Kuki, de los silbidos a los abrazos

El centrocampista uruguayo, querido por sus compañeros y apreciado por el cuerpo técnico, transformó ante el Ceuta los reproches de la grada por aplausos en una temporada marcada por su escaso protagonismo

Kuki, de espaldas, felicitado por compañeros y cuerpo técnico tras el partido contra el Ceuta. |  // CASTELEIRO

Kuki, de espaldas, felicitado por compañeros y cuerpo técnico tras el partido contra el Ceuta. | // CASTELEIRO / M. Otero

Marcos Otero

Marcos Otero

Kuki Zalazar vivió el pasado fin de semana al acabar el partido contra el Ceuta los que posiblemente sean sus instantes más dulces de una temporada hasta ahora amarga. Orillado de las alineaciones durante buena parte de la temporada y observado con recelo por la afición, de la que nada más ingresar al campo el domingo volvió a escuchar silbidos, el centrocampista ofreció un cuarto de hora de juego con el que transformó esos silbidos en aplausos por parte de Riazor.

Querido por compañeros y apreciado por su técnico, Óscar Cano, recibió el cariño de todos en forma de abrazos tras el pitido final. Parte del protagonismo de esa importante victoria que colocó al Deportivo más cerca del liderato se lo llevó él, un jugador rara vez protagonista a lo largo de una temporada en la que tenía depositadas muchas esperanzas. Ese cariño le hizo sentir “feliz”, según su entorno, después de meses a la sombra en los que se ha ganado al vestuario con trabajo y respeto y también ha comprendido la “exigencia” que rodea al equipo blanquiazul.

Criado en un profundo ambiente futbolístico, Kuki (Montevideo, 1998), aterrizó en verano en el club en busca de la confianza que se le ha resistido en los últimos años. Hijo del histórico internacional uruguayo José Luis Zalazar, figura del Albacete de los 90, dos de sus hermanos son también futbolistas. Rodrigo, un año menor, es figura en la Schalke 04 de la Bundesliga y Mauro da sus primeros pasos en las categorías inferiores del Granada. El Dépor representaba una apuesta a pesar de que suponía bajar un escalón desde la Ponferradina, con la que jugó el curso pasado en Segunda, para un jugador que durante su etapa de formación en el Málaga fue saludado como una de las promesas más importantes del fútbol europeo.

Ese entorno le inculcó desde pequeño una “cultura deportiva” que ha llevado a rajatabla en estos meses en los que ha no ha contado con los minutos que esperaba cuando decidió aceptar la oferta por dos temporadas que le envió el Deportivo. Kuki tan solo ha sido titular en dos partidos este curso, el último en la jornada 7 contra el Rayo Majadahonda, y apenas ha disputado 391 minutos. Sus apariciones recientes se han limitado a los tramos finales de los partidos en un papel como revulsivo que quizá no se adapta demasiado a sus características.

Han sido meses complicados, especialmente cuando empezaron a brotar los silbidos desde la grada que el domingo se transformaron en aplausos después de un disparo al larguero y varias combinaciones con sus compañeros en un ataque en el que no ha conseguido encontrar un hueco precisamente por el nivel que han mostrado los Quiles, Mario Soriano, Lucas Pérez o Rubén Díez durante el curso.

El rendimiento de sus competidores por un puesto en el once le han llevado a asumir un papel muy apreciado por su entrenador. “Empezamos a confiar en Mario y Quiles y ha salido a pedir de boca, se quedó sin sitio y sin minutos. Y en vez de estar fastidiado, que debe estarlo, nunca lo exterioriza y alguna vez que he hablado con él me ha dicho: ‘Míster no te preocupes que intentaré que los que están dentro no se relajen”, desveló el domingo Cano después del triunfo contra el Ceuta y el apoyo que recibió Kuki de sus compañeros.

El lógico descontento por no jugar, insiste su entorno, nunca se ha trasladado a la caseta, donde mantiene una relación muy cercana con Yeremay, otro de esos jugadores de la plantilla en busca de oportunidades. Aclimatado a la ciudad y al equipo, el club nunca se planteó tampoco prescindir de él cuando en el mercado de invierno ya había quedado patente que no contaba con oportunidades. En su lugar salió Narro rumbo al Atlético Baleares.

A Kuki se le abre una oportunidad este fin de semana en Córdoba debido a la ausencia de Lucas Pérez por acumulación de amonestaciones. Consciente de la dificultad que tiene entrar al equipo titular, ganó puntos con su actuación frente al Ceuta, aunque es poco probable que Cano se decida por colocarlo en la banda y desplazar a Quiles de la posición en la que más ha cómodo se encuentra.

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