Lo sencillo para el Deportivo sería caer en la autocomplacencia y convencerse a sí mismo de que rara vez se dan partidos como el de ayer en el Stadium Gal, que en pocas ocasiones un rival se lleva un partido con tan poco y gracias a dos ocasiones aisladas. Podría autojustificarse así después de caer contra el Real Unión en un partido en el que tuvo las suficientes ocasiones como para remontar, y sería cierto. Pero existe otra lectura. Accidentes como el de ayer esconden enseñanzas. La que debería extraer el Deportivo es que se ha vuelto demasiado torpón. Su juego es aseado, posee diferentes alternativas y registros, sus jugadores exhiben calidad y entendimiento, pero permite que un contrario con tantas limitaciones como el Real Unión le propine un sopapo. Facilitar el trabajo a un rival que lo fía todo a aprovechar los errores ajenos también es una debilidad. No le conviene al equipo trasladar esa idea de gigante con pies de barro porque enseguida el resto lo aprovecharía en una categoría como la que, una temporada más, deberá competir el club. Los merecimientos no cuentan como goles, aunque también es verdad que estará más cerca de conseguirlos a través de actuaciones como la de ayer.

Álex Bergantiños salta junto a un jugador del Real Unión. | // LOF

Comparecía el Deportivo obligado por sus dos tropiezos consecutivos recientes. Era más una cuestión de resultados que de juego, por más que el equipo pecara de inocente en el empate que concedió ante la SD Logroñés hace una semana sobre la bocina. Lo que necesitaba ayer el equipo de Borja Jiménez era precisamente un resultado que no mermara la confianza en su juego, evitar a toda costa otro traspiés que disparara las dudas, por eso el técnico armó el equipo como lo ha venido haciendo hasta ahora, sin apenas variaciones. Hubo pocas en el once, la entrada de Rafa De Vicente por Villares y la de William por Soriano, y menos en el planteamiento.

Juergen golpea la pelota durante el partido de ayer en Irún. | // LOF

El Deportivo insiste en esa idea con Álex Bergantiños como brújula y dos mediocentros muy abiertos, aunque eso implique desplazar a Juergen de la mediapunta. Tampoco está claro que al capitán le siente bien ese papel tan protagonista en la creación.

Le expone a situaciones como la que desembocó en el gol del Real Unión en los primeros minutos del partido. Todavía se estaban asentando sobre el campo los dos equipos cuando entre Jaime y Álex se hicieron un barullo que derivó en una de esas pifias que se suelen castigar. Arriesgó en la cesión el central y estuvo demasiado blando el capitán, al que le birlaron la cartera. No perdonó Bravo y colocó al Deportivo por segunda vez esta temporada por detrás en el marcador.

La otra vez que había ocurrido fue en Salamanca ante Unionistas y el conjunto blanquiazul sería incapaz de remontar. Ayer amagó, pero se quedó en eso en una intentona.

Argumentos no le faltaron, pero no le termina de sentar nada bien al Deportivo jugar a remolque. La sensación que traslada es que se desordena con respecto a su idea inicial, como le ocurrió ayer en la segunda mitad cuando ya era evidente la precipitación en las jugadas en busca del empate después de fallar todo lo imaginable.

La primera la tuvo Quiles apenas un par de minutos después de que el Real Unión se adelantara. Su remate de cabeza a centro de Juergen lo desvió Irazusta. Fue el anticipo de una actuación de gran mérito del portero local y de la retahíla de errores en la finalización de los deportivistas.

Miku rozaría el gol tras un eslalon en el área y William tendría su oportunidad tras un pase en largo de Lapeña. El brasileño salvó la salida del portero, pero remató muy forzado. La más clara de la primera mitad, sin embargo, sería para Víctor García después de un barullo en el área. Su disparo iría directo al trasero de un defensa.

Lo que menos le convenía al Deportivo era desesperarse, pero de algún modo Borja Jiménez contribuyó a ello con la entrada de Mario Soriano en lugar de Álex Bergantiños. El capitán no está en un buen momento después de su gran arranque de temporada, pero el equipo perdió consistencia.

Parecía que el técnico buscaría alternativas por el centro para no concentrar el ataque por las bandas como ocurrió en la primera mitad, pero enseguida el mediapunta cedido por el Atlético se pegó a Héctor para crear superioridades. Funcionó poco, principalmente porque el Real Unión se defendía bien con dos líneas cerca del área.

Tenía bien aprendida la lección el equipo local, centrado en aprovechar los regalos, pero el Deportivo encontró una rendija para la remontada en una acción en la que Noel se zafó de la atención de la defensa rival. Con los zagueros hundidos sobre su portería, el canterano frenó y esperó a que le llegara un servicio desde la derecha. Su remate golpeó en un rival antes de colarse en la portería. Aún tenía por delante 25 minutos el conjunto blanquiazul para darle la vuelta del todo al marcador, pero fracasó por impaciente.

El Real Unión aprovechó que en el centro del campo había un boquete —Juergen y Rafa de Vicente jugaban muy abiertos— para marcar el segundo. Uno de sus centrales recorrió metros sin oposición hasta llegar a la altura de Lapeña y Jaime, muy débiles cuando les tocó correr hacia atrás. Bravo volvió a batir a Mackay, que de no recibir tantos se ha acostumbrado a que cada llegada rival sea gol. Con un cuarto de hora por delante, el Deportivo no fue capaz de evitar un frenazo y el tercer tropiezo seguido.