Con la lengua por el suelo, a 30 grados, sin ideas y sin control de la pelota y del juego. Un Dépor de mínimos se lleva el premio máximo de Mérida mostrando dos versiones contrapuestas, pero ninguna que satisfaga ni que muestre a un equipo hecho. Un año y algo de proyecto, bastante por hacer. Un gran disparo de Raúl Carnero abrió la lata en casi el único disparo a puerta de los blanquiazules en todo el duelo frente a un rival de perfil bajo. De ese Dépor granítico y plano que encontró el jack pot en el disparo de su canterano al equipo descosido del segundo acto que acabó achicando y revolviéndose. Ni una cosa ni la otra. Sin equilibrio, solo le quedó resistir con el consuelo de llevarse los tres puntos, seguir en el pleno y ganar tiempo. El resultado no debe maquillar un desempeño más que justo. Nada nuevo bajo el sol. 

Mérida - Deportivo LOF

Lo que más o menos funciona casi no se toca. Con matices y fiel a su estilo, Borja quiso que su Deportivo fuese por el mismo surco que empezó a marcar hace una semana ante la Balona. Kuki Zalazar, un falso nueve, era su apuesta de inicio para ser una referencia móvil, asociativa y con diferentes cualidades a las de Gorka Santamaría. El resto no cambiaba. Víctor Narro estaba a punto y presto para dividir la banda y en la sala de máquinas seguían Villares y Álex pertrechados. Ante al solidez, más roca, a costa de perder en creatividad. Primero, tener el partido en la mano, reducirlo al mínimo, ya llegaría el triunfo por pegada.

Así empezó a andar en Mérida un Dépor que no sufrió, pero que a penas inquietó a su rival en la primera media hora. Los locales, bajo un sol inhumano, tenían muy claro el plan: repliegue y a correr a la mínima que tuviesen la pelota, siempre finalizando las jugadas. Efervescencia con escasas opciones de hacer daño. Por nivel y por número de efectivos que sumaban al ataque.

El Dépor subía la líneas y equilibraba con su dupla de la casa. Eso sí, su circulación de pelota era ínfima ante un Mérida, recién ascendido, que defendía juntito y plácido. Cada pase parecía precedido de un fax. Aun así, el grupo de Borja apostaba por la paciencia, por tocar y tocar. No sufría, era superior, tampoco inquietaba apenas.

Poco a poco a partir del minuto 20 fue asomándose. Lo intentaba por las bandas, buscaba sin éxito a Mario Soriano. Muy incipiente. Le llevó media hora realizar el primer atisbo de disparo a puerta, aunque era un contexto plano, controlado que tampoco que le sobraba, que le preocupase. Ya llegarían las ocasiones, el gol, el desequilibrio en ese juego de mínimos en el que se movían ambos.

Deportivo - Mérida LOF

Y no tardó nada. Un saque de esquina, varios rebotes y uno de los clasicazos y potentes golazos de Raúl Carnero que no había podido a hacer en A Coruña. 0-1, minuto 35. El lateral besaba el escudo, llegaba la diferencia. El grupo blanquiazul se animó a jugar, se soltó y buscó el 0-2 antes del descanso. No llegó. Las cosas en el Dépor van poco a poco.

Las sorpresas se las debió querer dejar Borja para el descanso. Una novedad en el once, dos tras el paso por vestuarios. Contracultural para su forma e actuar. Sentaba a Kuki Zalazar y Álex. Nuevo delantero y cambio en la sala de máquinas. Quiles se mudaba a la punta de lanza y Rubén Díez salía para revolotear en la segunda línea. Olabe ponía un pie en el campo para tener la pelota, para mandar y controlar el partido a partir del esférico. Fue imposible, ni siquiera con la ayuda de un Mario Soriano que se sumó a la creación. El Mérida también movió el banquillo por pronto y agitó el partido sin que el equipo coruñés fuese capaz de serenarlo en todo el segundo acto.

Deportivo - Mérida LOF

A los pocos minutos de la reanudación, el Mérida ya había estrellado una pelota en el palo. Primer y peor aviso del encuentro, aunque los emeritenses rondasen lo que quedaba de partido el área de Mackay. El Dépor, como es costumbre, sufría en cada transición. Sin Álex, más. La apuesta era dormir y domar el duelo con la pelota. De manera, sorprendente y cuando tenía varios jugadores dotados para ello, fue incapaz. Tampoco transitó ni robó arriba ni golpeó. Cortocircuitado.

Mientras tanto y por fases, el Mérida se afanó en correr y en presentarse en el área mediante combinaciones o balones colgados. Lo importante era llegar y muchas veces, no cómo. El Dépor sudaba, pero sobrevivía. Incluso con cierta holgura. Los últimos minutos, en el medio de un carrusel de amarillas y de cambios, fueron más de los mismo. Tampoco ayudó el calor extremo por encima de los treinta grados de la matinal de Mérida que no hizo más que nublar ideas, aplatanar la creatividad y el temple que tanto añoraban los blanquiazules. Primer triunfo, mucho por hacer, la Primera Federación ya está en marcha.