1-2 | El Dépor volvió a ser su peor enemigo y ve el abismo de cerca
Entra en pánico hasta que un soberbio Racing se colocó 0-2
En los siguientes 70 minutos falló incontables ocasiones
Solo Yeremay supo recortar
Una injusticia muchas veces repetida es una realidad. Los palos de Lucas y Villares, los remates al limbo de Yeremay, Cristian Herrera o Barbero... Tantas y tantas jugadas que aparecerán como flashes en las peores pesadillas deportivistas. Placebo. Al Dépor, a día de hoy, solo le acreditan los raquíticos diez puntos que luce en la tabla en doce jornadas. Riazor vio pasar y salir victorioso al Racing de Santander (1-2), un líder avallasador que acabó empequeñecido ante el torrente atacante sin puntería del club coruñés. Lo de siempre. El Dépor, con Yeremay en el banquillo y sin un ariete definitivo en su planificación, cayó de una manera tan cruel como real y habitual, merced a sus debilidades en las dos áreas, ese mal que le persigue y del que parece complicado que se pueda despegar en un futuro inmediato. Acaba la jornada peligrosamente instalado en la zona de descenso.
A los doce segundos cuando volaba el balón de Andrés Martín por encima de Helton Leite nadie podía imaginar el torbellino que iba a pasar por Riazor. Idiakez sacrificaba la desaparecida banda izquierda del Ciutat de València con el apagado Yeremay incluido. Barbero era el elegido para el ataque ante el anhelo de que el gol de hace tres días le hubiese hecho recuperar el apetito y el instinto. Llegaba el Dépor en descenso, con dudas, en la sala de espera de una crisis.
Y no hay nada peor que encontrarte al actual Racing de Santander en un contexto así. En los primeros seis minutos ya se habían activado varios planes de emergencia en Riazor. Cada vez que el Dépor cogía la pelota o la perdía o veía algún bisonte cántabro encarándole, entraban en pánico el equipo y la grada. Difícil encontrar en la historia reciente un equipo con tal superioridad en la casa blanquiazul. Pronto Dani Barcia se llevó una amarilla, no había manera de achicar el agua ante tanta vía. No ayudaba en esa sensación de incomodidad el sol que castigaba de frente a los coruñeses. Hasta le pudo jugar una mala pasada a Helton Leite en una falta lanzada en el minuto 11 que se fue al larguero. Todo era un sobresalto.
La apuesta del Racing tenía al conjunto coruñés boqueando y en pleno hundimiento, pero de vez en cuando conseguía pasar del centro del campo y encontraba ahí campo abierto y una línea adelantada. No hay nada más atractivo para futbolistas como Mella o Lucas. Empezó a rondar el Dépor, Barbero tuvo un cabezazo claro, era un aviso. Pronto llegaría la primera estocada.
Fue durante una primera fase de ensoñación en la que el Dépor y su gente creían que se empezaba a igualar el Dépor, que llegaba el intercambio en el que a lo mejor acababan imponiéndose. Error. En el minuto 18 Andrés Martín filtró un centro que Pablo Rodríguez mandó a la red ante un Helton que se enredó en su propia parada. Recordaba, en cierta medida, al tanto de Eldense hace una semana. Viejos errores coruñeses, nada nuevo. Fallan adelante, yerran atrás. 0-1 y a rezar.
Porque fue lo que hizo en los siguientes minutos. El golpe le dejó más que atolondrado. El Racing le enseñaba colmillo, era vertical, no dejaba de amenazar. Una perdida de Pablo Vázquez, otro error en la salida... Hasta que llegó un fallo en cadena con varios despejes en el minuto 26 que Arana no desaprovechó. 0-2. El infierno, a sus pies.
Al Dépor no le quedaba más remedio que lanzarse a por un imposible. El principal estilete era Mella, Cristian Herrera pretendía darle la pausa, Lucas comandar el ataque y Barbero golear. Casi todos estaban lejos de su cometido, solo se salvaba el canterano y, en menor medida, el canario. Eso sí, el Dépor fue una avalancha. Tuvo una media docena de ocasiones claras antes del intervalo. Villares mandó una al palo, el 9 falló varias. Otra vez, una escopeta de feria. Y cuando estaba fino, ahí estaba Ezkeita para encontrarse los balones. La primera parte había sido un monumento para el espectador medio, un espectáculo; para el Dépor era lo más parecido a un adefesio. Pasó de todo, nada bueno.
El Dépor salió dispuesto a no bajar el pistón en la segunda parte. Eso sí, lo que le durase el fuelle, que no fue mucho. Hasta ese minuto 53 en el que el equipo empezó a pedir cambios a gritos, el equipo coruñés volvió a desatarse. Lucas mandó una al palo, Cristian Herrera se llenó de pelota en boca de gol... El Dépor no dejaba de tropezar en piedras conocidas. En el área contraria y en la propia, porque una mala salida de Pablo Vázquez le dejó una autopista a Arana que estuvo a punto de aprovechar para hacer el 0-3. Gran mano de Leite.
Antes de la hora Idiakez movió el banco. Desconocido. Triple cambio. De ahí salió un genio llamado Yeremay. A los cinco minutos ya se había ceñido el traje de Djalminha, que estaba en el palco, para hacer el 1-2 en una obra de arte. Riazor se caía y aumentaba su resquemor hacia el técnico por haberlo sentado.
El gol levantó el ánimo y alentó la remontada. Ese fue el primer fogonazo, la realidad es que no le sentó muy bien a los coruñeses. Durante algunos minutos perdieron fuelle, desaparecieron las ideas y solo el canario parecía capaz de agitar la lámpara y obrar el milagro. Para entonces Arana ya estaba en el banquillo para respiro de los blanquiazules.
A lomos de su 10 lo intentó. Sus socios eran Obrador y Lucas, Idiakez incluso tiró del talismán Davo. Todos, menos Bouldini, tuvieron tiempo de fallar y fallar. Es imposible condensar todas las oportunidades que tuvo en sus botas el Dépor. El duelo debía registrar al menos un empate, pero cuando la cantinela se repite cada semana las casualidades se convierten en males. El Dépor, primero, regaló junto a Helton ante un soberbio Racing y, luego, desperdició un ramillete ingente de ocasiones. Los lamentos y las victorias morales emergerán, pero la tabla aprieta. Esa es la que da de comer y el Dépor está famélico.
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