El respeto es uno de los principales valores que fomenta el deporte desde edades muy tempranas. Practicar cualquier disciplina ayuda a afianzar conductas saludables no solo desde el punto de vista físico, sino también desde el emocional, algo básico para construir sociedades más igualitarias y pacíficas en las que no tenga cabida ningún tipo de maltrato, sea del tipo que sea. En el Día Internacional contra la Violencia de Género, los porteros Ian Mackay y Ana Valles suman su granito de arena a esta causa contando su experiencia en el Deportivo y la camaradería que existe entre los y las futbolistas blanquiazules. “El club apuesta mucho por nosotras. En el día a día tenemos las mismas condiciones a la hora de entrenar. Ellos están pendientes del equipo femenino. Mackay, por ejemplo, nos ha venido a ver jugar”, relata la gijonesa. “Nos seguimos mutuamente un equipo y el otro —apunta el coruñés—, y cuando coincidimos en Abegondo, hablamos”.

Ambos están defendiendo con gran éxito las porterías del Deportivo, ella en Reto Iberdrola y él en Primera RFEF, y son los actuales Zamoras de sus respectivas ligas. Valles, de 24 años, aterrizó en A Coruña este verano. Mackay, de 35, tuvo que forjarse un largo camino en un sinfín de equipos durante tres lustros hasta regresar al club de sus amores para cumplir su sueño de jugar en el Dépor. Ahora triunfan haciendo lo que más les gusta, a la vez que arriman el hombro para luchar contra la violencia y la desigualdad de género desde donde les toca. “En mi cabeza no cabe que un hombre le pueda pegar a una mujer. No lo entiendo —reflexiona el guardameta de O Ventorrillo—. Ojalá que se erradique pronto y que cada vez haya menos casos de machismo y agresiones a mujeres, y que haya igualdad”. Coincide con él Valles, convencida de que “la base de todo es la educación y, después de la educación, es el deporte lo que hace que transmitas esos valores de compañerismo e igualdad”.

La portera anima a todos los chavales, niñas y niños, a que practiquen deporte para así contar con otra base sólida sobre la que apoyarse durante su crecimiento. “Es importante que los niños vean que en los campus cada vez hay más niñas y que cuando se ponen a jugar en el parque lo hacen igual o mejor que los niños —añade la asturiana—. Si desde el deporte podemos ayudar a luchar contra cualquier tipo de violencia, nosotras ahí estamos para transmitir y ser un poco ese portal y esa voz”.

Mackay, por su parte, está creando escuela en su propia casa. “Mi hermana jugaba al fútbol y tengo a mi hija pequeña que le gusta ser portera también. El fútbol femenino evolucionó muchísimo, en los últimos años dio un salto de calidad y es muy vistoso. Creo que las chicas del Dépor lo están haciendo superbién. Están a pocos puntos del liderato. Ojalá consigan el ascenso y así poder disfrutar otra vez de la Primera Iberdrola en A Coruña”, desea el guardameta blanquiazul, el menos batido de las cuatro categorías nacionales más altas.

Siempre disponibles para causas solidarias y sociales

Desde que este verano regresó a su casa, el Deportivo, Ian Mackay se ha convertido en uno de los jugadores más queridos por la afición blanquiazul, que aplaude no solo su rendimiento sino también sus valores y humanidad. El coruñés siempre está disponible para unirse a causas solidarias y sociales. En octubre, en la semana del Día internacional contra el cáncer de mama, participó junto a Ana Valles y al resto de porteros deportivistas en una campaña para recaudar fondos destinados a AECC A Coruña. Recientemente se sumó al movimiento de la Asociación Xustiza para Diego [Bello], el coruñés asesinado en Filipinas, y también impulsó el regreso del Dépor Genuine. “Es que me cogen de cerca todas esas causas. Por desgracia, lo del cáncer me cogió con mi madre y con mi padre. Diego Bello era amigo mío, conocía a sus padres desde niño, que jugábamos en el URAL. Y lo del Genuine, nos tocó a los capitanes y lo pasé muy bien —relata Mackay—. En lo que pueda ayudar, siempre voy a estar disponible para intentar conseguir lo que haga falta”.