1-1 | El Deportivo y el Córdoba se anulan en el juego revuelto

Yeremay rescata al equipo en la segunda parte en un partido que pudo ganar y perder cualquiera y en el que los coruñeses fueron de menos a más

Resumen, goles y highlights del Deportivo 1-1 Córdoba de la jornada 30 de LaLiga Hypermotion

Carlos Miranda

Carlos Miranda

A Coruña

Fue un partido sin vuelta, sin mañana y sin precauciones. Una incitación al espectáculo, al que solo le faltó algún gol más y que ganase el Deportivo. Al menos, los más de 20.000 valientes que fueron a Riazor se divirtieron en un viernes contra natura para cualquier deportivista. Les fue imposible a todos ellos bostezar o darse un respiro para mirar el móvil porque en el césped había mucho movimiento, mucho fuego de artificio, mucho fútbol de dos equipos valientes que se fueron con un punto cada uno. Menos de lo que seguro creen merecer, más de lo que se podían haber llevado, porque pudo ganar y perder cualquiera. En el correcalles, en ese duelo al sol durante la noche en el que se gastaron balas y balas, Carlos Marín y Helton Leite fueron los protagonistas postreros para cerrar un empate que, en parte, les anula, pero que en parte les eleva por sus hechuras futbolísticas. Mejor los andaluces en el primer acto, un punto por encima los coruñeses tras el 0-1. Eso sí, el punto se siente más que insuficiente en el Dépor si es que había alguna aspiración de pelear por Primera. Es la ensoñación de cada quince días. A ilusionarse fuera de casa y a bajar a la realidad en Riazor. Nueve puntos por encima de la zona de descenso.

No es que a Gilsanz le gusten en exceso los cambios y los experimentos, pero es que su equipo se lo está poniendo fácil, sobre todo cuando juega a domicilio. Gana, convence y a cualquiera le tiraría repetir apuesta. El ciclo de la vida deportivista esta temporada. Once titular que Riazor empieza a recitar de carrerilla con Dani Barcia para desactivar, con su «música en los pies», la presión de Córdoba y, con Mella y Yeremay, para inventar y golpear arriba.

Era un duelo que le podía ir como guante al Dépor o que le podía sentar como un corte de digestión. No iba a haber término medio, el Córdoba no lo permite. Empuja y empuja hasta convertir cada partido, cada acción en un ida y vuelta, en una ruleta rusa. El ahogo era patente, era como jugar con el corazón en la boca y el pecho batiendo. El equipo coruñés quiso meterle mano, llevarlo a un guion que le conviniese más y hacer ventaja en ese río revuelto. Le fue imposible.

El recuento de las ocasiones del primer acto no hacía más que coger color visitante. Álex Sala disparaba arriba tras un fallo imperdonable de Mario Soriano, Rubén Alves y A. del Moral daban un par de sustos a balón parado. Todo mientras se jugaba en ese ritmo endiablado de los andaluces en el que el Dépor se veía un tanto sobrepasado, a pesar de que le suele irle muy bien. La banda de Rafa Obrador y Yeremay era la preferida para el equipo de Iván Ania para buscarle las costuras a los blanquiazules. Por allí aparecía, ante todo, Carracedo, otro diablo del regate en Segunda, un viejo conocido del Dépor en Primera RFEF con aquel Linares que había hecho picadillo a los blanquiazules.

Era inevitable esa sensación de correcalles que destilaba el encuentro. Ninguno de los dos equipos rehuían ese contexto. Al Córdoba le encantaba y estaba mejor, al Dépor no le sobraba y tampoco podía virar el rumbo. Eso sí, aunque esté peor, aunque se muestre inferior, siempre es un peligro ofrecer espacios a los coruñeses. Yeremay, pero sobre todo Mella, huelen la sangre cada vez que ven campo abierto ante sí. El zurdo de Espasande fue el que más se mostró, casi hace diana en un pase en profundidad antológico de Yeremay. También pudo hacer cumbre Obrador en una cabalgada. Ximo Navarro y Mario Soriano, con dos disparos, pudieron coronarse. No se movía el marcador, sí el partido que parecía metido en una coctelera.

El Deportivo arrancó la segunda parte queriendo robarle la marmita de la hiperactividad a su contrincante, ese que le había salido rebelde. Colada por la banda izquierda de Yeremay Hernández y casi marca el equipo coruñés cuando ni siquiera había transcurrido un minuto. Parecer otro equipo antes de serlo, domar un partido. Pronto el Córdoba aceptó el envite, presentó batalla y golpeó, que sin duda es lo peor.

Carracedo da guerra en banda y también cuando se va hacia adentro. Logró dividir la cobertura del Deportivo para hacerle un aclarado a Álex Sala en la frontal que aprovechó con la maestría de los elegidos. Tiro a la escuadra. 0-1, minuto 50. Golpe duro, muy duro. Ya no era que le estuviese ganando y en Riazor, es que en cierta medida parecía hacerlo con sus armas. Estaba robándole el partido y la personalidad.

Imagen

La Pelota no se mancha

Una mirada pausada, un repaso a la semana en clave Deportivo y deporte coruñés

Me apunto

Lo que no pudo arrebatarle es a Yeremay Hernández. El canario, algo más espeso en las últimas semanas (si es que es posible en él), se echó el equipo a la espalda y la pelota al piso, y ahí es cuando pasan cosas. Después de varios avisos, hizo un control y prolongación maravillosos a un pase también de alta fidelidad de Mario Soriano. El resultado fue una asistencia al segundo palo que solo tuvo que empujar Zakaria Eddahchouri. 1-1, minuto 61. Un mundo por delante, sobre todo, por esa actitud sin mañana que destilaban ambos equipos.

Yeremay estaba decidido a culminar su obra, mientras Iván Ania iba tirando de banquillo y Gilsanz se mostraba remiso. El canario tuvo la suya y vio como un defensa andaluz la sacaba bajo palos. Helton Leite hizo un par de paradas de las suyas que se ven demasiado en Riazor y que quizás no se valoran lo suficiente. Hasta pudo triunfar Diego Gómez en el descuento. Dos equipos que resistieron en pie tras el tiroteo y que se reparten un punto que les deja con ganas de más porque, ante todo, son inconformistas.

Tracking Pixel Contents