“Cuando el tren que conducía a los expedicionarios llegó a la estación sonó una estruendosa y prolongada salva de aplausos”. Será muy diferente el recibimiento de este fin de semana al Real Unión de Irún en A Coruña a aquel que le hizo el Dépor y todas las sociedades deportivas de la ciudad en 1911 a uno de sus clubes embriones, el Racing Club de Irún, que incluso fue escoltado por ciclistas en su trayecto en carruajes hasta el hotel. Sirve, aún así, la descripción del periódico coruñés El Noroeste para que resuenen los ecos del pasado y para darse cuenta de que el domingo no pisará Riazor un club cualquiera. Lo hará uno de los pioneros y grande entre los grandes entre 1910 y 1930, un cuádruple campeón de Copa (1913, 1918, 1924 y 1927). Emery, René Petit, Belauste, Arabolaza, Eizaguirre, Zamalloa...

El fútbol caló en España a finales del XIX a través de sus zonas más permeables. Los puertos de mar, con los barcos ingleses que arribaban o con empresas como la del cable en Vigo, o los sitios transfronterizos como Irún. Su linde con Francia, donde arraigó antes el balompié, le convirtió en una de las cunas y alumbró en 1915 al Real Unión, potencia de preguerra.

Imágenes del duelo entre Dépor y Real Unión jugado el 25 de abril de 1926 en el parque de Riazor. | // L.O. Carlos MIranda

Era aquel un fútbol vigoroso, moderno, recio que en A Coruña deslumbraba cuando el Dépor aún gateaba como institución y estaba lejos de la élite. Era un acontecimiento, una lucha entre David y Goliat en la que a veces el pequeño acierta con la cabeza del grande.

Así ocurrió aquel 30 de abril de 1911 en el primero de los dos amistosos pactados. El otro fue al día siguiente. El parque de Riazor estaba a rebosar. Era uno de los acontecimientos del año. Hasta el renombrado pintor Francisco Llorens había realizado uno de sus carteles anunciando el match. Enfrente ya estaban algunos ilustres como Arabolaza, Eizaguirre o Zamalloa. El Dépor no se arredró. 2-2, resultado final. El portero Rodilla había sido el héroe de la tarde, doblete de Macho. “¿Empatados el Dépor y el Racing club famoso? Ya lo ven ustedes. No es tan fiero...”., escribía un periódico de la época. En realidad, 24 horas después sí lo que fue. 0-4 y un partido que impactó por su brutalidad. Primero el visitante Rodríguez quedó inconsciente sobre el césped tras un choque que le provocó una brecha de la que emanaba mucha sangre. Pudo continuar. Minutos más tardes, su compañero Baldo Martínez sufrió una fractura de tibia y peroné. Se oyó el chasquido en todo el estadio y, según las crónicas, alguna dama abandonó el estadio ante tal impresión. Fue atendido por el recordado Médico Rodríguez, quien pudo inmovilizar la extremidad. Era un fútbol sin medias tintas ni piernas recogidas en las disputas de los balones.

Cartel realizado por Francisco Llorens para anunciar un duelo en los años 10. | // 110% BLANQUIAZUL Carlos MIranda

Un año más tarde, en agosto, regresaron y con refuerzos. A Coruña se había quedado con ganas de más, ellos también. Pisaba la ciudad un Dream Team. Estrellas del Racing de Irún con efectivos del Barça y del Athletic, entre ellos, Belauste, que en Amberes 1920 inauguraría la España de la Furia con su frase de “a mí, Sabino, que los arrollo”. 0-3 y 0-4,. El Dépor no tuvo opción. La primera tarde estuvo deslucida por la lluvia, la segunda hubo mucha expectación. Al final de aquel ejercicio los vascos ganarían su primera Copa.

En 1926, ya como Real Unión, llegó quizás el choque grande. Oficial, en Copa. El parque de Riazor, lleno hasta la bandera para recibir al que un año después volvería a ser campeón del torneo del KO por última vez. Había venido gente de toda Galicia, a pesar del 3-0 de la ida en el histórico campo de Amute. A viejos conocidos se sumaron ilustres como Luis Regueiro; René Petit, el francoirundarra, futbolista inspirador en aquella época; y Antonio Emery, abuelo del actual propietario y entrenador del Villarreal Unai y padre de Juan María, que luego también estaría bajo los palos de Riazor en los 60. 3-4 con dos goles del coruñés Ramón González, que hasta marcaba lesionado. De vaselina, de falta, le daba igual. Una tarde grande, de las que hubo más en años sucesivos, ya en liga, pero que fueron perdiendo lustre. Este domingo, el primer paso para recuperarlas.