El Dépor mira al futuro entre dudas

El Deportivo se llevó ayer otro batacazo deportivo que condiciona de nuevo el futuro del club. Pocas cosas parecen seguras tras otro ascenso frustrado que deja a un club con más de 25.000 abonados por cuarta temporada consecutiva fuera del fútbol profesional.

Solo la continuidad de Rubén de la Barrera en el banquillo y de Lucas Pérez como referencia del proyecto parecen seguras en un club obligado a la enésima reconstrucción de los últimos años.

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Por lo demás nada se presenta claro en el Deportivo. Hay un buen ramillete de jugadores con contrato en la plantilla, pero está por ver qué decisiones se toman porque alrededor de la secretaría técnica formada por Carlos Rosende y Juan Giménez lo que hay es sobre todo incertidumbre.

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Su segundo proyecto se ha quedado más corto incluso que el primero después de una temporada con tres entrenadores y una pequeña reconstrucción en el mercado de enero que le cambió la cara a la plantilla. No funcionó su apuesta por la continuidad de Borja Jiménez, cuestionado casi desde el comienzo, ni la elección de Óscar Cano, que nunca terminó de encajar en el club.

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Su trabajo está ahora sobre la lupa, a expensas de lo que decida el consejo de administración. Lo inmediato será la continuidad de Rubén de la Barrera, que emplazó al club a conocer el proyecto. Su voluntad es seguir, aunque no a cualquier precio. Tiene firmado un año más, pero también una cláusula liberatoria si no se materializaba el ascenso.

El Deportivo y su alfombra roja al fatalismo

Menos dudas hay en otros casos, como la continuidad de Alberto Quiles. Su contrato expira el 30 de junio. Hubiera renovado automáticamente en caso de escalar a Segunda División, pero su futuro parece ahora lejos, precisamente, por su deseo de jugar de una vez por todas en el fútbol profesional.