Deportivo

La lambretta de Yeremay que inspiró Djalminha y su documental

El canario maravilló al público con un regate mágico que se prometió a sí mismo hace casi un año, después de ver en acción al exjugador brasileño

Yeremay y Djalminha durante la presentación del Informe+

Yeremay y Djalminha durante la presentación del Informe+ / LOC

Redacción

Minuto 65 de partido. Yeremay, sin espacio, para el tiempo. Frena la jugada. Se ha quedado sin huecos ante la oposición de Gabilondo. El marcador todavía sigue 0-0 y el canario, en seco, junta la pelota entre sus piernas. La eleva por detrás y pone en pie a La Rosaleda. El defensa rival, superado, lo frena con un derribo. Acaba de sufrir la primera lambretta que el talentoso canterano blanquiazul tira en un partido de fútbol profesional. Un truco que lleva meses gestándose. En abril, tras ver a el Informe+ sobre Djalminha, se lo prometió a sí mismo y apostó con algunos de los presentes que la haría.

En MEGA, el 16 de abril del año pasado, el canario atiende sin pestañear a los infinitos highlights con los que Movistar acompaña el documental sobre Djalminha. El preestreno del especial deja sin palabras a Yeremay, que alucina con la mítica lambretta del brasileño. La ve una y otra vez y se imagina a sí mismo repitiendo el ejercicio. Aunque Djalma bromea: la suya es especial, distinta por cómo agarra con las piernas el balón e impacta con el talón antes de pasarlo por encima de la cabeza y soltarlo con máxima naturalidad.

En el regate de Yeremay a Gabilondo hay un golpe diferente de cadera. Pero, para hacerlo, han pasado casi 10 meses desde que el extremo se lo imaginase. Comenta con algunos de los presentes que practicará. Y se pone la promesa de hacerla antes de que acabe la temporada. Venía de marcar y asistir en Teruel en el mes en el que los blanquiazules obtienen ventaja para posteriormente cantar el alirón en mayo. El regate tendría que esperar un poco más.

Aquella promesa se hizo realidad este sábado. Podía parecer un disparo al aire de alguien que, simplemente, se quedó impresionado. Porque durante los 50 minutos que duró Puro Djalminha, él no apartó la vista de la pantalla en ningún momento. Sonreía con las bromas del paulista y alucinaba con cada uno de sus trucos. Pero tomó nota del más importante.

Meses después, cuando toda Europa pone la lupa en él, se atrevió. Miró a Gabilondo y se coló por donde no había hueco. Lo inventó. Trazó con pincel su mejor truco. Una lambretta en honor al hombre que las patentó. Yeremay, al final, cumplió su promesa.

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