La moneda estaba de canto. En todo lo alto, un Dépor sin excesos soplaba con fuerza en los últimos minutos para hacer su parte, para que le sonriese la suerte, para esquivar las balas de un árbitro peligroso. En un inicio de liga desgraciado, no sobra nunca que los hados se encomienden al menos un día a realizar un rescate exprés. Todo a la espera del fútbol y las sensaciones que aún están por llegar. Así, entre toda esta provisionalidad y con viento a favor, llegó esa carambola entre Mario Soriano y el defensa para celebrar un triunfo que sabe más que bien pero que tampoco despeja en exceso las dudas. El Dépor no deja de ser equipo impreciso, endeble y lleno de incógnitas que va tirando, pero que al menos ve su zurrón con cierta consistencia y la cabeza de la liga no muy lejos. Salió cara esa moneda que estaba en ella aire y como le sigan dando vida igual...  

En esta tarde de sábado el Dépor llegaba a Algeciras con la oportunidad de poder por fin presionar, de decirle a Córdoba y Racing que ahí estaba, que como se despistasen era una alternativa. Jugaba primero, en un campo para petar en la mesa, para dormir a dos puntos de la cabeza (finalmente fueron cuatro por al victoria del Linares). Cano, amigo de los cambios graduales, de las revoluciones silenciosas y que no se detienen, tocaba de nuevo lo justo. Olabe sustituía al lesionado Isi y sentaba de nuevo a Jaime para alinear a Lapeña. Golpe para el andaluz. Trilli tenía que esperar también, Antoñito gozaba de otra oportunidad para afinar el punto de mira.

1-2 | Algeciras - Deportivo LOF

Y la aprovechó, al menos para ir redimiéndose por la falta de precisión de sus asistencias en este inicio de liga. Un pase suyo en profundidad fue el que habilitó a Svensson para que el delantero hispanosueco adelantase al Dépor. 0-1, minuto 14. En esa jugada la salida coruñesa de la agobiante presión de los andaluces había sido académica. Y luego se había encontrado un solar. Ya habían coqueteado el propio Svensson y Quiles con adelantarse en una jugada anterior, ahora la reventaba el sub 23. Marcaba y celebraba con toda la rabia del mundo.

El panorama parecía idílico con el gol, pero era todo lo contrario. El Dépor, poco preciso en la mayoría de sus acciones y endeble, lo estaba pasando mal ante el Algeciras. Los de Iván Ania apretaban arriba, eran descarados, a la mínima, remataban, se lanzaban, hacían faltas. El Dépor estaba un tanto superado, no tenía la pelota, no se encontraba en el terreno de juego. La incomodidad personificada. El consuelo era la fragilidad que encontraba cuando superaba la presión. Tras el 0-1, hubo un instante que casi aparece el 0-2 en el horizonte. Le faltó personalidad y fútbol al equipo de Cano para imponerse en ese tramo de duelo.

El Algeciras, a arreones, jugaba a lo que pretendía, el duelo estaba en su terreno, bajo su patrón. Le ayudaba también un colegiado que se puso el reglamento por montera. De la permisividad a guardar el silbato en el bolsillo hay un trecho que el trencilla estuvo encantado de recorrer. El conjunto sureño se desempeñaba en cada acción más allá del reglamento, él se lo permitía.

Aun así, no es excusa para la falta de contundencia coruñesa. Era evidente que esa fragilidad le iba a acabar pasando factura y así pasó en el gol de Iván Trujillo. Mil rechaces, ningún despeje, remató casi todo el enfrente de ataque rojiblanco en esa jugada. 1-1, minuto 32, llegaba el empate. No merecían otra cosa. Uno y otro.

1-2 | Algeciras - Deportivo LOF

El Algeciras bajó un tanto el pistón en los últimos minutos del primer acto, aunque no renunciaba a alguna intentona aislada. Fugaz, con menos fe. Iba el partido en velocidad de crucero hacia el descanso hasta que todo salió por los aires. El colegiado, en la línea de todo lo que no había pitado, miró para otro lado en un cristalino penalti cometido sobre Mario Soriano. Todo el Dépor se echó las manos a la cabeza, no se lo podían creer, Cano se llevó una amarilla. Era incomprensible, también esperable la decisión de Pérez Hernández atendiendo a su criterio previo. Era malo, no engañaba. 

Ninguno de los dos equipos renunciaban a sus aspiraciones de triunfo tras el paso por los vestuarios. El Dépor quería ser protagonista, serenar algo más el juego, tener la pelota. Lo logró de manera puntual y hasta se puede decir que fue algo superior en el juego, sobre todo, porque al equipo andaluz le faltó la exuberancia física de la primera mitad. Antes parecían 30, una manada en la presión y ahora era un equipo más terrenal.

Esa versión más pausada del equipo rojiblanco no le impidió en la segunda parte dar un par de buenos sustos al Dépor. El primero en el minuto 48 en un cabezazo de Ferni que se fue arriba por poco. Y el segundo, quince minutos más tarde, en una contra de manual que Elejalde remató en bote y que sirvió para que Mackay se luciese en el despeje.

El equipo coruñés, menos ahogado, seguía dando por momentos sensación de endeble, pero tenía más intención de ir arriba de hacer la diferencia. Entero. Tuvo un cabezazo de Pablo Martínez a balón parado, una cabalgada frustrada de Quiles... No estaba cerca, tampoco muy lejos de ese 1-2 soñado en un partido de empate. Le acabó sonriendo la suerte. 

Recurrió Óscar Cano en el último tramo de partido a un Víctor Narro que era imprescindible con Borja y que había perdido peso con él. El balear parecía un buen lanzador para que lo deseaba hacer el equipo coruñés. Segundos antes del tanto, avisó con una cabalgada. Y llegó el gol. Con esa pizca de suerte, no sin dar el lustre que merece al buen pase de Rubén Díez para habilitar a Mario Soriano. El defensa ayudó desviando de tacón la pelota. 1-2, minuto 82. No parecía sufrir el Dépor en los últimos instantes. Pero, en el medio de la confusión por la lesión de Mackay, llegó el gol de los locales en el minuto 95. Injustamente anulado, es la realidad, no admite dudas ni peros. Compensaba el colegiado, de esta manera el penalti de la primera parte. Mal arreglo es equilibrar así el duelo, pero ofrece pocas opciones para tirar de coartadas, para lanzarse a los lloros. El Dépor gana y ve todo de otra manera, pero sigue necesitando mucho más fútbol para sustentar una hipotética reacción. Queda tanto...