Álvaro Rey (Sevilla, 1989) fue la única incorporación en el mercado invernal del Deportivo. Después de varias intentonas anteriores, el extremo recaló en A Coruña como última parada de una carrera nómada que lo ha llevado por España, Grecia, Polonia y Bolivia.

Es el recién llegado, pero ya conocía a Álex Bergantiños, a Ian Mackay, a Borja Jiménez...

Cuando conoces gente cercana que ha estado aquí en la ciudad y en el club, llegas sabiendo más o menos a dónde vienes. Todo el mundo con el que hablé me hizo dudar muy poco de venir al Deportivo. Me he encontrado un vestuario muy sano y parece que llevo aquí desde junio.

Era una historia pendiente la suya con el Deportivo, pudo fichar en otras ocasiones...

Es verdad. Estuve a punto de venir dos veces y no se dio. A la tercera fue la vencida. Parecía que el destino estaba preparado para venir aquí algún día.

¿Cómo ha sido llegar el último y empezar de cero en un equipo ya rodado?

Es complicado. Además yo he venido un poco por detrás físicamente. En Bolivia llevaba un tiempo sin jugar y no tuve mucha continuidad en los últimos meses. No tenía mucho ritmo y aquí he intentado ponerme a la par lo más rápido posible.

¿Ha notado esa falta de ritmo?

Sí, es que venía de bastante tiempo sin jugar muchos partidos seguidos y aquí te encuentras con que el ritmo es muy alto, porque también el Dépor es un equipo que le mete mucho ritmo al juego. Notas un poco esa falta de ritmo, ya no solo físicamente, porque ves que el resto van un poco por encima de ti. Cada día me siento mejor, pero todavía no estoy en plenitud.

¿Afecta más en su caso por la posición en la que juega esa falta de ritmo que menciona?

Puede ser. Cada extremo es un mundo y nosotros tenemos una gran variedad. Tenemos jugadores más fuertes, más bajitos, más fuertes, más rápidos... El míster tiene mucho donde escoger y eso es bueno para la competitividad. Yo a lo mejor no soy tan rápido como William ni como Doncel, pero en los primeros metros soy explosivo y quizá más potente en ese sentido. Lo que quiero intentar es llegar a ese nivel que he dado en España en los últimos años, sobre todo en Miranda (de Ebro), que es donde mejor me he sentido. Ojalá llegue a ese nivel, por mí y sobre todo por el equipo.

Borja Jiménez comentó que también podría utilizarlo por detrás de los delanteros...

He jugado ahí, también a pierna cambiada en la banda izquierda, pero es que en la plantilla hay mucha variedad. Todos los jugadores de banda del equipo pueden jugar tanto por dentro como por fuera porque técnicamente son muy buenos. El entrenador en ese sentido tiene mucha suerte, por decirlo de alguna forma, aunque también es un problema para él.

¿Le ha sorprendido el nivel?

Es súper alto. Sabía que había un nivel alto, porque he seguido al Dépor, pero cuando lo ves desde dentro compruebas que es un nivel de Segunda División. No puedes bajar el ritmo porque te comen.

Eso conlleva exigencia...

Sabemos que como plantilla la del Dépor es la mejor. No lo digo yo, ahí están los números. Cualquiera que lo vea sabe que es la de más nivel de Primera RFEF. Cualquier jugador que entra puede hacerlo igual que el que participa de inicio.

Aterrizó con el equipo instalado en una dinámica excelente y llegó la crisis de resultados...

Fue una situación un poco rara. Creo que los tres partidos que perdimos no los merecimos perder. El otro día sin embargo contra el Calahorra, que no fue nuestra mejor actuación, ganamos. A pesar de esas derrotas el equipo no ha perdido su identidad y ha jugado a lo que el entrenador lleva haciendo todo el año.

Los goles contra el Calahorra los celebraron con rabia, ¿se quitaron un peso de encima?

Es que el grupo es muy bueno y cuando las cosas están mal es cuando se ve realmente el equipo y la unión que hay para recuperarse de los baches. Cuando marcamos el segundo nos fuimos todos a celebrar: los que estábamos en el banquillo, Víctor que está lesionado, Juergen sancionado... Salimos en la foto todos porque somos una piña y sabemos que en los tres últimos partidos que perdimos sufrimos. Fue como que todos dijimos: “Ostras, parece que este partido no se nos va a ir”.

¿Se ha encontrado un Borja Jiménez muy diferente del que conoció en el Mirandés?

Su personalidad sigue siendo la misma, pero es verdad que con el paso de los años vas madurando y aprendiendo, igual que un futbolista. Borja es un técnico al que le gusta aprender y está creciendo, los números le avalan. Sigue siendo la misma persona que se empapa de fútbol y que disfruta con lo que hace. Creo que este año está disfrutando con el equipo, porque su trabajo se ve reflejado en el campo, como un profesor que enseña a sus alumnos.

Usted también llega en una etapa más madura, después de destacar en España se fue a Bolivia y fue de los primeros en probar suerte en Estados Unidos. ¿Decidió ser un poco nómada en su carrera o se dio así?

En mi primer año como profesional jugué en Segunda con el Nàstic, pero en el segundo descendimos. Quedé libre y la mala suerte hizo que al siguiente con el Xerez también descendiéramos. Me tuve que buscar las papas, como se suele decir, y apareció la opción de Estados Unidos. Allí firmé tres años, estaba muy cómodo y a gusto, pero casi a punto de cumplir el primer año me llamó Bordalás para el Alcorcón. Creo que hice buenos partidos, sobre todo en la Copa del Rey, que llegamos a cuartos de final. Es verdad que en liga no era titular indiscutible, pero estuve a buen nivel. Luego hubo cambios y me rescindieron junto a cinco o seis jugadores más. Me pilló muy de sorpresa porque me llamó mi representante dos días antes de que se cerrara el mercado

Luego se marchó a Grecia, al Panetolikos...

Allí caí de pie. En mi primer partido, en el primer balón que toqué, marqué un gol. Hice una jugada en diagonal, me fui de dos o tres y con la izquierda marqué. Increíble. El tiempo que estuve me encontré muy bien y el club era serio. Allí había problemas de impagos, pero yo no los tuve. Las instalaciones eran buenas también. Me ofrecieron renovar por dos años más, pero no llegamos a un acuerdo. Después me marché a Polonia, y quizá esa fuera la peor experiencia. Jugué muy poco.

¿Su mejore etapa fue en Miranda?

Salió todo redondo. Futbolísticamente me salió todo: goles, rendimiento, asistencias... Ascendimos y luego en Segunda con Andoni (Iraola) imagínate. Semifinales de Copa, individualmente muy bien...

¿En el mercado de invierno de esa temporada le llamó el Deportivo?

En diciembre. Fernando Vázquez me quería y estuve a punto de venir, pero no se dio. Es verdad que no he sido un jugador de estar en un club mucho tiempo, pero soy de los que pienso que hay que llevarse lo mejor de cada sitio. Aquí he firmado solo seis meses y ojalá sea un año más porque significará que hemos ascendido y que el club cuenta conmigo.

Esa temporada en el Mirandés les colocó a muchos jugadores de la plantilla en el mapa futbolístico, ¿por qué decide probar en Bolivia?

Todos tuvimos muchas ofertas para salir. En verano tuve varias de Segunda, pero no soy hipócrita. Tenía 30 años y pensé que me quedarían cuatro o cinco de fútbol. Lo que tenía que intentar era generar pensando en mi hija. Yo no he generado mucho económicamente y aproveché ese año para sacar un buen contrato. Pensé en mi familia y en que a mi niña cuando me retire no le falte de nada y pueda ir a los mejores colegios. Todo futbolista tiene que pensar en eso porque la carrera es muy corta, salvo que hayas estado mucho en Primera División. Yo cuando me retire tendré que trabajar porque no soy rico ni creo que lo sea. El proyecto además era muy bueno y pude disfrutar, sabía a dónde iba. Fue una experiencia muy buena. Jugué la Libertadores y la Copa Sudamericana, conocí Bolivia, que es un país impresionante, y me enfrenté a Palmeiras, Lanús, Guaraní, Audax Italiano... Todo eso te lo llevas. Futbolísticamente no fue bien del todo, pero eso puede pasar.

Aquí sin embargo ha hecho un esfuerzo de la mano del club para poder venir...

Tenía una oferta de Segunda que económicamente era mejor, pero no prioricé eso. Deportivamente para mí el Dépor es la mejor opción, aunque viniese gratis, lo digo así de claro. El Dépor tiene opciones de ascender y para mi fútbol, cuando esté al cien por cien, me va a venir muy bien tanto el equipo como la ciudad, la afición, el estilo del entrenador... Cuando vienes al Dépor no priorizas lo económico porque es un grande y el hecho de jugar en este club para mí ya es un logro. No voy a decir que era un sueño estar aquí, pero cuando estás en la pomada para ser profesional, y más yo que me empapo mucho de fútbol, siempre sueñas con poder estar en un club como el Dépor. Yo me acuerdo perfectamente el partido contra el Milan, viéndolo con mi padre y mi hermano. Nosotros somos sevillistas, pero cantábamos los goles del Dépor como nunca.