La Opinión de A Coruña

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DEPORTIVO

Y Amarelle vuelve al césped

La chispa con Setién surgió entre la arena, el ajedrez e interminables charlas; ahora se lo lleva al Villarreal: “Es el más preparado. Si debe decirle algo a Quique, no se callará”

España con Amarelle, segundo abajo por la derecha y Setién, segundo arriba por la derecha. | // LOC

“Se habla mucho de la relación de Amarelle con Quique (Setién) y esto va mucho más allá de una amistad. Ramiro está superpreparado, nadie le ha regalado nada, nadie se lo merece más”, defiende desde Dubái Nico Alvarado, ahora seleccionador de Bielorrusia de fútbol playa, que fue uno de esos meritorios jóvenes de A Coruña que se sumaron a finales de los 90 a la España de viejas glorias con el propio Setién, Sarabia, Gordillo, Míchel, Salinas... Era la prehistoria del combinado nacional, los primeros pasos de aquel equipo. Fue también donde interminables charlas de fútbol y partidas de ajedrez unieron al ahora entrenador del Villarreal y su segundo, que entonces, entre chilenas, goles y jugadas acrobáticas, se acabaría convirtiendo en uno de los mejores jugadores de todos los tiempos de la disciplina, junto al portugués Madjer.

Por allí también andaba Roberto Valeiro, posteriormente portero del Lugo con el cántabro, que reivindica la figura de quien acaba de dar el salto de su carrera. “Quique es muy campechano, pero también la persona más directa y sincera que conozco, lo que piensa te lo dice. Ya tiró de él para las divisiones inferiores del Racing de Santander y del Lugo y si vuelve a llamarlo es porque confía ciegamente. Es que Ramiro lleva 20 años entrenando, aunque la gente no lo sepa, y no solo en la arena”, sentencia el exmeta. “Le va a aportar mucho. Además, si Ramiro tiene que decirle algo malo, tengo por seguro que se lo va a decir, no se lo va a callar”, reafirma Nico Alvarado entre risas.

Amarelle, dirigiendo en los últimos tiempos a Inglaterra. | // R. A. Carlos Miranda

Todo surgió hace 25 años. El Dépor había sido unos meses antes campeón de España de juveniles, en 1996. Jugadores de aquella generación que no conseguían llegar a Riazor y futbolistas del fútbol base y modesto de la ciudad probaron en la arena en unos torneos patrocinados por DYC que se jugaban por toda España. Ganaban y ganaban, hasta formaron un combinado entre los destacados que se enfrentó a la España de aquellos jugadores que ellos solo venían “en los cromos”. Primero les cautivó Amarelle, al que acabaron apodando Romarito; luego Nico y Roberto. Vinieron más. Los reclutaron a todos para la selección. A Amarelle le empezaba a llegar la gloria y no en el césped, donde también tenía unas grandes condiciones. “Era brutal. En el Dépor era un 10, un zurdo tipo Fran. Conducía, golpeaba... No salió porque a veces pasa. También tuvo lesiones, sobre todo en los tobillos, y el fútbol playa le empezaba también a abrir un camino”, apunta José Luis Deus, técnico ayudante del Al-Shabab de Vicente Moreno y entonces juvenil de aquella generación del Dépor, que luego hizo carrera en Hércules, Nàstic, Xerez, Salamanca o Braga, equipo con el que pasó una prueba Amarelle a principios de siglo. “Estuvo quince días con nosotros y parecía que se iba a quedar, pero tuvo el problema de una lesión”, relata Deus.

La fuerza de la arena ya era para entonces mucho más poderosa. Y más ante los palos en las ruedas que se encontraba en sus tentativas en el césped. Amarelle era un habitual entre los no profesionales de la selección y no estaba solo. Nico admite que se les abrió un mundo nuevo, algo inimaginable. “Eran jugadores con los que nos habíamos criado, que solo veíamos en la tele y en los álbumes y ahora estábamos ahí compartiendo equipo y sobremesa con ellos”, cuenta maravillado. “Hablaban de Maradona, de Mundiales y nosotros éramos unos pringadillos y escuchábamos. Siempre fueron cercanos, es increíble lo bien que se portaban, nos daban consejos de hermanos mayores”, cuenta.

Deportivo juvenil campeón de España de 1996 con Amarelle en la segunda línea por abajo por encima de Deus David Oliva

Mientras se frotaban los ojos y entre torneo y torneo con España, Amarelle, Nico y Roberto trabajaban “como bestias” en la arena de A Coruña para perfeccionar su técnica, para atender a todas aquellas indicaciones y para estar a la altura de aquellos jugadores que estaban de vuelta de todo, pero que conservaban una calidad muy encima de la media en un deporte nuevo. Y no solo por ellos, era también para responder frente a oponentes como Cantona, Romario... Un sueño para quien había venido casi de la nada.

Y de aquel humus de competitividad y camaradería acabó emergiendo una relación por encima del resto. “Quique y Ramiro se dieron muy bien desde el primer momento, había feeling entre ellos”, desliza Nico antes de reafirmar la idea con un tono de obviedad: “Quien no haya hablado de fútbol con Amarelle es que no ha hablado con él. Estaban todo el día”. En esas charlas ya congeniaban por afinidad y por el gusto por un fútbol que ninguno de los dos ha escondido nunca. “Ramiro siempre fue un amante del juego de posición, eso nunca lo ha ocultado”, reafirma Deus.

Ramiro Amarelle M. Q.

La gloria, las selecciones

Las viejas glorias se acabaron marchando de la selección y Amarelle viajó alrededor del mundo. Ganó todo lo imaginable con España, con los clubes top del mundo en varias ligas, fue varias veces mejor jugador del mundo y poco a poco fue dejando el rectángulo, pero no la arena, para pasarse al banquillo. Ahora mismo era seleccionador de Emiratos Árabes, pero los últimos tiempos había pasado por el banquillo de Inglaterra o China, entre otros. Siempre iba intercalando estas experiencias con incursiones en el verde, como esas en las que Setién confió en él para las categorías inferiores en Santander y Lugo. Ahora le llega su gran oportunidad, esa en la que hará el camino inverso, el imposible hasta ahora, el de dejar la arena para volver al verde. Será “la mano derecha” de Quique Setién y, entre partidas de ajedrez y charlas de fútbol, buscarán guiar al Villareal desde la sinceridad y un fútbol reconocible.

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