Fútbol | Deportivo
Así es la residencia del Deportivo: la casa que mima a las joyas blanquiazules
El club abre las puertas del hogar de la base, por donde pasaron Mella o Yeremay y donde les dan «herramientas para el fútbol y la vida» a 22 de sus canteranos más prometedores | Siete empleados y todo el club, volcados en su formación integral

Los jugadores de la residencia del Deportivo posan para LA OPINIÓN en la entrada del centro. | RCD

De las pensiones Carmiña, Churrita o Penalty, ligada a la familia Sertucha, al Fogar de Santa Margarida. Ha pasado medio siglo, pero existe un hilo indivisible que une a todos esos hogares que han mimado y cuidado a las joyas de la cantera del Dépor. El deseo de acompañarlos, de arroparlos. Pero ahora hay más. La pretensión no cambia, solo la apuesta se incrementa, se adapta a los nuevos tiempos y a ese modelo de cantera perseguido por el club. Una segunda casa, un desarrollo integral. Futbolistas y personas. «Queremos que cuando se vayan del club lo hagan con una mochila llena de herramientas para el fútbol, pero también para la vida», desea Elkin Flórez, responsable desde hace una década de la residencia del Dépor, ahora ubicada en Riazor. A unos metros de su sueño, en el centro de la ciudad: «La ubicación es... Hemos visitado muchas residencias de España para compartir lo que hacemos y ver cómo funcionan. No conozco una que tenga habitaciones individuales, como la nuestra, solo en tres se comparte. Es un lujo que puedas ir a llorar solo, que puedas tener una llamada con tu novia».
«Donde mejor están es en casa y el siguiente lugar es el que más se le parezca. Eso ofrecemos»
De aquellos alojamientos de los años 70 y 80 en los que un puñado de jugadores tenían «pensión completa y les lavaban la ropa», como cuenta Luis Ucha — un hombre para todo entonces en la base—, a un equipo de siete socioeducadores, psicólogos y enfermeros para atender «24 horas los siete días de la semana» a los 22 futbolistas (desde Infantiles a séniors) que están ligados hoy en día a Santa Margarida. En su momento fueron José Luis, Vicente Celeiro, Fran, José Ramón o Gonzalo Mella. En los últimos tiempos Yeremay, Rubén López o David Mella, y ahora Samu, Lucas Castro o Álex Marqués. «Para que un jugador juegue bien necesitamos que sea y esté feliz. El bienestar de la persona está en el centro de todo», apostilla Ismael Arilla, director de la cantera. «Algunos de nuestros chicos llegarán al primer equipo, pero otros muchos no. Hemos de conseguir que crezcan y se desarrollen como personas, que académicamente puedan labrarse un futuro y que su paso por la residencia y por el Dépor les aporten unos valores y una forma de entender el deporte y la vida que les acompañen para siempre».

Dani Barcia y David Mella hablan con canteranos. Arriba, José Rey Nsongo Bil. | RCD/Casteleiro R. A. / RCD
El vestíbulo del Hogar es un hervidero a primera hora de la tarde de un día de semana. Algunos terminan de comer, otros llegan para su sesión de estudios de la tarde, como Elena Vázquez o Lucía Rivas, que viven en Rialta, pero hincan codos en el centro, al igual que Laura Ruiz y Redru. Es lo que les toca a los futbolistas en dinámica de primer o segundo equipo. De ahí para abajo, colegio por la mañana y estudios y entrenamiento por la tarde. Jornadas adaptadas, maratonianas, que les dejan exhaustos y que les hacen echar de menos lo justo a los teléfonos móviles, ese centro de distracción, que por las noches casi todos entregan por voluntad propia para facilitar su descanso. «Llegan tan rendidos al final del día que creo que ni les harían caso, pero los ceden todos, hasta los juveniles. Los jugadores del Fabril ya no», apunta Laura Mella, una de las integrantes del equipo de Elkin Flórez.
«Algunos llegarán y otros no, pero deben crecer y desarrollarse como personas»
Pero antes de las rutinas, las normas, la compañía, los juegos, los incentivos y las dinámicas de psicología positiva, hay que tomar decisiones y todo tiene un inicio para cada jugador. El del adiós a su casa y el de la bienvenida al nuevo refugio. Para algunos de fuera de Galicia es inevitable, como es el caso de Mane, Dipanda y Bil, tres jugadores cameruneses que llegaron este año para Fabril y Juvenil A. Pero hay otros que llegan a ese punto después de años de viajar en bus desde su casa en alguna de las rutas que traen cada día a Abegondo a jugadores de las zonas de Ferrolterra, Santiago o Lugo. «Cada caso se valora de manera individual», asegura Arilla. «A veces son las propias familias quienes nos lo plantean (el cambio) por estudios o distancia y, en otros, somos nosotros los que lo ponemos encima de la mesa. El objetivo es que cada jugador crezca en las mejores condiciones a nivel humano, académico y futbolístico», resume.

José Rey / Casteleiro | Roller Agencia
Después de mostrar esa intención de dar el paso, llega el momento de convencer a las familias o de, al menos, aportarles tranquilidad en un proceso que puede ser traumático. «Una vez una madre me dijo: ‘¿Por qué tengo traer a mi hijo aquí a la residencia y sacarlo de mi casa?’», revela Elkin, quien articuló una réplica. «Le dije que el mejor sitio para que estuviese su hijo era su casa, que no le íbamos a decir lo contrario. Hay casos y casos, no era este. Pero le dije que el segundo mejor lugar era aquel que se pareciese lo máximo posible a lo que su hijo iba a tener en su casa. Que estuviese acompañado, que estuviesen pendiente de él. Y nosotros le expusimos lo que se ha hecho aquí durante estos años. La atención, la cercanía...», relata, apoyado en el ejemplo y revelando una anécdota externa. «Conozco un club de Primera en el que hay que programar reuniones con los tutores, nosotros tenemos un teléfono al que pueden llamar siempre, estamos disponibles. Es que son sus hijos. ¿Qué íbamos a hacer? Muchas veces les mandamos fotos y ya se quedan muy tranquilos viéndolos», apunta Elkin, quien en su día a día está acompañado por Laura, Rocío, Guillermo, Mili, Sheyla y Seydiba Mendes, exjugador del Juvenil del Deportivo y que este año se ha incorporado al equipo de la residencia. «Es fundamental, porque él estuvo aquí como jugador y conoce todo el proceso. Nos quedamos él y yo por las noches con ellos. Es bonito que el club les pueda dar salidas laborales, no solo como futbolistas profesionales», reafirma.
Las familias
Del otro lado de la mesa en el momento de las decisiones están los padres, también son los que notan el vacío en casa y los que se preocupan en la distancia. En ese sentido, un caso paradigmático es el de Jaime Riveira, de Viveiro, quien acaba de cumplir 14 años y es el único Infantil de la residencia. Su madre, Estrella, desvela cuáles fueron las claves del proceso. «No era para que se fuese este año, pero la oportunidad era para él y tenía que hacerle partícipe. Como madre, pensé que entendería mi razonamiento de que había que esperar, pero él, no. Me dijo que quería probar, que se iba a adaptar superbien... No se lo pensó. Yo le expliqué que tenía 13 años...», cuenta de un Jaime que lleva ya unos meses en el Fogar. «Para él y para mí la estancia en la residencia es de matrícula de honor. Siempre te queda el miedo, a pesar de que no sea un niño pegatina, de cómo va a afrontar conflictos en clase, en el equipo, pero aún es hoy el día en el que no llamó para decir que tiene un problema. Está muy bien, no sé si lo tienen un poco de mascota (se ríe) al ser el más joven. El otro día celebraron su cumpleaños, está encantado», cuenta de un joven que ya en años anteriores había sido invitado a jugar torneos con el Dépor, pero que hasta este no había tenido ficha.
«Estamos muy cómodos. Cuanto mejor estás fuera, mejor rindes en el campo»
Todo ha cambiado mucho en las últimas décadas por volumen de jugadores y por apuesta. Luis Ucha recuerda cómo era todo entonces, mucho más rudimentario, aunque la voluntad era la misma. A él también le tocó convencer a padres. «Ya teníamos a José Ramón en la pensión y no paraba de decirnos que su hermano Fran era muy bueno. Entonces nos fuimos un día Manolete y yo a Santiago. Había que estar chosco para no ver lo bueno que era», relata y prosigue. «Luego hablé con su madre, con Lola, porque el padre estaba embarcado. Aún me llama a veces, me quiere mucho. Le dije ‘oye, Lola, mira, no te vayas a comprometer con nadie’. Me dijo: ‘No te preocupes, contigo está contento (José Ramón). Eres muy bueno», relata de una época escasez de medios, diferente a la de hoy, pero en la que también funcionaba el ejemplo y la dedicación: «El club pagaba alojamiento y estudios, no teníamos ni ropa. Entrenábamos detrás de Maratón, en el Picadero. Ahí te caías y te rompías por todos los lados. No teníamos ni chándales, yo lloraba por ellos, al final los pagó un directivo. Aun así, salían jugadores», relata un histórico de la formación que es invitado por el Dépor para dar charlas en la residencia. Los tiempos han cambiado, los jóvenes tienen que saber cómo era todo para valorar lo que tienen hoy.
‘Deporvida’
«Somos provocadores», le gusta decir a Elkin haciendo explícito ese deseo de interpelar, de involucrar a los jóvenes en su formación, en sus decisiones. «Cuando hay un problema lo situamos, generamos un reflexión...», apostilla Laura. Existen normas escritas de comportamiento, con sistemas de amonestaciones y menciones; es mejor que las hagan suyas. «Queremos que las asuman, generar la mayor autonomía posible», enfatiza el director de la residencia. «Estamos todo el día pendientes del jugador, con seguimiento individualizado de las necesidades académicas, sociales, médicas...», relata Laura. Tienen cuadernos en los que enumeran sus tareas y que van firmados cada día por un educador, también de notas y de cómo se perciben en cada reto y en cada asignatura. Y más allá de los estudios, es buscar qué les mueve. «Les preguntamos cuál es su interés y vamos a por él. Buscamos y rebuscamos. Por ejemplo, ahora lo hicimos con cursos de fotografía para Samu (jugador de Juvenil A y Fabril)», cuenta Elkin recordando, además, que hay jóvenes que han dejado carreras, pero que no se han rendido y han seguido haciendo cursos, o también remarcando el caso de futbolistas que no están en la residencia, pero que aprovechan sus instalaciones para encontrar lugares de estudio adecuados, como fue el caso hace meses de Dani Barcia, que está cursando INEF a distancia. Ellos siempre les empujan. El seguimiento forma parte de su coordinación del departamento socioeducativo, que extiende esa atención a todos los jugadores de la base del club.

Nsongo Bil / Casteleiro | Roller Agencia
Hay juegos, actividades, salidas juntos... Muchas maneras de interactuar y aprender. Pero si hay un programa que les llena y que han sido citado en un par de revistas especializadas de Italia y Alemania, es el de Deporvida. Es voluntario y les impulsa a abrirse, al autoconocimiento. También buscan que las despedidas no sean tristes y celebrarlas, aunque no deje de ser un proceso con un punto traumático: «Nos inspiramos en la serie pulseras rojas».
Y no pierden de vista a los padres, que no decaiga el contacto con sus hijos, enfrascados en una nueva vida: «Hay que trabajar con los chicos para que se comuniquen con ellos. Había uno, que ya no está en la residencia, que me decía que él era alegre y que no podía hacer videollamada con su madre porque se ponía triste. Yo le decía: ‘¿Has pensado en ella?’».
"Yo quería que esperara un año, pero él quería probar. Siempre te queda el miedo, a pesar de que no sea un niño pegatina, de cómo va a afrontar conflictos en clase, en el equipo, pero aún es hoy el día en el que no llamó para decir que tiene un problema"
Muchas veces hay que resolver también problemas del día a día como la familia que son. Uno de los últimos fue el impacto en Mane del episodio racista denunciado ante el Rayo Cantabria. «Él que siempre es la alegría personificada... había que ver cómo vino, era otro», cuenta de un futbolista que poco a poco va saliendo adelante.
Todos esos esfuerzos hacen que los jóvenes tengan entornos seguros, incluso los que acaban de llegar como Álex Marqués, meta soriano del Juvenil A y estudiante de ADE a distancia. «Estás muy arropado por todos los lados», avanza. «Al principio me costó, pero te vas integrando, estoy cómodo. La localización es inmejorable. Cuanto mejor estás fuera, mejor rindes en el campo. Me gusta estar a mi bola y aquí están pendientes, también te dan tu espacio. Sé que los estudios son importantes, siempre me lo han remarcado en casa», relata el portero.
«El Dépor pagaba alojamiento y estudios, no teníamos ni ropa. Entrenábamos detrás de Maratón, en el Picadero. Ahí te caías y te rompías por todos los lados. No teníamos ni chándales, yo lloraba por ellos, al final los pagó un directivo. Aun así, salían jugadores»
El paso adelante es evidente, pero al final se trata de generar confianza y comodidad. Hace cuatro décadas fue Vicente Celeiro el que se vino a una de esas pensiones con 16 años. Luego le costó irse. «Yo era de una familia humilde, fue una mejora para mí. Vivía en la calle Olmos, me trataron de maravilla, estudiaba en la Academia Galicia, en la calle Riazor. Me acuerdo que aparcaba en San Andrés y llevaba a Fran y José Ramón en coche a entrenar. Estaba muy cómodo, solo me fui cuando me casé. De hecho, el día del gol al Racing, aún dormí allí», cuenta mientras ríe agradecido.
Recompensa y futuro
Eran otros tiempos que fueron el preludio de que el Dépor mudase en los 90 a todos sus jóvenes al Liceo y de que acabasen posteriormente en Santa Margarida, siempre dando pasos al frente con pioneros como los psicólogos Milagros Ezquerro o Macario Bravo. Ahora con el impulso de Joaquín Sorribas, responsable del área conductual y motivacional del club. «Con su llegada es como si nos hubiesen inyectado una batería extra», asegura Elkin agradecido.
"Me acuerdo que aparcaba en San Andrés y llevaba a Fran y José Ramón en coche a entrenar. Estaba muy cómodo en la pensión, solo me fui cuando me casé. De hecho, el día del gol al Racing, aún dormí allí»
En el medio del avance de los tiempos y de la dedicación diaria, hay una recompensa deportiva, que es ver llegar a esos jóvenes al primer equipo. También que lo hagan como personas formadas o, al menos, en progresión. Elkin se quedó un día sorprendido al escuchar a Yeremay: «Estaba en una sala hablando con un jugador de la importancia de estudiar, de que siguiese y, de repente, entró él por la puerta. Ya que estaba dentro, lo uní a la charla y fue él el que lo acabó convenciendo de que no debía dejarlo. Me di cuenta de que todas las veces que parecía que no te escuchaba, sí que lo hacía, que estaba dando pasos adelante».
El día a día consume, mientras el futuro aguarda con la residencia en el corazón de la ciudad. Las vibraciones son inmejorables, a su juicio. Es habitual ver por allí a Fernando Soriano o en el comedor a Ismael Arilla. «Suelo pasar a cenar una vez por semana, pero nunca les aviso del día que voy a ir. He sido profesor 16 años en un centro educativo y conozco bien la importancia que tiene estar cerca de estos chicos, generar vínculos, convivir con ellos cuando están alejados de sus familias...», refuerza el director de la cantera. Elkin siente esas interacciones más potenciadas que nunca: «Hay unas conexiones enormes. Desde el presidente a Michelle o Massimo, todos. Esos actos con la cantera... Es algo que se palpa, no solo por invertir en infraestructuras, es algo más».
- Este pueblo a media hora de A Coruña busca vecinos: ofrece trabajo y tiene las viviendas más baratas de la provincia
- El arquitecto técnico de Oleiros, en el juicio por el derribo de Casa Carnicero: 'Era imposible apuntalar, los muros se deshacían, había un riesgo elevadísimo
- Inditex inicia la cuenta atrás para abrir su centro logístico más moderno y sostenible
- Ryanair anuncia que no aceptará tarjetas de embarque en el móvil en estos tres aeropuertos
- El psiquiatra Enrique Rojas, experto en salud mental, sentencia a los infieles: 'El mejor amor se pierde si no se trabaja...
- Colesterol alto: los alimentos que debes eliminar y los mejores para controlar los niveles
- Yeremay no se mueve hasta el final de liga
- La fruta ideal para mayores de 50 años que mejora la memoria y controla el colesterol