La selección española iniciará mañana su participación en la Eurocopa. Hasta no hace mucho la presencia de algún deportivista era habitual, coincidiendo con la etapa dorada del club. En tres ediciones consecutivas hubo representación blanquiazul, interrumpida a partir de Portugal 2004. Aquel fue el año en el que más deportivistas se colaron en la fase final del torneo europeo, pero los que abrieron el camino fueron Manjarín y Donato en 1996. Veloso y Manolete habían coqueteado antes con la posibilidad, pero fueron el delantero asturiano y el centrocamcampista hispano-brasileño los que lo consiguieron.

Eran otros tiempos para la selección, marcada por el mal fario que la perseguía y las polémicas que la rodeaban. Nada que ver con el clima que se vivió con los éxitos recientes. “Eran momentos diferentes, porque lógicamente cuando los resultados son buenos la gente apoya. Antes estaba aquello de que la selección no pasaba de cuartos de final, que había buenos equipos pero no se conseguía nada...”, recuerda Manjarín.

A esa maldición había que sumar el ambiente con el que la selección viajó a Inglaterra en 1996, marcado por el enfrentamiento de un sector del entorno con el seleccionador, Javier Clemente. “Llegamos a esa fase final envueltos en esa disputa y en esa polémica constante, más por una parte del entorno que estaba en contra del seleccionador, que intentaba aglutinar toda esa presión para liberarnos a nosotros”, destaca el exdelantero deportivista. “Me acuerdo de ir a ver ruedas de prensa, porque era un tú a tú de Clemente con ese sector crítico”, añade.

Aquello no afeaba la experiencia y Manjarín recuerda que el ambiente en la selección era “excepcional”. “Es a lo que aspira cualquier jugador español profesional, para mí fue lo máximo poder representar a España en Inglaterra”, asegura. “Ir a la selección para cualquier futbolista es lo máximo, pero las cosas unas veces salen y otras no.Son competiciones muy estresantes en el sentido de que en pocos partidos tienes que hacer muy buenos resultados. Hasta entonces la selección no había sido capaz, pero siempre íbamos con esa ilusión de romper el maleficio que había e intentar pasar de cuartos”, insiste el exjugador deportivista.

En Inglaterra tampoco pudo ser y de hecho la selección se quedó en su barrera maldita. Cayó contra el anfitrión después de una tanda de penaltis, pero el torneo no había empezado del todo bien. Manjarín recuerda que el partido ante Bulgaria se les atragantó y después empatarían contra Francia, con la base del equipo que dos años más tarde sería campeón del Mundo. El conjunto de Clemente se lo jugaría todo a una carta frente a Rumanía en el último encuentro del grupo.

Manjarín abrió el marcador, pero la selección sufrió hasta que Amor marcó el tanto que sirvió para sellar la clasificación para cuartos de final. Esperaba el anfitrión. “Quizá el mejor partido que hacemos es contra Inglaterra en cuartos, en un escenario increíble y contra un gran equipo. En el mejor partido quedamos eliminados en penaltis... Yo estoy contento porque, en el partido que teníamos que dar el nivel, contra Inglaterra y en Wembley, dimos la cara”, reflexiona.

Habría que esperar hasta 2008, cuando se abrió el ciclo triunfal de la selección, para romper el maleficio y dejar también atrás las guerras cainitas que rodeaban al equipo. “Hay un antes y un después cuando la selección gana la Eurocopa con Luis Aragonés. Ahí se empieza a ver la selección como un todo”, argumenta Manjarín sobre aquella victoria.

Ahí ya no había deportivistas, que contó con la representación de Fran González en la edición del año 2000 celebrada en Bélgica y los Países Bajos. El jugador coruñés tendría un papel protagonista en un torneo otra vez de recuerdo amargo para la selección, pero todavía peor es el que dejó el de Porgual cuatro años más tarde.

La representación deportivista fue numerosa (Valerón, Luque, César y Capdevila), pero, a pesar del papel de favorita, España no superó la fase de grupos. Aquella fue la última ocasión en la que un jugador blanquiazul entró en la convocatoria para una Eurocopa.

Los tiempos han cambiado para el club, pero también para la selección. Los éxitos empiezan a estar lejos y el nuevo equipo de Luis Enrique debe convivir con unas exigencias parecidas a las que tuvo Manjarín. “La selección siempre está en el punto de mira, pero los momentos buenos de los últimos años siempre va a quedar en la retina de los aficionados y van a esperar que la selección vuelva a hacerlo”, razona.