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fútbol - Deportivo

El deportivismo, a prueba de desgracias

La historia del Dépor está llena de episodios trágicos como el del Albacete - El sociólogo Manuel González Ramallal considera que han ayudado a forjar la identidad del club

Aficionados deportivistas, el sábado en Riazor después de la derrota contra el Albacete. | // CARLOS PARDELLAS

El deportivismo asistió el sábado en la derrota contra el Albacete a otro de esos golpes que lo han marcado a lo largo de los años y a través de varias generaciones. El ascenso se esfumó de manera cruel, como antes en episodios parecidos como el del Rayo Vallecano en 1983 y el del Tenerife en 1990. Esas desilusiones, sin embargo, también han sido cruciales para forjar la identidad de un club que volvió a presumir del vínculo que posee con la ciudad y sus aficionados. A juicio del sociólogo coruñés Manuel González Ramallal, socio y aficionado deportivista, tropiezos como el del sábado han sido tan determinantes como los éxitos para forjar el sentimiento blanquiazul.

“Igual que sobrevivimos en otras épocas a fracasos como el del Rayo Vallecano, la promoción contra el Tenerife, posteriores descensos..., la derrota no solo tiene un efecto de frustración, sino que de alguna manera puede provocar una mayor lealtad o arraigo a lo que consideras tuyo”, reflexiona el profesor de la Universidad de La Laguna e investigador especializado en deporte, cultura y sociedad.

La debacle contra el Albacete con todo a favor se suma a otros episodios de la historia deportivista que escriben un relato trágico que ha dado forma a la personalidad del club y sus aficionados y que no tiene parangón con otros clubes en esta época más reciente. El caso del Sunderland inglés ha sido paradigmático como equipo desgraciado debido a la serie de Netflix en la que se narraron sus calamidades, pero incluso ahí el Deportivo podría competir. “Podemos equipararnos y mejorar incluso esa serie de Netflix, Sunderland ‘Til I die”, bromea González Ramallal. “El Deportivo le supera por la izquierda y por la derecha. Si alguien quiere escribir el guion para una serie del club, está llena de historias trágicas, aunque también las hay de éxito. Hay un anecdotario importante que también forma parte de nuestra identidad. Eso nos ayuda también a sentirnos parte de algo y que por muy mal que vengan dadas vamos a seguir estando ahí”, añade el sociólogo coruñés.

El peligro para el club podría estar en que la sucesión de adversidades a las que se ha tenido que enfrentar en las últimas temporadas (los descensos, la derrota en Mallorca, el caso Fuenlabrada...) acaben erosionando al deportivismo y se resienta el apoyo que se pudo sentir durante las últimas dos semanas en la ciudad. “A corto plazo no va a afectar, sino que incluso va a reforzar. Muchos nos curtimos viendo que no éramos capaces de empatar con el Rayo, que el Tenerife nos mojaba la oreja en Riazor... Eso nos hizo ser más deportivistas. El problema que veo a medio y largo plazo es que esto se enquiste y que no seamos capaces de salir de ahí. A corto plazo el sentimiento deportivista está muy arraigado en la ciudad. Por supuesto no quiero pensar en una tragedia mayor como la que estuvo a punto de producirse la temporada pasada de bajar a Segunda RFEF”, resume el investigador coruñés.

La otra amenaza es que ese sentimiento deportivista se interrumpa y que no se traslade a las nuevas generaciones debido a las decepciones continuadas. El sábado en Riazor el estadio estaba repleto de aficionados jóvenes que aseguran el relevo y también de niños y niñas acompañados de sus padres y abuelos. La mayoría solo han sido testigos de las desgracias del club y la imagen al final del partido era desoladora para ellos. “Al salir del campo, al hablar con la gente, casi lo que más preocupaba era esa deuda emocional que tenemos las generaciones que vivimos en primera persona los éxitos. Nosotros deseamos compartirlos con los más jóvenes y que no tengan que verlos en Youtube, que puedan experimentar y sentir esas emociones. Al verse incumplido, se genera una frustración no solo en los más jóvenes, sino también en los mayores, que estamos deseando que ellos puedan vivir éxitos. Quizá no podrán ser tan grandes como los anteriores, sino pequeños éxitos como ascensos, permanencias...”, expone González Ramallal.

El sociólogo coruñés destaca que la labor de las familias en esa tarea de trasladar el sentimiento deportivista está siendo fundamental para mantener vivo el arraigo con el club en la ciudad y su área de influencia. “Hay un trabajo muy importante de las familias coruñesas para que sus hijos y sus hijas continúen queriendo a estos colores”, subraya.

Ni siquiera la reciente pérdida de la propiedad popular que diferenciaba al Deportivo debido a la capitalización de deuda que convirtió a Abanca en dueño mayoritario del club ha provocado que su identidad se haya resentido. “Independientemente de que ahora la estructura del capital dentro de lo que es una Sociedad Anónima Deportiva se haya transformado, ese sentimiento de adhesión al club se sigue experimentando de manera colectiva y popular”, sostiene González Ramallal. “En ese sentido, es difícil encontrar ejemplos similares en ciudades de tamaño parecido. La época dorada del club generó algo que no se ha dado en otras ciudades. Los clubes de nuestro tamaño no obtuvieron nuestros éxitos deportivos y ese sentimiento se diluye un poco más”, asegura.

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