Árbitro imaginativo, capitán al mando en el Racing-Deportivo

Aún sin que bajase el souflé de las dos decisiones del VAR que le afectaron en las últimas semanas, el Dépor se encontró con un gol anulado del que aún se hace muchas preguntas. Y se las seguirá haciendo porque las explicaciones que suelen llegar del Comité Técnico de Árbitros sirven de poco. Ni sobre el pasado ni para el presente y el futuro. Tan necesarias como inútiles. Ni el colegiado ni la sala VOR comandada por el imaginativo Gorostegui Fernández-Ortega, responsable de aquel penalti repetido de Lucas ante el Málaga, saben muy bien todavía qué pitaron en esa jugada desgraciada de Yoel. Se explicaron, nadie les cree. El guardameta no quería, pero la pelota fue para dentro. Un 0-2 que era la tranquilidad para el deportivismo. Pero ellos decidieron añadirle picante al último cuarto de hora. Todo por el bien del espectáculo, por estar siempre en el centro del escenario. Era tal el enfado, tal la sorpresa que al equipo y al banquillo les costó reaccionar. La incredulidad es a veces paralizante. Menos mal que Raúl Blanco falló ese control y ese disparo, menos mal que esas jugadas con rebotes en el área no acabaron en desgracia.

El Dépor, siempre beligerante, cree que debe quejarse, que no debe ser un sujeto pasivo ante estas decisiones lesivas de las últimas semanas. El VAR está de adorno. Colegiados que, además, rara vez que catan la nevera. Es reduccionista pensar en teorías de la conspiración, pero está bien hacerse oír y pelear por la utilización de esa gran herramienta, maltratada semana a semana, que es el videoarbitraje.

Una jugada que desvió el foco en un partido muy justo del Dépor, que ha bajado su nivel en las últimas semanas. Solo Villares parece mantener el tipo. Hace siete días se hizo enorme desde el lateral, en A Malata como asistente. Un capitán.