Fútbol | Deportivo
¿Por qué el Deportivo puede rechazar 35 millones por Yeremay?
La entrada de Abanca impulsó el cambio en un club que, en pocos años, ha pasado de protagonizar el mayor concurso de la historia del fútbol español a tener deuda cero y contar con 35 millones en caja para reformar Abegondo y Riazor

Yeremay celebra su gol al Le Havre en el pasado Teresa Herrera. | Iago López/Roller Agencia

Hay una pregunta que sobrevuela todo el fútbol español y parte del portugués. ¿Cómo es posible que un club que protagonizó el mayor concurso de acreedores del fútbol español y que se pasó cuatro años en una categoría deficitaria como la Primera RFEF sea ahora capaz de rechazar ofertas millonarias, cuando en Primera casi cualquier equipo vende a sus estrellas por migajas para poder inscribir jugadores en LaLiga? El Dépor ha pasado en un tiempo récord de ser un enfermo terminal con respiración asistida a gozar de una salud envidiable. Todo se debe a una tormenta perfecta en la que Abanca, ahora máximo accionista, se vio en medio y ante la que decidió dar un rotundo paso al frente. Primero como sustento y después como saneador e inversor. Así, aquel club con «telarañas» en la caja fuerte que se encontró Tino Fernández es ahora una entidad sin deuda, que acaba de rechazar una oferta de 30 millones más cinco en variables por Yeremay y que invertirá 40 en Abegondo y otros cinco en Riazor. Todo por la apuesta económica de la entidad que preside Juan Carlos Escotet y por la decisión posterior de no debilitar un proyecto que pretende llevar a Primera División y a cruzar los Pirineos. Él mismo lo ha llegado a verbalizar.
Todo comenzó un 29 de junio de 2017. Ese fue el día en que Tino Fernández y el hoy presidente del Dépor, Juan Carlos Escotet, que en aquel acto ejercía como máximo responsable de Abanca, se sentaron en un salón de la rúa Nova para anunciar que la entidad bancaria le concedía un crédito de 45 millones al club para cancelar la deuda privilegiada que mantenía con Hacienda tras el concurso de 2014. El Dépor respiraba y creía poder asentarse en Primera y aspirar a altas cotas. Pero malas decisiones deportivas le llevaron a Segunda en 2018 y a Segunda B en 2020. Unos meses antes, Abanca quiso evitar la caída del fútbol profesional y le concedió otro crédito de 5 millones que capitalizó en acciones y que ya le convirtió en el máximo accionista de un club que dejaba atrás, definitivamente, la era del capitalismo popular y de la atomización de su accionariado, algo que le convertía en una entidad peculiar en el fútbol español.
El equipo cayó al fútbol profesional en 2020 y Abanca ya empezó a entrar en la gestión de un Dépor al que sostenía en Segunda B y luego en Primera RFEF, porque se convirtió en un club deficitario. La sangría duró hasta 2024 con su máximo accionista cada vez más involucrado en profesionalizar la entidad y en ser sustento económico. Llegó a concederle al Dépor un crédito participativo de unos 12 millones para sufragar las pérdidas de entonces. Ya en los meses previos a un hipotético ascenso a Segunda, que se acabó produciendo el 12 de mayo, fue preparando el camino para cerrar el concurso de acreedores. Primero ofreció un plan de pago con quita para liquidar ya cantidades a cobrar a partir de 2031 y 2048. Fue aceptado, lo solicitó al juzgado y, mientras esperaba la aprobación, Abanca volvió a concederle otro crédito participativo de 17 millones para tener dinero en caja para afrontar la operación antes del 1 de julio, momento en el que entraría en el fútbol profesional y en el que no podía estar en causa de disolución.
De manera paralela, a las pocas horas de ascender, anunció una junta en la que aprobaría una reducción y una posterior ampliación de capital por la que condonaba y canjeaba por acciones los 70 millones que el Dépor le debía a Abanca y, de paso, le inyectaba unos 35 millones para afrontar las reformas de Abegondo y Riazor y para tener más músculo en el límite salarial. En un abrir y cerrar de ojos, su deuda había pasado a cero e incluso contaba con remanente de tesorería. Abanca reafirmaba, además, su condición de máximo accionista (99,7%). Meses más tarde, se acogió al programa CVC. Esta salud económica y la precaución en los gastos le han permitido no tener problemas con las inscripciones y poder rechazar ofertas de ese estilo por Yeremay, al que también han mimado personalmente para que no fuerce su salida.
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