Del Dépor desbocado de Murcia al Dépor medido, milimétrico de A Malata. Borja cambió a todo el equipo para vivir el primer derbi de las Rías en liga y con público en cuarenta años. Día grande, ambiente cargado, fútbol escaso, desenlace a la altura de su historia. Volvía, de esta manera, el grupo a esa versión tan fiable, tan inglesa, que en ocasiones deja con un punto de insatisfacción al deportivismo. Toda victoria, toda racha y esa seguridad en el rumbo siempre se celebran y acaban generando, tras el análisis, una llenadora satisfacción. Pero también se echa de menos a veces un festín, comer con las manos, una remontada, un partido con el corazón en la boca e intercambio de golpes. Lo hubo y con ración de prórroga en La Condomina, no así en Ferrol... Al menos, hasta los últimos minutos.

Más allá de las conspiraciones, solo hubo un árbitro que se equivocó dos veces y que pareció querer compensar

Esos instantes finales le añadieron voltaje a un clásico recuperado que tuvo un toque de ensayo general, a la espera de que al deportivismo se le dé un espacio más acorde a su fuerza en la grada de A Malata. El tramo final destapó a un colegiado doblemente malo. Se equivocó y se volvió a equivocar. Y con un tufo a ley de la compensación difícilmente digerible y que le condena aún más. Luego llegaron las quejas, los lloros. Ahí ya cada uno vio lo que más le convenía. Que si por qué lo anula, que si por qué lo señala, que si por qué no marcó la misma infracción en una falta previa a Lapeña... Para entonces ya brotaban las teorías de la conspiración por doquier donde simplemente había un árbitro ínfimo y que encima pareció querer arreglarlo de la peor manera posible. Ni el Racing estorba ni al Deportivo le persiguen designando a un colegiado de Santander. Es cierto que la Federación podría cuidar más las formas, sobre todo, en lo referente al calendario y al descanso de los equipos ahora que empezó la Copa del Rey. Pero de ahí a ver un fantasma en cada esquina...

A este tramo final llegó el Dépor un poco más desahogado tras padecer varias fases de partido de cierta apretura. La gran virtud del Racing fue desactivarlo, quitarle el mapa del partido a un equipo tan controlador. Casi lo peor que se le puede hacer. El cortocircuito fue mayor en la primera parte que en la segunda. Así, Dani Nieto tuvo un par de ocasiones y el equipo de Cristóbal logró teñir el duelo de verde, dejar en el aire la sensación de que si alguien podía haber ganado era su equipo. Aún así, el Dépor tampoco estuvo lejos. Eso quiere decir que, incluso en un día bajo, su listón es muy alto. Las trayectorias se construyen con victorias, trabajo y lecciones. Las victorias morales suelen ofrecer a veces un consuelo autocomplaciente y pernicioso.

Aún en un día malo, de los peores en toda su liga, el equipo no estuvo lejos del Racing. Su listón es alto

El Dépor fue el primero en su análisis interno y externo que vio debilidades. Borja no las escondió, Álex proclamó que había sido el peor partido con balón. Los resultados del domingo les dan margen y refuerzan esa trayectoria firme que no termina de romper, pero en la que nunca se detienen y que les ha convertido en inalcanzable para los demás. Un día falla el Racing o el Rayo Majadahonda, al otro cualquiera de los dos logroñeses y casi nunca el Dépor. Así surca imperturbable la travesía a Segunda, aunque en Abegondo y cualquier deportivista que no sufra parte de esa ceguera selectiva que circuló por A Malata sabe que el salto le requerirá algo más, que esperan meses de crecimiento y de introducir variables en el equipo. Eso sí, sin renunciar a unas señas de identidad que le han convertido en el conjunto más reconocible de la categoría.

Yeremay, dentro y fuera

Y el Dépor levemente, quizás no a la velocidad deseada, empieza a trabajar en esas variantes. El partido de Murcia sirvió para que más de uno presentase sus credenciales en esa vuelta de tuerca que debe dar el equipo para mantener el nivel. Crecer en ataque para no depender de la pegada, para no involucionar. Parecerse cada día más a ese grupo que atacaba al UCAM más que al que se trastabillaba en Ferrol. Influye el rival, pero hay que exigirse. Ese día Aguirre se comió la banda de La Condomina, Quiles demostró que se ha recuperado, De Vicente recordó que sigue ahí y la gran aparición fue Yeremay. El deportivismo ya le tenía ganas. Es pícaro, diferente, entra por los ojos. Pero ese quiebro de cintura y ese gol maradoniano hizo que se rindieran.

El Dépor debe crecer en su juego ofensivo para no involucionar. Ascender a Segunda requerirá más nivel, un paso adelante

Con la guardia por los suelos y la necesidad de picante en las bandas, la baja de Doncel le puso una alfombra roja para estrenarse. Con Miguel Loureiro y un partido tan cerrado, no fue tan sencillo dejar su huella, aunque de chocar en muros también se aprende. Entre el ansía de la grada por ver a un jugador de la calle ya y todo el tiempo posible, aunque tenga 18 años, y la precaución que exigen los saltos al fútbol sénior, hay siempre un término medio que el canario empieza a transitar. Es distinto. Ese desequilibrio con la pelota en estático no lo luce nadie en esta plantilla, ofrece matices al juego de William. Debería haber debutado antes en algún partido cerrado y sin amarrar como el del Bilbao Athletic. Con las cautelas que exige su caso, tiene que ser uno más, una variante para hacer crecer ese juego por bandas en el que tanto cambia y que tanto hace dudar a Borja. Por ahí y en el medio, en ese entramado interior en el que no encuentra claridad, enredado y agarrado a los pivotes, es donde está el margen de mejora. Hay tiempo y colchón. Será necesario.