Álvaro Rey llegó como regalo de Reyes a Riazor y casi cuando se levantaba la persiana del mercado de invierno en la Primera Federación. Borja Jiménez no dudó y lo incluyó en la primera lista posible. Pero aún no estaba para saltar al césped y su estreno llegará en diferido por fin esta semana. La triple exigencia en siete días para los deportivistas empuja a exprimir la plantilla y a comerse los plazos a bocados y lanzarlo al césped. El técnico es el primero que reconoce que el sevillano estará “lejos” de su mejor versión estos días, pero incluso lo ve para salir de inicio en cualquiera de los envites. La afición podrá disfrutar de ese especialista en la zona de enganches que tanto persiguió el Dépor en los últimos años. Un futbolista efectivo y efectista, desequilibrante.

“A Riazor le va a gustar”, sentencia Hugo Rama, exfabrilista, ahora jugador del Lugo y compañero de Álvaro Rey en el Mirandés que asciende a Segunda División comandado por Borja Jiménez. “Nunca se achica y hace cosas diferentes sobre el césped. Va a rendir en el Dépor. Aunque falle, le va a dar igual, la va a volver a pedir”, relata de un futbolista inmune al error y al que tampoco le condicionan los momentos críticos ni los escenarios supuestamente imponentes. “Ese año en Miranda de Ebro estuvo a un nivelazo tremendo con nosotros. Y contra los equipos buenos, cuando había que jugar, él siempre estaba; eso es de futbolista bueno de verdad”, asegura aún maravillado Rama, quien mantiene contacto con todo el grueso de aquel equipo histórico, entre los que se incluyen el nuevo extremo del Dépor y el actual técnico de Riazor.

“Es muy vistoso. En diez minutos sabrán que es muy bueno”, apunta Pablo Rey

Un año antes de llevarse la alegría de ascender en Anduva experimentó todo lo contrario, el descenso a Tercera en Ferrol. En aquel equipo estaba Ian Mackay, también Álvaro Rey, que logró cuatro goles en trece partidos, pero no pudo evitar la caída. Otro de los integrantes de aquel vestuario era Pablo Rey, capitán de los verdes y ahora futbolista referencial del Somozas. “Tiene mucho desparpajo, no es nada tímido en el campo. Va a coger el balón y confía mucho en las condiciones que tiene. Es muy vistoso porque tiene un buen golpeo, encara, se asocia. La gente, con solo verle diez minutos, ya sabrá que es muy bueno”, apunta Pablo confirmando muchas de las cualidades expuestas por su excompañero en el Mirandés.

El análisis de la llegada del nuevo fichaje del Dépor tiene siempre en las últimas semanas el asterisco de su etapa en Bolivia, donde no pudo rendir en plenitud, a pesar de ser una liga menor. Hugo Rama resta importancia a ese punto en contra, porque hay componentes personales que le ofrecen una coartada al sevillano. “Jugar allí es difícil. Sales a un país que no conoces y, aunque él había estado en Grecia y en Polonia, no es fácil adaptarse a la altura y echaba de menos a la familia”, cuenta de un fichaje, al que eleva el hecho de que venga de la mano de Borja. “Con él siempre se sintió cómodo, incluso lo ponía por dentro (en el Mirandés) en una posición en la que rendía muy bien. Borja tiene un trato muy cercano. Te dice las cosas que no le gustan a la cara y eso el jugador lo valora mucho. Tiene muchas ganas de seguir aprendiendo, es un freak del fútbol, yo se lo digo. Es un superentrenador”, relata riéndose mientras recuerda esas periódicas conversaciones Lugo-A Coruña.

La timidez justa

Álvaro Rey llega en su madurez a la caseta de Abegondo con un cicerone como Ian Mackay y con la ventaja de conocer la ciudad de su anterior etapa en Ferrol. Pablo Rey cree que “se adaptará a cualquier tipo de vestuario”, que “encajará, aunque sea a mitad de temporada, porque tiene experiencia a cierto nivel, donde ya se nota que estás en el mundo profesional y puede haber más egos”, relata. Hugo Rama cuenta que en Miranda de Ebro “al principio, a pesar de ser andaluz, le costó un poco abrirse, pero luego ya es vacilón, gracioso”.

Mientras no llega esa primera cita entre Álvaro Rey y Riazor, que como pronto se producirá en una semana ante el Racing de Santander, Villaviciosa de Odón y Zamora serán los bancos de prueba, los aperitivos para el deportivismo desplazado o que siga a su equipo en la distancia. Serán las primeras carreras como blanquiazul de un jugador vistoso, atrevido, que luce en los partidos importantes. La última pincelada en busca del ascenso.