El Deportivo ha jugado esta temporada en campos peores que el Municipal de Miramar, pero el feudo del Marino de Luanco volverá a poner a prueba la capacidad de adaptación del equipo coruñés, acostumbrado esta campaña a tropezar sobre escenarios singulares como el asturiano. En Guijuelo no pasó del empate (0-0), en Coruxo perdió (2-0) y en Langreo también cayó derrotado (1-0) en su salida más reciente. Tres precedentes negativos que deben servir de lección y poner en alerta al Dépor de cara a su desplazamiento del domingo (17.00 horas). La hierba de Miramar es natural, pero sus dimensiones (103 x 65 metros), su terreno irregular y su tendencia a embarrarse si llueve son condicionantes lo suficientemente relevantes como para que los jugadores blanquiazules tengan claro que ganar al Marino a domicilio  no será una tarea fácil, como tampoco lo fue derrotarlo en Riazor hace tres semanas (1-0) en la primera jornada de la segunda fase de la competición.

Los luanquinos solo perdieron dos partidos en casa en toda la temporada, ante el Valladolid B (0-1) y la Cultural Leonesa (0-2). En Miramar perdió el Numancia (1-0) y cayó goleado el Burgos (3-0), lo que demuestra el alto nivel competitivo del Marino, sobre todo en su feudo. Hace dos jornadas el Compostela no fue capaz de marcar allí y se tuvo que conformar con un empate sin goles en un duelo marcado por el estado del terreno de juego, con la hierba muy seca, lo que ralentizó el ritmo con balón. “Contra nosotros lo regaron bastante pero se secó muy rápido —recuerda Rodri Veiga, segundo entrenador del conjunto santiagués y uno de los encargados del análisis de los rivales—. Nuestros jugadores se quejaban de que la bola iba muy lenta”.

Si se seca, la pelota no circula con fluidez, pero aún es peor si llueve con intensidad porque “se embarra”. “Ese es el problema que le puedo ver al Deportivo esta semana”, apunta Veiga. “Miramar es un campo antiguo con mucha comba, por el medio más alto que en los laterales para poder evacuar el agua. La hierba está bastante alta y el campo es irregular. Tiene esa esencia del fútbol de antes”, resume el preparador del Compos, que lo compara con el feudo del Coruxo. “Es de un perfil parecido al de O Vao”, asegura Rodri Veiga.

En cuanto a las dimensiones del rectángulo, Miramar tiene dos metros menos de largo y tres menos de ancho que Riazor, aunque al haber solo una grada pequeña en uno de los laterales “la sensación es de amplitud”. En cuanto al rival que le espera el domingo al conjunto coruñés, Veiga destaca la valentía de la escuadra dirigida por el exdeportivista Manel Menéndez. “Es un equipo que intenta sacar la bola desde atrás. Partiendo de un 5-3-2, siempre trata de combinar. A pesar de la idea que teníamos del Marino de antes, de mucho fútbol directo, es un equipo que intenta jugar y arriesga jugando desde atrás. Va a intentar meterle ritmo con la pelota. Si no la tiene, sufre. En un campo de estos el equipo que se ponga por delante en el marcador tiene mucho ganado”, explica Veiga de cara a la visita a Miramar, otro campo minado para el Dépor en Segunda B.

Mauro Silva, a la derecha, encabeza al Dépor en su visita a Miramar de noviembre de 2001, en treintaidosavos de final de Copa. | // L. O.

Remontada coruñesa en 2001 en el único precedente camino de conquistar la Copa del ‘Centenariazo’

El Deportivo volverá el domingo a Luanco dos décadas después de su única visita a Miramar, el 7 de noviembre de 2001, en treintaidosavos de final de la edición 2001-02 de la Copa del Rey que acabó con el título en las vitrinas coruñesas tras derrotar al Madrid en la final del Bernabéu, la del histórico Centenariazo. El Marino fue el primer escollo que tuvo que superar el Dépor en su camino hacia su segundo título copero. La eliminatoria a partido único arrancó con un tempranero gol local, anotado por Ramón en el minuto 13, pero las dos expulsiones consecutivas que sufrieron los asturianos, que se quedaron sin Luis ni Alejandro antes de que se cumpliera la primera media hora de juego, facilitaron la remontada coruñesa. César, Pandiani y Víctor marcaron antes del descanso, y de nuevo Pandiani, en el 55, firmó el definitivo 1-4. Djalminha no anotó, pero dio tres asistencias de gol. Para el público luanquino la visita del Dépor fue todo un acontecimiento y la taquilla de aquel partido le sirvió al club asturiano para pagar las nuevas torres de iluminación, que siguen en funcionamiento. 5.500 espectadores asistieron al partido. El domingo habrá 300 por las restricciones.