El dueño de Oriván, solo ante la Justicia
Ex socios del propietario de la constructora arteixana rompieron sus alianzas el año pasado y niegan su vinculación con el entramado de empresas con sede en la travesía de Pastoriza
Lui Costas | A Coruña
“No quiero que mi nombre salga al lado de alguien que no paga”. Quien así habla es hijo de otro empresario que fue socio del constructor en el pasado y con el que niega cualquier vinculación después de que Oriván se haya hecho famosa por cerrar con unas deudas de 2 millones de euros.
Orlando Porteiro Varela es un constructor muy conocido en la comarca de Bergantiños. Un hombre hecho a sí mismo que empezó como un empleado más del sector y acabó por montar un pequeño imperio a partir de una empresa de forjados para la edificación. El propietario de Edificaciones Oriván fue uno de los muchos que se subió a la burbuja inmobiliaria y creció a un ritmo récord hasta que un día dejó de pagar a sus proveedores, a sus empleados y el imperio que había creado en el número 56 de la travesía de Pastoriza cedió bajo sus pies.
En el juzgado de lo Mercantil crecen incesantemente las reclamaciones de acreedores, sobre todo desde que LA OPINIÓN adelantó la existencia de un concurso de acreedores —antigua suspensión de pagos— promovido por los proveedores que Oriván dejó en la estacada. También aumentan los escritos de los juzgados de lo social, que informan de las cuentas pendientes que Orlando Porteiro tiene con sus ex empleados.
A nombre del dueño de la constructora arteixana y en el mismo domicilio social figuran seis sociedades distintas con un único administrador. Y es que Orlando Porteiro llegó a embarcar a otras personas en sus aventuras empresariales, pero todas abandonaron el barco en los primeros meses de 2008, cuando muchos de los 300 trabajadores que tenía Oriván llevaban más de un mes sin cobrar. Hasta Porteiro Varela abandonó el local de travesía de Pastoriza y dejó al centenar de proveedores con los que tenía deudas sin una puerta a la que llamar.
Antonio Rodríguez Díaz, el propietario de Almacenes de Ferretería Roma, en Carballo, es uno de los ex socios del constructor. “Yo no tengo nada que ver con él. Sólo le vendí un solar y me dejó una deuda de 408.688 euros. Como vi que no pagaba no quise nada más con él”, asegura. Sin embargo, Rodríguez admite que él y Porteiro fundaron una sociedad, Roma & Porteiro, con la que finalmente se quedó él. “Las deudas que tiene son grandes, pero conmigo ya arregló. Le debe mucho a los bancos”, asegura. Las dos empresas que el dueño de Oriván tenía con otros administradores —Roma & Porteiro y Novoa & Porteiro— modificaron sus estatutos el año pasado, cuando Oriván cesó la actividad, para evitar que otros fuesen salpicados por sus deudas. Antonio Rodríguez atribuye la caída de Oriván a la mala administración que hizo Porteiro.
El dueño de Oriván solía circular por la comarca al volante de coches de alta gama, es poco amigo de las formalidades de los negocios y durante años tiró de los pagarés como medio de pago, incluso hasta para sufragar sus momentos de ocio. En aquellos días en los que se podía permitir el lujo de gastar sin límite a Orlando Porteiro solía vérsele con otros empresarios del sector, también hechos a sí mismos que ahora optan por alejarse del escándalo.
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