, hiperrespetado y encima ha tenido la fortuna, el oportunismo o la gracia de entrar en un momento malo y ser importante. Ya no es solo ser referente fuera, también dentro. Es el estandarte del club.

Villares. ¿Le sorprende?

Más que sorprenderme me alegra porque hay muchos jugadores en las canteras, porque habrá muchos en el Fabril que podrían estar haciendo lo mismo. Tienen nivel. Todos hemos sido canteranos. Me alegra que les den la oportunidad y que cuando la tengan, puedan afianzarse. Villares está dando un nivel altísimo, ahora es uno de los jugadores importantes. Ojalá que no solo sea él, sino que muchos cumplan su sueño.

"Hubo un momento crítico en el que cada uno pudo querer barrer su parcela y echar la mierda al otro, pero en el vestuario nos unimos"

¿Está el club más calmado?

Sí, aunque hay que considerar que todo está más tranquilo porque en el verde se gana. Es así. Si ahora estuviésemos luchando entre los cuatro últimos, lo mismo estaba por aquí (Riazor) todo el día la directiva dando vueltas, exigiendo a los jugadores. Habría una situación de crispación. Desde arriba se ve la situación, dentro de lo negativo, con positivismo.

¿Cómo ha sido el día a día por la calle en un año complicado?

En A Coruña es muy fácil porque la gente es respetuosa. Cuando me han visto por la calle y me han dicho algo, siempre ha sido para darme ánimos, aunque la cosa no fuese bien. Se agradece porque los futbolistas creemos que en el campo pueden decirnos lo que quieran, pero en la calle vamos con la familia y buscamos despejarnos. Son cosas que cuentan. No es lo mismo venir el domingo cuando han estado toda la semana llamándote de todo y metiéndote presión, que a mí por desgracia me ha pasado. No tienes ganas de salir a la calle y entras al campo tiritando. Aquí te sientes respaldado.