1-2 | El Deportivo vuelve a tropezarse con sus propios cordones

Un grosero error de Helton Leite mató al cuadro blanquiazul, que compitió y mereció más ante un Levante con mayores aspiraciones

Xane Silveira

Xane Silveira

Con una mano en el pecho y otra erguida hacia la grada, Helton Leite se disculpaba con la gente y con sus compañeros. El brasileño había salido a por un balón que en ningún momento le iba a llegar. Morales no perdonó justo cuando los coruñeses acababan de empatar la contienda. El Dépor firmó en ese momento su condena después de un buen encuentro. Víctima de sus propios errores, no hubo forma de compensarlo ante un rival mucho más hecho a la categoría. Miró a los ojos a todo un Levante que aspira a regresar a Primera División. Los objetivos entre ambas escuadras son diferentes porque uno ha cogido la costumbre de dispararse al pie incluso cuando juega bien. 

Ante la falta de Lucas Pérez, homenajeado a los 7 minutos de juego con un respetuoso minuto de aplausos realizado por la afición, los focos se centraron en Yeremay. También el plan anti-Deportivo que preparó Julián Calero para controlar las transiciones blanquiazules. Gilsanz necesitó del descanso porque durante todo el primer tiempo el cuadro levantinista controló las carreras de Mella y el canario. Era como si los granotas ya supiesen qué movimientos iban a hacer cada vez que sus compañeros recuperaban el balón. Aunque los visitantes se posicionaban alto y con muchos jugadores en campo rival, dejando solo a dos centrales, Oriol Rey permitía sostener una estructura que no hizo aguas en ningún momento. La tecla estaba en maximizar esos espacios. 

Pese a la diferencia de puntos, clasificación y la mostrada en la ida, el Deportivo y el Levante igualaron fuerzas desde el primer momento, sin casi aproximaciones de peligro durante el primer tiempo. Todo quedaba entre una media luna y la otra, sin que sucediesen acciones de peligro real en el área grande. Hubo momentos para ambas escuadras, repartiendo tiempos de dominio y de peligro. Primero, para el equipo granota, que lanzaba largo a sus laterales aprovechando los espacios que Pablo Martínez y Carlos Álvarez generaban por dentro. En una de las subidas de Pampín, Sergio Lozano tuvo un remate franco que no entró por poco. Fue la más clara en uno de los momentos en los que Carlos Álvarez pudo tener espacio y los blanquiazules se durmieron en defensa. 

Para los blanquiazules el partido pasaba por un plan similar. El primer balón que jugó el Dépor fue por la izquierda, con Yeremay apareciendo entre líneas y Obrador doblándole. Triplicó efectivos el Levante para defender ese tipo de acciones. Lo mismo por la derecha, con David Mella cayendo al interior para abrir espacio a Ximo. Gilsanz y Calero ajustaron piezas y se protegieron. 

El Dépor pudo correr. Yeremay y Mella se lanzaron al galope varias veces. Demasiadas para el poco rédito que estaban sacando. El canario no estuvo fino en las decisiones y el repliegue visitante fue excelente. La mejor ocasión local la tuvo Iván Barbero en una jugada entre líneas. José Ángel, especialmente preciso entre líneas, conectó a con Yeremay por dentro, que giró y asistió a Barbero. Le faltó una pizca de velocidad al punta almeriense, que para cuando quiso chutar ya tenía a Xavi Grande encima. 

El Deportivo arrancó lanzado la segunda mitad. En apenas cinco minutos generó tres buenos ataques por banda. En especial una jugada en la que Obrador sorprendió por dentro, Yeremay esperó fuera y centró para Barbero, que no fue capaz de rematar bien ante la marca de un defensa rival. Sin embargo, en el que era prácticamente el primer acercamiento rival, el Levante puso el 0-1. Un gol simple que nació en un balón largo que superó a Vázquez, impreciso en el salto. Iván Romero se llevó al central galo y conectó con su capitán. Pablo Martínez cortó ante la persecución de Mfulu y sacó un disparo raso que Helton no atrapó. Carlos Álvarez sorprendió desde atrás para cazar el rebote. 

La reacción blanquiazul fue tan inmediata como ineficaz. El exceso de precipitación llevaba al Dépor a chocarse ante un Levante que, con marcador a favor, sabía que su partido consistía en aprovechar cada despiste y cada posible transición. Precisamente de un saque de puerta que cogió al Dépor descolocado, Andrés Fernández estuvo a punto de asistir a Morales. El delantero, recién entrado, cazó un balón larguísimo. Helton, desacertado de nuevo, salió tarde, y el atacante dribló. Ximo apareció providencial para evitar el segundo con la cabeza. 

El Deportivo entró en los minutos finales sin un plan claro. Volcado, como estuvo toda la segunda mitad, pero aguardando algún golpe maestro de sus individualidades más destacadas. Con Kevin aguardando el cambio en la banda, a Yeremay le dio por hacer una de las suyas. No estaba siendo el día del canario, pero el talento tiene estas cosas. En una arrancada ante dos, tiró de genialidad y suerte para sortear a sus rivales, plantarse en el área y conectar con Villares, que puso el 1-1. 

Pero la felicidad duró poco en Riazor. Apenas un minuto después, en un balón largo sin demasiado peligro, Vázquez no estuvo contundente para despejar y, cuando Morales cazó el rebote, vio a Helton fuera de la portería. El brasileño estaba descolocado. Sin sentido alguno. El 11 granota aceptó el regalo. 

El Dépor lo intentó con más fe que fortuna. Gilsanz acabó con Kevin en punta y Diego Gómez de lateral, dos canteranos más sumados a la causa. Yeremay, en un último intento, se la jugó. Pero los blanquiazules ya estaban condenados. Tras un buen partido, los errores propios fueron irremontables. Esta liga no entiende de agasallos.

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