Deportivo
Deportivo-Castellón: Una gran marea azul llena Riazor de esperanza
Miles de aficionados marchan de María Pita al estadio para impulsar al Dépor hacia el triunfo con la mejor entrada de la historia de Primera RFEF: 28.828 espectadores
Ambientazo de Champions en una semifinal del play off por el ascenso a Segunda. Ya no sorprende en A Coruña, acostumbrada a fervientes y multitudinarias muestras de apoyo al Deportivo, pero no deja de ser algo fabuloso, digno de admiración. Nadie se quiso perder una cita tan grande y especial como la de ayer en Riazor, que registró la mejor entrada de la historia de Primera RFEF para impulsar al Deportivo al triunfo en la ida contra el Castellón.
El balón comenzó a rodar sobre el césped a las siete de la tarde pero el partido empezó a jugarse mucho antes, desde primera hora, en las avenidas, en las plazas, en los bares, en cada rincón de una ciudad volcada con su equipo. En las buenas y especialmente ahora, en las malas, el deportivismo nunca falla y lo volvió a demostrar ayer pese a la decepción de no haber ni tan siquiera rozado la meta inicial del ascenso directo.
28.828 espectadores, muy por encima de los 27.023 del día del Alcorcón, protagonizaron una nueva demostración de inquebrantable fidelidad a los colores blanquiazules. Ayer, con bastante más azul que blanco para homogeneizar la tonalidad de la gran marea de deportivistas que desembocó en Riazor, pero que empezó a levantarse horas antes desde María Pita y previamente en la calle San Juan.
En la calle San Juan
Esa céntrica ubicación, muy próxima al Palacio Municipal, se convirtió en un animado punto de reunión para los primeros cientos de aficionados que empezaron a calentar el ambiente, ambientazo desde primera hora. Lo más gordo vino después, desde las cuatro de la tarde, con el multitudinario respaldo a la convocatoria de los Riazor Blues y la Federación de Peñas para que todos los aficionados marcharan juntos desde María Pita hasta el estadio. Piel de gallina. Deportivismo en estado puro. Y 100% sincero, como demuestra la juventud de muchísimos seguidores que por su edad no pudieron disfrutar de los mejores años del equipo, los de los títulos y las Champions, pero que ahí están, animando de corazón.
Miles de personas peregrinando hacia el templo blanquiazul con un sentimiento y un sueño compartido, el de ayudar al equipo coruñés a dar el primer paso para retornar dentro de unas semanas al fútbol profesional. Sus cánticos retumbaron en Riego de Agua, en la calle Real, en San Andrés, en plaza de Pontevedra… hasta los aledaños de Riazor, vallados desde el Playa Club, a la altura de la plaza de Portugal, para permitir la entrada del bus del equipo entre un pasillo de miles y miles de aficionados.
A su llegada a la puerta 0 de Riazor, en Manuel Murguía, uno a uno fueron bajando del vehículo los protagonistas vitoreados por los hinchas. Todos recibieron ese primer empujón para lo que iba a venir después sobre el césped. Los que iba a jugar y también los que no, como el lesionado Alberto Quiles, que dedicó a los seguidores un gesto de complicidad elevando una de sus muletas con el brazo en señal de fuerza y ánimo nada más bajar del autocar.
El andaluz quería estar cerca de sus compañeros para ayudar desde fuera, donde le toca ahora, como si fuera un aficionado más.
Desde una hora antes del inicio del encuentro comenzaron a poblar las gradas los aficionados, que dedicaron la primera ovación dentro del estadio a Ian Mackay, el primero en salir a calentar. Poco después saltaron sus compañeros entre más vítores de la grada, cada vez más poblada a medida que se iba acercando la hora del partido.
“¡Que sí, joder, que vamos a ascender!”, escucharon los jugadores esprintando hacia vestuarios tras completar el calentamiento. Muchas ganas, mucha tensión y mucho azul en las gradas por las 25.000 camisetas regaladas por Estrella Galicia en el estadio. Álex, Lucas y Yeremay fueron los más ovacionados durante la presentación de las alineaciones, aunque todos fueron aclamados por un público que luego se entregó a tope durante los 90 minutos, espoleando al equipo en cada ocasión, en cada falta, en cada córner lanzado por Lucas, en cada parada de Mackay...
Decibelios a tope hasta la explosión total con el gol de Svensson, cuyo apellido coreó la grada minutos después en el momento de ser sustituido. Al final, alegrón por la victoria y más aplausos a los jugadores blanquiazules, que se acercaron a los dos fondos para agradecer el apoyo, deteniéndose en el área más próxima a Maratón para sincronizar sus palmas con las del público en señal de unidad e iniciando así la conjura de cara a la vuelta del próximo domingo en Castalia.
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