Álex Bergantiños (A Coruña, 1985) cumple su décima temporada en el Deportivo convertido en el estandarte de un club que busca empezar de nuevo sin olvidar sus raíces. Las experiencias del capitán, testigo y protagonista de la etapa más reciente, darían para escribir un libro, como él mismo confesó. Bergantiños analiza el momento del equipo y las metas de futuro.

¿Eso de escribir un libro iba realmente en serio?

Era un poco una expresión de broma para hacer referencia a todo lo que me ha pasado aquí desde mis inicios. He vivido cosas de todo tipo. Las cesiones, los ascensos, los descensos, lo de Mallorca, lo del Fuenlabrada... Era una forma de hablar para reflejar todas las vivencias que he tenido aquí, que han sido muy intensas, pero no sé si realmente soy una persona capacitada para escribir un libro ni el interés que pueda tener un libro mío. Era más una frase hecha que una realidad.

Interés seguro que hay por saber de alguien de dentro todo lo que ha pasado en el club estos últimos diez años...

Es cierto que ha habido de todo, incluso una ley concursal y momentos que ahora con el paso del tiempo han quedado un poco olvidados, pero que están en mi cabeza porque los viví en primera persona. Esto es como todo en la vida, hay que guardar las experiencias y sacar tanto las partes positivas como negativas.

Lo que parece claro ahora es que hay un deseo de todo el deportivismo de mirar hacia adelante...

Sí. El fútbol no tiene memoria y está claro que tenemos que sentirnos orgullosos de la historia de este club, de todo lo que ha logrado, pero hay que vivir el presente y la mejor manera de enfocarlo es adaptarse a tu contexto. El Dépor tiene que estar más arriba, pero ahora estamos donde estamos y la manera de salir es con paciencia y tranquilidad. Hay que tener también ambición, lógicamente, para intentar que sea lo antes posible, pero si vamos sintiendo como fracaso cada tropezón es más complicado. Estos últimos años tienen que servir de eso, de experiencia para saber que se puede tropezar y que si estamos unidos será más fácil que el Dépor vuelva a estar donde se merece.

Sobre la unidad, antes del partido del juvenil en la Youth League se hizo una foto con los presidentes más recientes en la que no pudo estar Paco Zas, ¿hasta qué punto es importante un gesto así?

Todo ayuda, y escenificar eso es una imagen potente para todo el entorno, para que se vea que tenemos que estar todos juntos en la misma dirección. No ha sido fácil todo este proceso, tan violento a lo mejor, de pasar de ser un club Champions a estar en el tercer nivel del fútbol español. Es traumático y a todo el mundo le cuesta ubicarse, pero hay que mirar hacia el presente. Creo que la afición ha sido la primera en entenderlo y ahí está, con números históricos en esta categoría.

Hasta hace no mucho todo parecía un drama alrededor del Dépor, ¿también ha cambiado eso?

Sí, creo que también se ha acertado desde dentro en tranquilizar el mensaje y ubicarnos. El año pasado cada no victoria era un drama. Este año los jugadores que han venido son todos de la categoría y están acostumbrados a ganar y perder en ella. Hay también más tranquilidad en el entorno, saber que esto es un proceso, que lo importante es llegar bien al final. Eso se transmite en el día a día y a toda la gente nueva que ha venido a un club importante como el Dépor, con una exigencia mayor que el resto de rivales. Se ha amortiguado bastante bien y se está viendo en el rendimiento.

¿Pesaba esa exigencia?

Sí. Sobre todo las tres últimas temporadas, desde que yo volví de Gijón, eso pasó. El primer año había que ascender y el equipo iba bien, pero al no estar en ascenso directo parecía que no llegaba. Entramos en el play off la última jornada y fue dramático, pero todo el año fue muy tenso. Al año siguiente, más de lo mismo. El hecho de quedarte a un gol de Primera pesó mucho. Vino gente muy joven, que llegó con la ilusión de un ascenso y vernos abajo nos destrozó. El año pasado ocurrió algo parecido con la exigencia que había de subir. Hoy en día nadie está exento del entorno y todo lo que podamos centrar al jugador en su trabajo va a ser más fácil para que dé su nivel.

¿Sintieron ese cambio en este bache reciente de resultados?

En ese sentido, todo ayuda. Se ha hecho una plantilla muy nueva y también ayuda mucho que venga una hornada de chavales de la cantera muy interesante. Eso da paciencia y entidad al proyecto porque vincula mucho más al jugador con el club y al equipo con la afición. Eso está generando una sensación muy buena que hacía años que no se vivía. Hay más paciencia, pero también el equipo está respondiendo bien.

¿Nota que por primera vez en años se está construyendo algo?

Ha habido cambios en toda la estructura del club para intentar poner suelo a esta caída y a esa autodestrucción que tan famosa se hizo por la frase de Víctor [Fernández]. Tenemos buenos cimientos sobre los que construir porque tenemos una gran masa social, instalaciones y una cantera que está empezando a asomar la cabeza. Construir sobre eso es mucho más fácil.

¿Llegó a temer que la afición se cansase, sobre todo después de la decepción de la temporada pasada?

Era un momento de mucho riesgo, pero ver a Riazor con ese aspecto, la cantidad de socios que tenemos, la gente que va al campo, meter a 8.000 en un partido de juveniles... Es un vínculo que hay con el club que hay que cuidar.

Llaman la atención las cifras de asistencia a Riazor y la situación de otros históricos del fútbol español si se compara con los clubes que se han instalado en la elite en los últimos años...

Eso es consecuencia de los años de las leyes concursales. Yo viví tres, con Xerez, Granada y Deportivo. Cuando se cambió el modelo de gestión y se trataron de cortar las deudas desorbitadas de los clubes, los más perjudicados fueron los que más tarde entraron en concurso. Quizá en eso fuimos de los más penalizados junto al Zaragoza y nos ha puesto en desventaja con otros equipos. Hubo otros que partieron de cero, que entraron en otro momento y que deportivamente lo supieron aprovechar partiendo de deuda cero. No tienen la historia y tradición que tenemos nosotros, pero han sabido hacerse un hueco al que aspiramos volver lo antes posible.

Comentaba antes el fenómeno de los juveniles ¿cuánto ayuda a recuperar el sentimiento con el club?

Sobre todo con el club. Yo se lo comento a todo el mundo: mi hija todavía recuerda ahora cuando hace año y medio jugó el femenino la Copa contra el Valencia, y tiene siete años. Lo que quiero decir es que son vínculos que se generan. Lo del otro día es algo parecido. Es igual que cuando yo con 15 años iba a los partidos de Champions. Me quedó esa vinculación que todavía perdura en toda mi generación, que es la que ahora está empujando y no deja que el club se caiga. Son niños que van en su estadio y en su ciudad a ver jugar a chicos con el escudo del Dépor. Es algo que tenemos que intentar fomentar y cuidar lo máximo posible porque es sembrar para el futuro.

Con el primer equipo tienen habitualmente a tres de esos juveniles, ¿cómo los ve?

Muy bien. Están preparados. Están esos tres, pero hay alguno más que también tiene nivel y que por posiciones todavía no ha dado el salto. Es una hornada muy interesante y se está trabajando también con naturalidad para que ellos se vayan ganando su hueco con su rendimiento. Quizá antes eso no estaba enfocado de la mejor manera, se miraba más la edad e iba subiendo el más mayor. Ahora se fomenta que el que da el nivel, entrena bien y se cuida da igual la edad que tenga. Hay chicos jugando con 16 años en el Fabril y se están acortando los procesos siempre que se dé el nivel de exigencia.

¿Satisfechos con este tramo inicial de la temporada?

Siempre quieres más, pero el equipo se ha acoplado muy bien a la idea del entrenador y al entorno del club. La gente está asentada y eso te inspira confianza para un camino largo como es la temporada.

Con Borja han surgido comparaciones con sus predecesores, ¿qué les ha aportado?

Borja ha encajado muy bien aquí. Ha sabido empaparse rápido de todo lo que es el club y la ciudad. Conoce perfectamente a la plantilla y lo transmite. Se le ve cómodo y se nota que los jugadores estamos cómodos con él. Se ve un equipo reconocible en todo lo que quiere hacer y con un rendimiento bastante estable. Eso es mérito de Borja, porque no es fácil encajar tan pronto y con todas las comparaciones.

Tiene firmado hasta 2022 y este año cumple su décima temporada, ¿cómo se toma el futuro?

El jugador siempre quiere estar en el día a día, es lo que más se disfruta y quieres alargarlo lo máximo posible. Hay que ser consciente de que llegará un momento en el que tu cuerpo o tu nivel te echen a un lado. Yo siempre he dicho lo mismo, cuando tenía 23 y me iba cedido por ahí y cuando me fui a Gijón con treinta y tantos, mientras el club me considere útil quiero ser jugador en el equipo de mi ciudad. Cuando yo sienta que no pueda ayudar, también dejaré paso. Eso va a ser natural, pero aún me siento bien.

Minutos nunca le han faltado, tampoco esta temporada, siempre ha acabado jugando...

Hay que estar preparado siempre y quizá esa haya sido la mejor virtud que he tenido en mi carrera. Siempre ido día a día y quemando etapas.