Diego Gómez se hace mayor

En un Deportivo que salió al césped del Molinón con una constelación de jugones, Diego Gómez fue la estrella que más brilló en el firmamento blanquiazul. El jugador ourensano recuperó la titularidad en el costado derecho y, pese a la derrota a manos del Sporting, dejó una hora llena de esfuerzo y calidad. La asistencia a Barbero en el 2-1, un centro milimétrico que el ariete supo leer a la perfección, fue la guinda a la mejor actuación del canterano desde su incorporación al primer equipo en enero.

Entre dar continuidad a Herrera y foguear a Diego, Óscar Gilsanz dobló su apuesta por el canterano de Amoeiro. Ocupó la banda derecha en un centro del campo copado por la creatividad de Villares, Genreau, Soriano y Yeremay. El extremo asumió muy bien su rol en un exigente emparejamiento con un lateral curtido en mil batallas como Cote. No le tembló el pulso al encarar al veterano carrilero asturiano, ni tampoco a la hora de birlarle un balón sensible cerca del área que ni Zaka ni Yeremay pudieron convertir en el 1-1 en el primer tiempo.

Aun con el encuentro cuesta arriba, más con el 2-0 de los rojiblancos antes del descanso, Diego Gómez no perdió ni un ápice de actitud. Como fruto al esfuerzo surgió el gol, que nació en sus botas. Un centro sublime con la pierna izquierda que solo Barbero supo leer mucho mejor que Róber Pier y Maras para batir de primeras a Rubén Yáñez.

La actuación de Diego acabó ahí, por todo lo alto. Gilsanz le relevó de inmediato para dar entrada a Hugo Rama. Aunque la remontada nunca llegó, el Deportivo se va de Gijón con la certeza de que Diego Gómez se hizo un poquito más mayor.