3-0 | El Dépor entra en barrena en Irún
El equipo blanquiazul encaja una derrota contundente contra el Real Unión y deja la peor imagen posible - Los de Idiakez, sin capacidad de reacción a los goles locales

3-0 | El Dépor entra en barrena en Irún / Javi Colmenero / LOF

El Deportivo naufragó en Irún de la manera más dolorosa posible. El equipo dejó la peor imagen de la temporada en un partido en el que se vio pronto por debajo en el marcador y en el que ni siquiera amagó con reaccionar. Consumido casi ya un tercio del campeonato, el equipo blanquiazul se ha convertido en un inquilino de la zona media de la clasificación. Todo está en cuestión luego del sopapo que le proporcionó el Real Unión, hábil para dejar en evidencia con recursos sencillos pero efectivos a un Dépor que se ha ido empequeñeciendo con el paso de las jornadas hasta alcanzar la versión que se vio en el Stadium Gal. Lo más peligroso es que ya parece haberse normalizado esa cara triste del equipo. Casi ni se intuye el final del pozo para un conjunto que amenaza con caer en barrena.
El Deportivo se presentaba en un escenario que tradicionalmente no se le ha dado demasiado bien. Pocas veces salió bien parado de sus visitas a Irún, pero no le quedaba otra que confirmar la mejoría experimentada en las últimas semanas ante un rival que había perdido fuelle después de un prometedor inicio de temporada. Fue el conjunto blanquiazul el que gobernó de inicio el partido ante la pasividad de los locales. A los dos se les veía cómodos en esa situación: al Deportivo con el manejo de la pelota y al Real Unión a la expectativa, calculando el grado de ambición del equipo de Idiakez en ese tramo inicial del partido.
Ocurrieron pocas cosas en esos primeros minutos, salvo algo que se viene repitiendo en el caso del Deportivo con demasiada asiduidad en este arranque del campeonato. Es una tendencia peligrosa que le penaliza y que explica en parte la decepcionante posición del equipo en la tabla. La primera ocasión clara fue para los blanquiazules, como de costumbre, y como de costumbre también se fue al limbo. Pablo Vázquez no conectó de manera precisa un saque de esquina lanzado por Lucas Pérez y a partir de ahí el Real Unión empezó a desperezarse.
Le bastó con adelantar un poco la presión y entorpecer el inicio de las jugadas del Deportivo, que a pesar de poblar el centro del campo no ha encontrado la manera de armar su juego con seguridad. Por el camino el equipo ha ido perdiendo profundidad y tampoco es que haya ganado fortaleza, porque ayer el Real Unión encontró un boquete en la banda izquierda. Entre Víctor Eimil y Oyarzun martirizaron sin piedad a Balenziaga, sin ayudas de Salva Sevilla ni Hugo Rama, que con esa posición en la banda ha ido perdiendo paulatinamente protagonismo al mismo tiempo que sufre para sujetar a los jugadores contrarios.
No propuso demasiado el Real Unión, pero lo que hizo fue con mucho sentido y siempre transmitiendo la sensación de un equipo con las ideas claras, efectivo y concentrado. Poco de eso transmite el Deportivo, que antes de la media hora se encontró con el viento en contra. A Alberto Solís le favoreció un rebote en una disputa con Villares y Salva Sevilla. El balón le quedó inmejorable, con el bote justo, para conectar un disparo desde la frontal del área que sorprendió a Mackay. El portero coruñés, convertido en el preferido de Idiakez por delante de Germán Parreño, se estiró para compensar una colocación cuestionable, pero no alcanzó el disparo ajustado al palo del mediapunta andaluz. Una salida en falso minutos antes ya dejó en mal lugar al capitán deportivista, dubitativo durante todo el duelo en los balones aéreos.
Había tiempo por delante para que el Deportivo consiguiera ordenarse y amenazar con cierto sentido al Real Unión, pero no está del todo claro cuál es el camino que pretende seguir Idiakez. Después de prescindir de las bandas en ataque, empujado también por las bajas, las acciones ofensivas se hab reducido a las jugadas de estrategia. El equipo no encuentra al futbolista que le permita en el tercer escalón conectar con los delanteros y ahí los partidos se convierten en un calvario para los que le toca ejercer de referencias ofensivas. Lo son para Martín Ochoa, un jugador joven que está dando sus primeros pasos en la antesala del fútbol profesional, pero también para Lucas Pérez. Nadie personifica mejor el momento que atraviesa el Dépor que el delantero, convertido en un espectador durante buena parte de los encuentros.
El Deportivo se marchó al descanso sin sumar ni una sola oportunidad y en un visto y no visto encajaría el segundo. Nada más volver de los vestuarios Paris Adot introdujo un centro en la portería de Mackay. De nuevo Víctor Eimil ganó la línea de fondo aprovechando la indecisión del conjunto blanquiazul. El lateral navarro, ante la amenaza de Escobar a su espalda, intentó un despeje defectuoso que golpeó en el palo antes de entrar.
Había tiempo por delante también, al menos para mostrar algo diferente, pero una vez más el Deportivo no mostró reacción alguna. Ni siquiera amagó y dimitiría por completo del compromiso en el Stadium Gal en cuanto llegó el tercero de los locales. De nuevo la banda izquierda fue el recurso que explotó el conjunto de Fran Justo para desarbolar a un Dépor perdido y a merced ya de su rival.
Esta vez sería Oyarzun el que se plantaría en el área luego de dejar en el camino a José Ángel. Salió favorecido de otro rebote, casi todos cayeron ayer del lado del Real Unión, pero tampoco había ningún jugador del Deportivo para rebañarlo. En cuanto se asomó al área le dejó en bandeja el segundo tanto a su compañero Alberto Solís. Ya no hubo más historia para el conjunto blanquiazul, a merced ahora de las decisiones que puedan llegar lejos del césped.
La herida pudo ser incluso mayor porque la sensación fue de derrota completa a partir de ese tanto. Y quedaba por delante todavía más de media hora. Escobar tendría el cuarto en un contragolpe que retrató la pasividad deportivista, que no encontraría otro ritmo ni siquiera con unos cambios que pasaron desapercibidos por completo.
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