Deportivo
Un año del día en el que Lucas tocó el cielo y liberó a Riazor del infierno
Aquel 12 de mayo se logró el ascenso a Segunda tras una temporada que empezó llena de obstáculos y dudas, y terminó con el equipo invicto en toda la segunda vuelta

Deportivo 1 - 0 Barcelona B: El Dépor gana y firma su ascenso a Segunda / Iago López

Suena a tiempo remoto. A vida pasada. A un pretérito que se esconde entre las sombras de la memoria. Pero solo ha transcurrido un año desde aquel minuto 57 en el que Lucas, con un zurdazo, colocó al Dépor por delante para asegurar el ascenso matemático. Dos jornadas antes. No había tiempo para más dramas. Tenía que ser allí, en Riazor, en casa. Ante un estadio a rebosar que disfrutó durante más de dos semanas de una fiesta infinita que nadie olvida. 365 días del momento cumbre en la última década, con años y años de sueños ataviados por montañas de fantasmas. Los dos descensos, Mallorca, rozar Segunda RFEF, Albacete, Castellón... Todo quedó en silencio. Aparcado en una esquina de la habitación. Aquel tanto ante el Barça B compensaba todas las desdichas. El Dépor estaba de vuelta.
Dicen las estadísticas que a aquel equipo invicto en la segunda vuelta le sobró tiempo. 36 jornadas bastaron para firmar la promoción y los datos no dejaron dudas: 78 puntos, ocho más que Nàstic y Barça Atlètic, el rival que más resistió el infernal ritmo de 2024. 22 victorias, 12 empates y solo cuatro derrotas. 64 goles a favor y 27 en contra. Cifras envidiables que engañan a quienes no vivieron un año lleno de altibajos, dudas e incertidumbre que se cobró por el camino varias figuras importantes para la entidad y dejaron deudas que quedaron a pagar meses después, cuando la felicidad, efímera en el fútbol, se apagó.

La fiesta de los jugadores del Deportivo y la afición, en la explanada de Riazor. / Carlos Pardellas / Germán Barreiros/Roller Agencia
Hay que retomarse a aquella frase de Rubén de la Barrera que copó las conversaciones durante meses para comprender desde dónde arrancó el cuadro coruñés. "Deportivista y gilipollas", anunció el extécnico. En su lugar llegó un Imanol Idiakez que aterrizó en un terreno pantanoso, movedizo. Su figura no convenció hasta que sus actos calaron en el corazón de la afición. Su nombre, como el de muchos otros protagonistas, acabó coreado por Riazor. Su personalidad, su forma de ser, no solo casaron con la templanza y el carácter local, sino que fueron la llave para convencer y unir a un vestuario que tocó fondo.
Fernando Soriano montó una plantilla envidiable en su primer verano al cargo. Todos los rivales la temían. El gasto iba acorde al objetivo: había que ascender sí o sí. Cuatro años eran suficientes. Idiakez tardó, pero poco a poco encontró su columna vertebral. La base sobre la que construir un proyecto ganador. Pablo Vázquez para dar seguridad defensiva; José Ángel y Villares para ordenar el talento; Balenziaga, Ximo y Martínez añadían la experiencia en las grandes citas. Y Lucas, tras una vuelta entera sin anotar, sostenía al equipo a base de asistencias, auspiciado por las dos grandes perlas de la casa. La respuesta a todas las dudas iniciales estaba en la cantera: Yeremay, que se perdió el inicio de curso por lesión, y David Mella, que tardó meses en aceptar que la élite le exigía algo más.
El Deportivo echó a volar. Tardó. Mucho. De aquella ilusionante prueba de talento en Lugo hasta la victoria ante la Ponferradina pasaron meses de dudas y preguntas. De frustraciones. Empates repetidos, actuaciones lejos de lo esperado en casa, lesiones... y una pesada mochila que terminaría por poner en duda todo lo imaginado en verano.

Más de 15.000 personas celebran en María Pita el ascenso con los jugadores del Deportivo / Carlos Pardellas
Irún fue el día D. Aunque hubo varios puntos importantes, el Deportivo tocó fondo en el Stadium Gal, tras perder 3-0 ante el Real Unión y dar una imagen terrible. El vestuario se dijo "las cosas a la cara", algo que todos los protagonistas han reconocido a lo largo de los meses posteriores. Pero todavía quedaría por delante un mes de diciembre en el que Imanol Idiakez se vio más fuera que dentro. Dos match ball. Dos victorias agónicas. Davo, héroe inesperado con un gol sobre la bocina ante el Barcelona y una delicatessen en Espiñedo permitió a Idiakez deshacer las maletas. Le había regalado una vida extra.
Yeremay y Mella fueron las piezas que encajaron el puzle. Aportaron el matiz diferencial que, sumado a las cifras de Lucas, los goles de Iván Barbero y Davo, y la seguridad defensiva y estructural, convirtieron al cuadro blanquiazul en un equipo intocable.
El Deportivo, que llegó a pasar unas horas en puestos de descenso, arrancó la segunda vuelta con 29 puntos y siete victorias. La cabeza, a 10; parecía una utopía. Pero tras la derrota en León, poco a poco el equipo despegó. Ponferrada y Vigo, con un triunfo crucial en Balaídos, marcaron el camino. Las goleadas ante Fuenlabrada, SD Logroñés, Tarazona, Osasuna B y Lugo lanzaron al equipo, que asaltó el liderato en la jornada 26, tras siete victorias consecutivas.

La fiesta de Cuatro Caminos / Iago López
Tarragona y el Sabadell de Óscar Cano sembraron las primeras dudas a un año inmejorable. No frenaron a un Deportivo que se permitió el lujo de no depender de Lucas Pérez, quien se perdió varios partidos por lesión. Cinco victorias y un empate después, el cuadro coruñés vivió su primer día de fe en Sestao. Y Lucas, desde los once metros, hizo creer en lo imposible. Aquel gol en Las Llanas, en un triunfo por la mínima, con el campo a rebosar de afición blanquiazul y piñas por todas partes permitieron al cuadro de Imanol Idiakez llegar al partido contra el Barça Atlètic dependiendo de sí mismo para ascender. Entonces, cuatro puntos separaban a ambas escuadras después de una carrera infernal, llena de nervios entre una escuadra que marcaba el paso y otra que no hacía más que apretar y acercarse.
12 de mayo de 2024. Riazor se conjuró para el día grande. La taquilla, cerrada desde varios días atrás. Con todo el papel vendido, la afición puso la primera piedra en una de esas cabalgatas por toda la ciudad que deja imágenes imposibles de explicar. Hay que estar entre la gente para entenderlo. Para sentirlo. Igual que para comprender la tensión que se palpó durante casi una hora de juego. Porque el Dépor, predestinado a tener un día grande tras tantas noches macabras, sufrió y sufrió hasta tocar el cielo.
Hicieron falta muchos milagros. Mucha fe. La de Lucas, para anotar ese gol que desde niño había soñado y cumplir un curso de película que cerró con 16 goles y 19 asistencias. La de Parreño, héroe en silencio que paró hasta lesionado. Y la de los 31.833 aficionados que vieron al Deportivo volver de entre los muertos, con más socios que nunca y la ciudad volcada como en los mejores tiempos.
Un año después, varios de aquellos héroes no están. El legado perdura. Ya sin Lucas, que siguió el camino de Álex Bergantiños, Ian Mackay o Idiakez, pero con la labor hecha: el Dépor volvió a Segunda. El primer paso antes de regresar a la élite, al lugar del que nunca debió salir y con el que la afición sueña con recuperar. Su presidente, Juan Carlos Escotet, comparte objetivo en un cambio de guion que sitúa al cuadro coruñés como uno de los proyectos emergentes más interesantes en el país.
- Venden una finca de 1.500m² con casa a reformar y en zona costera por menos de 50.000 euros: a 1 hora de A Coruña
- Víctor Elías se abre en canal y explica por qué decidió denunciar a su madre: 'No aguantaba más
- La mitad de los españoles tiene déficit de vitamina D: síntomas y qué comer para evitarlo
- Rescatado el cuerpo de una mujer en el puerto de Sada
- El Deportivo quiere recuperar a Jairo Noriega
- Manu Ferreiro y el Deportivo, en sintonía para renovar su contrato
- El restaurante estaba cerrado por descanso y le dejaron una de las notas más desconsideradas jamás vistas
- Pablo Isla: “No ser conformistas se lo he oído decir muchas veces a Amancio Ortega”
Premios Fundación Banco Sabadell: dos décadas impulsando talento y ciencia desde la emoción
