Los cambios solucionan el atasco del Deportivo

Soriano y Yeremay cambian la cara a un equipo espeso | Saverio, de nuevo discreto

Kike Saverio, rodeado de jugadores del Mérida ayer en Riazor. |  // CARLOS PARDELLAS

Kike Saverio, rodeado de jugadores del Mérida ayer en Riazor. | // CARLOS PARDELLAS / M. otero

Marcos Otero

Marcos Otero

Al Deportivo lo rescató ayer Quiles desde el punto de penalti gracias a una jugada en la que Yeremay justificó con una sola acción el puñado de minutos que su entrenador tuvo a bien concederle cuando el partido ya agonizaba. El joven canario hizo aquello que se espera de él: encarar para buscar hacer daño al rival. Picó el defensa, torpe para derribarlo en una de esas acciones fronterizas que retratan más a quien comete la falta que al que la castiga.

Yeremay hizo lo que quizá se espera de Saverio y que el reciente fichaje deportivista todavía no consigue mostrar. De nuevo titular por segunda jornada consecutiva, el extremo italo-ecuatoriano aún está lejos de resultar determinante para un equipo que busca desesperadamente recursos que le alivien cuando se atasca en escenarios como el de ayer contra el Mérida.

En el que quizá fuera el partido más espeso de toda la temporada en Riazor, el Deportivo volvió a ser un equipo que no encuentra demasiadas alternativas al juego posicional en el que se enreda cuando se asoma al balcón del área rival.

Anulado Lebedenko y ausente Saverio, al equipo blanquiazul le quedó ayer Antoñito como herramienta para profundizar, pero al lateral derecho volvió a faltarle la precisión necesaria para centrar con peligro.

En teoría el mercado debería haber compensado esas lagunas, pero el juego del equipo sigue volcándose por el centro con demasiada frecuencia, en especial cuando empieza a avanzar el reloj y los goles no llegan. Fueron dos jugadores que ya estaban en la plantilla, sin embargo, los que ayer sacudieron al equipo. Yeremay en esos minutos finales y antes Mario Soriano aportaron soluciones diferentes al equipo cuando insistía en acciones en las que el Mérida se encontraba cada vez más cómodo.

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