Fútbol | Deportivo

Filipe Luis, las cenas en Londres y las videoconferencias con Lotina en Japón

El Mundial de Clubes está sirviendo para revelar el potencial sudamericano y de técnicos emergentes, que son también caras conocidas. El brasileño, con las botas colgadas y aún calientes, maravilló con su Flamengo ante el Chelsea. Lotina, su extécnico y mentor, desgrana la historia de la pasión del brasileño

Filipe, con Lotina de fondo. |  Carlos Pardellas

Filipe, con Lotina de fondo. | Carlos Pardellas

Carlos Miranda

Carlos Miranda

A Coruña

«Pasé yo más nervios que él. Cuando llegó al vestuario, el primer mensaje que debía tener era el mío». Lotina, recién llegado a Bilbao desde Logroño, aún se muestra inquieto después de que uno de sus discípulos, Filipe Luis, mostrase sus dotes de entrenador en esa victoria de enjundia con el Flamengo ante el Chelsea. El técnico de Meñaka fue el que le enseñó hace dos décadas a defender y a convertirse en un lateral total, y ha sido en los últimos tiempos un mentor en su transición del terreno de juego al banquillo. Fueron muchas cenas, muchas charlas, también momentos de compartir información y de calmarle. «Nuestra amistad ha pasado por dos fases», tercia Lotina. «Primero fue mi jugador en el Dépor, se va al Atlético y nos perdemos la pista. Pero ese año que está en el Chelsea, se hace muy amigo de mi hijo, que estaba allí trabajando. Yo voy mucho y retomamos la relación. Siempre íbamos a verlo jugar con entradas que nos daba él. Cenábamos en su casa. Era una relación diferente. Y desde ahí no la dejamos», reafirma.

Filipe Luis, a la derecha, en el Mundial de Clubes. |  Agencias

Filipe Luis, a la derecha, en el Mundial de Clubes. | Agencias

«Cuando yo estaba entrenando en Japón, muchas veces hacíamos videoconferencias para hablar», cuenta el míster, que revela cómo alentaba y reajustaba esa inquietud imparable que ya había germinado en el brasileño. «Él ya me decía que tenía mucha ilusión por entrenar, estaba ansioso por empezar. Yo le intentaba tranquilizar. Me acuerdo que me decía: ‘Míster, tengo muchas ideas, pero no sé si voy a saber plasmarlas todas’. Yo le calmaba diciéndole que tenía muchísima experiencia y que lo iba a hacer bien. Él tuvo grandes entrenadores como Simeone o Mourinho, pero me decía que le mandase charlas y entrenamientos que hacía yo en Japón», relata orgulloso.

Son los contactos más recientes de una relación que nació en 2007 cuando él llegó al banquillo del Dépor y el club coruñés dudaba si renovar la cesión de ese lateral que atacaba como pocos, pero que no era capaz de cerrar su banda. «Lendoiro no lo tenía muy claro, decía que le gustaba, pero quería que lo viese yo. Hablé con Caparrós y me dijo que tenía mucho potencial, pero que defensivamente...», cuenta antes de reparar en un detalle que empezaba a anunciar de manera tenue lo que es hoy Filipe: «Entonces me sorprendió que cogió muy rápido los conceptos defensivos que le enseñé, en nada; eso le hizo tener una carrera tremenda, claro, porque ofensivamente era un animal y físicamente era un animal», sentencia.

No era solo un gran futbolista, era un gran compañero que conectaba con el vestuario, que dejaba huella, algo básico para hoy en día gestionar grupos. «Yo no lo conocía y el primer día que lo vi llegó para una cena en pretemporada en Vilalba. Todos los que habían coincidido con él el año anterior en el Dépor dejaron de comer, se levantaron de la mesa y se fueron a abrazarlo. Todos. Sinceramente no había visto algo igual en mi vida», relata de una de tantas anécdotas que le hacían especial. Ni siquiera cuando se marchaba dejaba de olvidar dónde había estado.

«Cuando jugábamos en Madrid, él ya estaba en el Atlético, pero se venía a nuestro hotel de concentración para jugar partidas de pocha con los que habían sido sus compañeros. Siempre ha sido alguien muy detallista», confiesa. Más allá de lo que muestren sus equipos sobre el césped, haber estado con los más grandes, esos gestos y esa empatía le van ayudar en su nueva faceta. «Para mí es importante para saber llevar el vestuario. El jugador, seas Lotina, Mourinho o Simeone, sabe cuándo su entrenador se equivoca y cuándo acierta. Filipe ha estado en vestuarios importantes y esa es una ventaja enorme, sabe por dónde tiene que ir», asegura.

«Este Flamengo es un equipo muy moderno, muy moderno. Con la salida de balón desde atrás, con una presión alta», desgrana Lotina, maravillado con las hechuras de un conjunto y de un entrenador que lleva únicamente «un año y tres meses en la élite». «Ha sido todo rapidísimo, porque llega al sub 17, sube al sub 20 y luego al primer equipo. Más que este Mundial de Clubes, le marcará si gana la liga en Brasil y va primero», cuenta de un entrenador al que es difícil adivinarle techo. «Tiene mucha inquietudes, tiene experiencia y habla perfectamente español e inglés. Se le abrirán las puertas de La Liga y la Premier League en algún momento, eso seguro», sentencia.

Tampoco es alguien que sucumba fácil a la presión inherente al cargo. Ha jugado al más alto nivel en Europa y convive con lo que es Brasil. «Allí hay más que aquí. Siempre me decía de broma que en el Flamengo nunca podía salir a la calle. Cuando ganaban, porque les agobiaban, y cuando perdían, por lo mismo», cuenta y se ríe. Una pasión con la que sabe convivir un técnico, Filipe Luis, que ha arrancado como un cohete su carrera.

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