De villano a héroe en apenas una semana. Suele pasar en el fútbol, que encumbra y defenestra con demasiada facilidad. Esta vez le tocó a William de Camargo. Falló la más fácil la jornada anterior en El Sardinero, la única que tuvo el Dépor para llevarse los tres puntos de Santander, y ayer decidió la victoria ante el Zamora saliendo desde el banquillo a pase de Noel, también suplente. Invoca al gol el brasileño después de que la semana anterior el equipo coruñés se quedara sin marcar por primera vez en la temporada y, de paso, también al liderato, todavía provisional a falta del resultado de Unionistas, que este mediodía visita al DUX Madrid.

Más allá de que se confirme o no ese primer puesto en la tabla, algo totalmente anecdótico a estas alturas de temporada, la victoria de ayer refuerza la solidez del Deportivo en Riazor, donde debe cimentar de verdad el objetivo del ascenso. Otro triunfo muy trabajado, 1-0, como los anteriores ante Badajoz y Sanse, prueba de lo difícil y competida que es esta Primera RFEF. Nadie se pasea, nadie gana solo con el escudo. Cada victoria cuesta un mundo, hay que sudarla. Y eso este Dépor lo tiene muy clarito desde que empezó la temporada.

El equipo coruñés tenía el objetivo de hacer bueno el empate del anterior fin de semana en Santander ganando al Zamora. Para conseguirlo Borja Jiménez apostó por la continuidad en el once con dos únicos retoques: repescó a Álex tras su primera suplencia en El Sardinero y también a Doncel, dejando en el banquillo a De Vicente y William. Al brasileño le pasó factura de inicio su error de Santander, pero acabaría decidiendo el encuentro en la recta final. Y eso que Doncel, su relevo en el once, lideró el ataque blanquiazul en la primera parte, mostrándose vertical e incisivo, aunque sin gol. Contra el Racing los blanquiazules solo habían sido capaces de generar una única ocasión en todo el encuentro, esa tan clara de William. Ayer, en cambio, el caudal ofensivo fue mucho mayor, con el campo permanentemente volcado hacia la portería visitante. Un triunfo madurado a fuego lento en el campo y en la grada, de nuevo una auténtica caldera, hasta que al fin llegó el gol.

El plan del Zamora era defender con orden y tratar de mantener el 0-0 el mayor tiempo posible para generar ansiedad en el equipo coruñés, sin renunciar a estirarse con alguna contra para acercarse a la portería de Mackay. Poco atacaron los rojiblancos, arrinconados por un Dépor que salió al campo dispuesto a encontrar lo antes posible el camino del gol. Veinte minutos tardó en probar por primera vez al portero Villanueva. Con muchos apuros rechazó el disparo cruzado de Doncel, que derrochó verticalidad y desborde, unas veces para acabar él mismo las jugadas y otras para conectar con sus compañeros. Estuvo muy cerca de marcar, igual que Víctor García en el 23. El valenciano, de nuevo efectivo como improvisado lateral, se aprovechó de una falta de entendimiento entre el portero y la defensa para enviar el balón al palo.

Eran los mejores minutos del Deportivo, cuyo monólogo ofensivo no encontraba de momento el premio del gol. También Quiles tuvo las suyas, primero de cabeza y luego de volea, ambas a pase de Doncel. Se les acababa la primera parte a los blanquiazules con 0-0 y hasta Álex Bergantiños se sumó al ataque para culminar una última ocasión justo antes del descanso con un lanzamiento cruzado que no encontró portería.

El Dépor era mejor en todo, salvo en el marcador. Generó superioridades sobre todo por las bandas, los sectores del campo que más desprotegidos dejó el Zamora. Por la izquierda cabalgaron Héctor y Doncel para ganar una y otra vez la línea de fondo. Lo mismo hizo Víctor por la derecha, con Quiles apareciendo más por dentro, como de costumbre. Fue un dibujo táctico muy flexible el del conjunto de Borja Jiménez, con reajustes continuos empezando por la retaguardia, en la que Álex se incrustó en la zaga para convertirse en un tercer central. Era un día para extremos y Quiles ni lo es ni está tan entonado como en las primeras jornadas, así que lo sentó en el descanso y optó por William para buscar más desequilibrio en velocidad y en el uno contra uno.

Al brasileño le llegaba su momento para resarcirse de su error en Santander y lo hizo no solo con desborde, también con gol. Ya había avisado haciendo de las suyas desde el costado derecho hasta que en el 73 aprovechó una gran asistencia de Noel, otro de los que entraron desde el banquillo, para abrir la lata visitante. Al Zamora no le quedaba casi nada, ni pulmones ni argumentos, para buscar un tanto con el que arañar algo de Riazor. Dieguito, con un tiro lejano, fue el único que lo intentó en una recta final en la que el Dépor siguió teniendo el control y apenas sufrió para conservar su ventaja.

De hecho, suyas fueron las mejores oportunidades antes del pitido final. Víctor y Menudo, el andaluz en dos ocasiones, casi le ponen la guinda a con un segundo gol a un triunfo tan trabajado como merecido. También Noel tuvo la suya, a la contra, con el Zamora acumulando cada vez más gente en campo contrario a la desesperada. Esta vez el 1-0 no corrió ningún peligro. Ni le tosieron a Mackay, que acabó festejando junto a sus compañeros un nuevo triunfo en Riazor para seguir cuadrando esa media inglesa que suele conducir al éxito. 20 puntos de 30 posibles. Notable, como dice Jiménez.