Como ocurre en el Chaser Center con Stephen Curry, en el Fiserv Forum con Anteto o en el Staples Center con Lebron, los aficionados del New England Revolution de Boston ya empiezan a hacer común en sus conversaciones y en sus cánticos ese soniquete que reclama para el exdeportivista Carles Gil el MVP (Most Valuable Player), el trofeo que premia al mejor jugador de la liga profesional de fútbol de Estados Unidos, en la que militan, entre otras, estrellas como Carlos Vela, Chicharito o Gonzalo Higuain.

Su gol de hace un par de días en el descuento ante los Chicago Fire (2-3) fue como la presentación oficial de su candidatura y la certificación de lo que le ha cambiado la vida al exblanquiazul desde que dejó A Coruña en enero de 2019. Dos años y ocho meses que son un mundo para él. “Es cierto que mi nombre es uno de los que se ha hablado para ese premio y no es fácil estar ahí, no lo voy a negar. Este es un mundo diferente. Se le da mucha importancia a las estadísticas y a los premios individuales y, además, que el equipo vaya tan bien nos empuja a todos”, señala desde Boston el mediapunta, que, a pesar de haber estado fuera seis partidos por lesión, lleva tres goles y es líder de la liga en asistencias (16) y key passes, pases clave (93), una de las estadísticas avanzadas mejor valoradas dentro de los creadores de juego en campo contrario.

Y no solo es ese premio individual en el añadiría su nombre al de históricos como el propio Carlos Vela, David Villa, Robbie Keane o Carlos Valderrama, es también que su equipo va camino del título como mejor conjunto de la fase regular de la MLS (Major League Soccer). Todo suma, todo eleva una decisión que fue muy difícil y arriesgada en su momento, pero que cada semana que pasa se revela como más acertada. “Vine a ciegas porque no conocía ni el equipo ni la liga, pero era complicado imaginar que todo fuese a desarrollarse así. Estoy muy feliz y cómodo, era lo que estaba buscando”, relata para luego admitir que su estadía en A Coruña, sin perderse en la búsqueda de culpables, había llegado a un punto de no retorno en el que lo mejor era separar caminos. “Cuando me voy del Dépor es que ni puedo decir que no estaba jugando, sí lo hacía. No disfrutaba, sufría en el campo, no era capaz de darle al equipo lo que necesitaba, mi mejor versión. Mi rendimiento, por mil razones, no era el esperado. Era frustrante, no era capaz de conseguir lo que me pedía el entrenador. A Coruña es una ciudad que respira fútbol y tenía mucha ilusión, pero por circunstancias no se pudo dar. A veces no lo eliges. Son momentos, son lesiones, es madurez. Ocurre así”, analiza.

“Mi nombre es uno de los que se habla para el premio. No es fácil estar ahí”

De las dudas en A Coruña a las certezas casi desde el segundo cero a su llegada a Boston. Su fichaje fue el de un jugador franquicia para uno de los equipos en expansión, pero no grandes, de la liga, que ahora roza el campeonato tras crecer de la mano. Además de la inversión, están los gestos, ya que al poco tiempo de su llegada fue nombrado capitán, un detalle que le reforzó aún más. “Aquí es diferente. Se da el brazalete, no por antigüedad, se otorga como una forma de darle importancia a algunos jugadores y conmigo tuvieron ese detalle. Me gustó mucho”, cuenta.

Todo para un jugador que ha encajado en la “europea” ciudad de Boston como un guante. Valora la “tranquilidad” que le ofrece el entorno y encontrarse en el día a día fuera del foco mediático, a pesar de estar a un paso de ser proclamado mejor jugador de liga y de llevar a su equipo al título. “Por la calle te reconocen mucho menos que en España. La MLS está creciendo y yo en estos tres años que llevo aquí lo noto, pero desde luego que no es, ni mucho menos, el deporte número uno. Aun así, según qué sitios, se vive muchísimo. La MLS ya pelea por fichajes importantes”, admite un jugador arraigado que hace “tres o cuatro semanas” renovó hasta 2023 con opción a una temporada más. “Antes de firmar el nuevo contrato sí que podía pensar algo más en volver a Europa, pero ahora... Tuve ofertas, intereses y esto puede cambiar de un día para otros, pero yo estoy feliz, ilusionado y cómodo, que es lo necesito”, reafirma.

“En el Dépor no era capaz de darle al equipo lo que pedía, era frustrante”

Con el deseo de volver al Viejo Continente aparcado y siguiendo de reojo al Dépor, su mente ya solo piensa en el título de liga, ese campeonato de la fase regular. A su equipo, los New England Revolution, le quedan siete partidos por disputar y la ventaja en la tabla con el resto de equipos es sideral. Carles Gil es prudente, pero tampoco se deja llevar por la falsa modestia. “Hay que ser realistas, estamos cerca, lo tenemos ahí. Yo creo que ganando cuatro partidos será nuestro”, admite quien aspira a ese título, al de MVP y al de campeón también en los play off. Nada detiene a Carles Gil en la MLS.