El día que Pelé maravilló a Riazor

Un año después de ganar Suecia 58, se llevó el Teresa Herrera ante Garrincha

Pelé, a la izquierda, da la vuelta de honor en Riazor tras ganar el Teresa Herrera de 1959. |  // SANTOS FC

Pelé, a la izquierda, da la vuelta de honor en Riazor tras ganar el Teresa Herrera de 1959. | // SANTOS FC / Carlos MIranda

Carlos Miranda

Carlos Miranda

No había pasado ni un año desde la coronación del adolescente Edson Arantes do Nascimento, Pelé, en la final de Solna del Mundial de Suecia 1958 y el brasileño aparecía con muchos de sus secuaces en el mundial oficioso de clubes de la época, que no era otro que el Teresa Herrera. Riazor, en sus dos versiones (parque y estadio), ya había visto con sus propios ojos a la selección uruguaya campeona olímpica de 1924 y al San Lorenzo de Zubieta de finales de los 40 que había cambiado el fútbol europeo. Pero lo que tuvo ante sí una tarde de junio de 1959 le dejó atónito. A orillas del Atlántico, un Santos-Botafogo (4-1), la máxima expresión de O Jogo Bonito, que reunió sobre el verde coruñés al considerado por muchos como el mejor jugador de todos los tiempos y a futbolistas icónicos como Garrincha, Nilton Santos, Didí, Paulinho, Waldir o Zagallo.

Pelé, a la izquierda, y el Teresa Herrera, en el centro. |  // SANTOS FC

Pelé, a la izquierda, y el Teresa Herrera, en el centro. | // SANTOS FC / Carlos MIranda

“El césped de Riazor era una alfombra”. Pelé recordaba en el año 1994, en una carta escrita en la revista oficial de aquella edición del Teresa Herrera y recogida años más tardes por el libro Auge y caída del Trofeo Teresa Herrera, la que fue su única visita al coliseo herculino en 1959. “Lloré al besar la copa, la ovación fue inolvidable”, remarcaba el astro brasileño. Aquella tarde el eterno 10 de Brasil hizo un gol, provocó un penalti, casi se lesiona y tuvo tiempo para disfrutar de la ciudad. “Era muy bonita la bahía (...) Fuimos a ver un faro enorme y viejo. Se llegaba a pie con cierta dificultad. Fuimos a un jardín pequeñito y allí había una tumba. Todo era muy misterioso y sacamos algunas fotos (...) Esa ciudad, A Coruña, es hermosa. La gente, muy amable. Nos aplaudió muchísimo”, relataba en una detallada descripción en la que se le adivina paseando por la Torre de Hércules y por el Jardín de San Carlos, entre otras localizaciones.

El recuerdo de aquella parada en A Coruña dentro de una gira europea quedó muy vivo en la mente de Pelé y también en la del propio Santos como institución. Ganar un Teresa Herrera entonces justificaba cualquier temporada, aunque a aquel equipo de ensueño no le hiciese falta. Si se atiende al palmarés del que hace gala el club brasileño a día de hoy en su página web, ahí luce entre todos los títulos posibles e imaginables aquella copa de A Coruña que hizo emocionar a Pelé al besarla. No fue, desde luego, el único crack que se paseó por el césped de A Coruña durante esos veranos desde 1946 que llevaban a la ciudad a lo mejor de lo mejor. También se pudo disfrutar al Bayern de Beckenbauer y Torpedo Muller, al Ajax de Cruyff, a la Lazio de Paul Gascoigne, a la Juventus de Zidane, al Cruzeiro de Jairzinho, al Dinamo de Blokhin...

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