Ese joven que se sube dos o tres veces por semana en el barco de Formentera a Ibiza con libros en la mano es el mismo que acaba de ascender con su equipo a Segunda Federación y es el mismo que hace una década debutó con el Dépor con 17 años, uno de los grandes talentos de la historia de Abegondo. Iago Beceiro (A Coruña, 1993) vive una nueva vida que se ha forjado pulgada a pulgada y en la que ha dejado atrás ese agujero negro en el que llegó a estar.

¿A qué sabe este ascenso?

A alegría... Con el cambio de estructura de la categoría y subir de esa manera... El año pasado estuve en el Tropezón (Cantabria) y vine con ilusión. Cuando nos compenetramos, fuimos a más y en la fase ascenso tenía confianza, ya se lo dije en abril a mis compañeros de piso. 120 minutos durísimos ante el Mallorca B.

¿Estar a gusto y un ascenso ayudan a que aflore su fútbol?

Ya llevaba algunos añitos bien. En Ourense, en Cantabria. Aquí me encantó el sitio, la isla y con mis compañeros de piso hice amistad. Tuve esa comodidad y me sentí como para sacar lo que llevo dentro.

Y ha vuelto a estudiar...

Ya llevaba un tiempo queriendo hacerlo porque sabía que me iba a venir bien y porque siempre fui un gran estudiante. Lo había aparcado en la ESO y el año pasado en Cantabria tomé la decisión de hacer el examen de acceso al grado superior. Y luego así ir a cualquier ciclo. Saqué una media de 8,3 y eso que llevaba diez años sin estudiar. Fue un impulso. Como tenía buenas notas entré en un ciclo superior de deportes. (TSEAS). Estoy contento. Lo único malo es que tengo que desplazarme en barco a Ibiza diez veces al mes y en invierno se mueve mucho, pero lo llevo bien: tengo las mejores notas de todo el ciclo. Salía de casa a la una y volvía a la diez y media. Llegaba reventado, pero hacer el esfuerzo, hace que te apliques. Si vas, vas para algo.

“Vivo del fútbol, que después de todo lo que pasó, me parece un milagro, un lujo”

Parece que es terapéutico...

Hasta ahora solo estaba con el fútbol y si me iba mal, me quedaba un poco cojo, porque al estar solo... Llega un punto en el que no todo es fútbol, que también te aburre y llegas a casa y solo hablas de eso, con gente de eso, va a llegar un momento en el que te vas a atrofiar. Esa decisión salió de mí, sabía que si me dedicaba a otras cosas, si diversificaba, me iba a ir mejor el fútbol. Y para llevar una vida más estructurada y organizada porque este año tenía una rutina marcada. Es que yo si tengo mucho tiempo libre, no es que me pierda, pero le doy rienda suelta a mi cabeza a irse por las ramas. Pasan los años, voy madurando y me conozco. Aposté y salió bien. Creo que voy a seguir aquí (en Formentera) e igual hago idiomas para centrarme algo más con el fútbol en 2ª RFEF. Desde ahora hasta que me retire, voy a compaginar con otras cosas porque me viene bien a mí, me enriquece.

¿Queda, de momento, aparcado volver a Galicia?

No me salió nada. Me estoy desarrollando por fuera y me está yendo bien, pero no me cierro las puertas y más en este momento, que estoy bien y que creo que puedo estar en cualquier sitio y me podría manejar bien en cualquier situación. Ascendimos y estoy contento con este proyecto, con estas personas, y estoy teniendo una vida más que digna.

¿Cómo lidia con esa frustración por no desarrollar todo su potencial?

Es uno de los factores que trabajo. El año pasado estaba con un médico en Cantabria y este año con un psicólogo, al que conocí en Ourense y al que le estoy dando mucha importancia para controlar esa ansiedad, esa frustración. En lo que más me centro es en disfrutar del día a día y en demostrarme a mí mismo que se pueden hacer las cosas y que se puede salir otra vez adelante. Todos tenemos días malos, pero hay que saber hacer que sean cortos.

"Se crearon unas expectativas (con él en el Dépor), que eran reales, pero no se supo manejar esa presión. Ni yo ni el club ni mi familia. Puede ser que nos viniese grande a todos"

¿Es la primera vez que recurre a un psicólogo?

No, ya lo había utilizado antes, pero por obligación, no por mí mismo. En el Dépor iba a charlar con Macario (el psicólogo del club), pero entonces era muy rebelde y no creía en esas cosas y, además, me quitaban horas de entreno para ir al psicólogo y a mí eso me reventaba. Tuve otras sesiones con otros, pero por influencia externa. Esta es la primera vez que tomo la decisión de llamar a un psicólogo por mi cuenta y trabajar con él y la verdad es que me ayudó.

¿Qué lecciones saca?

Aprendes a disfrutar los pequeños triunfos porque yo soy muy competitivo y siempre miro hacia adelante. El psicólogo me remitía a esa metáfora en la que te imaginas en un coche en marcha mirando el paisaje y me decía que muchas veces hay que detenerse, bajarse del auto y disfrutarlo con calma, parado, que no pasa nada. Y, además, que hay que centrarse en el día a día, ni mirar a largo plazo ni echar la vista. Y lo conseguí. Año tras año mi crecimiento es mayor y eso me reconforta.

Con la filosofía que le guía, ¿no ve ahora más nocivo lo que se generó en torno a usted cuando deslumbra en Brunete con 11 años y parecía predestinado a Riazor?

Todo conmigo fue muy rápido y no supe llevar esa presión, ahora me doy cuenta. A mí todo eso me pudo llegar a hacer daño. Debutar tan joven y llevar esa progresión me pudo beneficiar para encontrar equipos después, por el currículum. Pero fue más dañino que positivo porque a estas alturas de mi vida yo aún estoy aprendiendo a quitarme esa presión, a aprender a disfrutar de las cosas y de que en la vida hay más cosas que el fútbol. Se crearon unas expectativas, que eran reales, porque yo creía en ese potencial y sabía que podía llegar donde llegué y más lejos aún, pero no se supo manejar esa presión. No supe yo ni el club ni mi familia. Puede ser que nos viniese grande a todos. Llegué luego a un momento en el que estuve mal y ahora, por fin, bien, y la vida sigue.

"Ya fui al psicólogo en el Dépor, pero era muy rebelde y no creía y me quitaba horas de entreno, eso me reventaba. Ahora tomé yo la decisión de llamarlo y trabajar con él"

¿Esa rebeldía de la que habla era una manera de afrontar todo?

Puede ser, aunque tampoco hice un análisis exhaustivo. Yo siempre tuve carácter y no creo que fuera una manera de escudarme. Yo tenía una presión y quizás en aquel momento no tenía las herramientas necesarias para saber sobrellevarla.

¿Cómo se ve en dos años?

Quiero seguir progresando en el fútbol donde me toque y en los estudios especializándome en algo y descubriendo lo que me va a gustar, escoger la rama dentro del deporte y saber en lo que me voy a querer formar. Ahora estoy experimentando y tocando todo a ver qué me llama.

Simplemente, vivir el día a día para que el futuro fluya...

No quiero tener esa presión de llegar aquí o a allá. Yo ahora si tengo que jugar en Tercera hasta que me retire, voy a hacerlo. Estos años fueron buenos, pero necesito uno de salirme de verdad para dar el salto, pero no me meto esa presión de lograr quince goles. Quiero trabajar con los estudios y con el psicólogo y así todo llegará mejor. Las capacidades y las condiciones las sigo teniendo y la gente que comparte mi día a día lo sabe. De hecho, llegué al Formentera y muchos jugadores no entendían qué hacía aquí. Me hace gracia. Luego se dan cuenta de mi historia y lo asimilan. Pero yo no me paro en eso, soy uno más. Me acostumbré a estar en Tercera y me veo como un jugador de esa categoría porque lo soy, por unas razones u otras. Si puedo ir para arriba, estupendo, pero estoy contento, juego al fútbol, vivo del fútbol, que para mí después de todo lo que pasó es un milagro y un lujo. Ver que las cosas van bien, que mi vida progresa es un placer más grande que cuando con 17 años estaba jugando y debutando con el Dépor. Estoy más feliz y más tranquilo conmigo mismo ahora que en aquel momento, cuando estaba en el foco de todo. A lo mejor cuando crees que tienes mucho no estás tan contento como cuando tienes menos y estás más tranquilo. La vida es como es.

“Volví a estudiar, no dejaré de hacerlo hasta que me retire, me ayuda a no pensar solo en el fútbol”