Un cañón, potente pero a la vez preciso, tiene Ibai Gómez en su pierna derecha. El vasco, que jugó sus primeros minutos con el Dépor el pasado sábado en Riazor contra la Balompédica Linense, sigue poniéndose en forma para recuperar lo antes posible la chispa perdida por lo poco que compitió en los últimos meses. Lo que mantiene intacto es su golpeo. Lo demostró en la recta final de la sesión de este jueves en Abegondo, que aprovechó para ensayar las faltas directas junto a varios compañeros. Además de Ibai, también probaron Rubén Díez, Adrián Lapeña, Gorka Santamaría y Max Svensson, ante la mirada atenta de Borja Jiménez y del resto de futbolistas, boquiabiertos por la facilidad con la que Ibai superaba con su guante la barrera y mandaba el balón directo a la escuadra. Y no una vez. Cuatro seguidas desde el mismo sitio. Solo falló al quinto y último intento, aunque para entonces tanto el técnico como sus compañeros intercambiaban comentarios de admiración hacia el vasco. Un lujo.
De los otros cuatro lanzadores, que también disfrutaron de cinco tiros cada uno, solo anotaron una vez Rubén Díez, Lapeña y Gorka, al que sus compañeros reprocharon en broma sus duros misiles que tumbaron en un par de ocasiones a los muñecos de la barrera. “¡Otro a la UCI!”, se escuchó. Max Svensson, por su parte, derrochó potencia en sus golpeos, pero sin puntería. Fue el único de los cinco que no convirtió ningún disparo.
Balón parado defensivo
Antes de esas series de lanzamientos directos, Borja Jiménez dedicó buena parte de la sesión de este jueves a trabajar el balón parado defensivo, uno de los principales puntos débiles del Dépor. Solo faltó Víctor Narro, que se ejercitó al margen.
