El empresariado coruñés se dio ayer un baño de autoestima. La Confederación de Empresarios de A Coruña no pudo escoger mejor momento -cuando la crisis parece estar a punto de tocar fondo y llevarse muchos negocios por delante- para sacar a la luz un volumen que recoge la trayectoria de las 25 empresas coruñesas que más se han destacado en los últimos dos siglos. Desde el Banco Etcheverría a Inditex, el libro Construyendo empresas. La trayectoria de los emprendedores coruñeses en perspectiva histórica (1717-2006) recoge el devenir de 25 sociedades que dejaron huella.

Los herederos y algunos todavía gestores de estos grandes imperios locales aplaudieron ayer las alabanzas que dirigió a sus sagas el coordinador de la publicación, Luis Alonso Álvarez, quien presentó el trabajo como una demostración de que Galicia "ha contado y cuenta con un importante factor empresarial" y con emprendedores capaces de competir y ganar terreno en el exterior, aunque muchas veces no lo sepan . "Es significativa la baja autoestima que existe entre las empresas y hay que acabar con ello. Hay compañías que no salen a competir fuera por esta baja autoestima y otras más pequeñas que vienen del exterior nos venden sus productos", resumió.

Los dos volúmenes del libro recogen la investigación desarrollada por tres miembros del Grupo de Historia de la Empresa de la Universidade de A Coruña. Luis Alonso, Elvira Lindoso Tato y Margarita Vilar Rodríguez dedicaron el último año a visitar empresas y archivos y a bucear en el histórico de Hacienda o en el registro mercantil -donde les pusieron un despacho y llegaron a confundirles con administrativos de la oficina- para escribir una historia que estaba pendiente de recuperar; el origen, desarrollo y muerte -en una mínima parte de los casos- de referentes industriales coruñeses como Maderas Cervigón, Sociedad Coruñesa de Urbanización, La Hispania o La Artística.

El libro descubre algunas sorpresas que poca gente -sólo una parte de los herederos- conoce sobre la historia de algunas de estas 25 empresas, como por ejemplo que la primitiva Elaborados Metálicos SA (Emesa) -la que actualmente existe en Coirós es sólo una parte de lo que fue la compañía inicial con sede en A Grela- surgió de la necesidad de otra gran empresa; Fenosa. La idea de constituir un negocio de fundición y fabricación de ferralla nació en 1958, cuando la eléctrica construía las grandes centrales en el Miño y el Sil para aprovechamiento energético y constató que no existían en el mercado puntas de la envergadura necesaria para las labores de encofrado asociadas a la obra. El grupo de emprendedores que se embarcó en la aventura tuvo que aprovechar sus contactos con el régimen de Franco -instalado entonces en la autarquía- para introducir en España con medias verdades un horno inglés para fundir metal. De aquella fábrica que duró hasta los setenta sólo queda una parte en Coirós, dedicada a la elaboración de estructuras metálicas empleadas hoy en la estación de tren de Lieja (Bélgica) y en la T4 del aeropuerto de Barajas.

Hasta los propios investigadores se sorprendieron al descubrir que aún existe el edificio de la fábrica de lámparas Iria, en Padrón, una sociedad que aún consta en el registro mercantil, aunque no tiene actividad. Su fundador fue Estanislao Pérez Artime, un industrial de Padrón aficionado a la fotografía que dejó un legado en imágenes históricas del municipio. Tanis de la Riva, como le conocían, fue uno de los mejores amigos de Valle Inclán y financió parte de su obra. En 1929 constituyó Iria, una empresa que se inició en la fabricación de lámparas al mismo tiempo que otras lo hacían en Estados Unidos o el norte de Europa y que vendía su producción dentro y fuera de Galicia.

Otro de los datos inéditos que recoge el libro es que Rubine e Hijos no sólo se dedicó al negocio bancario y la consignación de buques que la ha hecho pervivir hasta hoy. La naviera también fabricó chocolates que vendía exclusivamente en Cuba.

También el holding de los hermanos Núñez, en Betanzos, hizo historia después de que sus creadores hiciesen las Américas en 1850 y regresasen a su municipio natal con un capital que les permitió crear un negocio de venta mayorista y minorista de cereal y tejidos que luego ampliaron con una ferretería (El Caballo), mercería y hasta con una fábrica de chocolates. "Hay mucha gente que no sabe -explicó ayer Luis Alonso- la gran importancia que tuvo el grupo Núñez porque desapareció, pero aparte de banca y comercio, también crearon una industria química; Fabricaban crecepelo para el Ejército y se vendía en Marruecos".

Las explicaciones de Luis Alonso, que ejerció de portavoz de los autores en la presentación a la que acudieron decenas de representantes del empresariado coruñés generaron muchas sonrisas cómplices, asentimientos y en episodios como el anterior, una carcajada general.

Una de las cuestiones que deja clara la obra es que parte de los emprendedores que fundaron empresas de hace dos siglos tuvieron claro desde el principio que la diversificación de la actividad era una oportunidad de negocio, aunque muchos de ellos ni siquiera lo hiciesen por estrategia empresarial. Una de las cuestiones que más sorprendió a los autores del libro fue descubrir que entre los fundadores de las empresas predominaba un mismo perfil : "Los fundadores, que fueron los que más se esforzaron eran gente generalmente con no demasiada cultura pero con una fuerza empresarial importantísima. Hay algún empresario mayor que todavía hoy recorre la compañía para echar alguna bronca o felicitar a sus empleados", comentó el autor antes de lanzar algunas recomendaciones. "Contratar a un ejecutivo joven puede no ser tan barato porque con el ejecutivo que se jubila, se pierde mucha información", advirtió. A Luis Alonso le recogió el guante el decano de los empresarios que llenaron el salon de actos de la Confederación de Empresarios de A Coruña. Javier Etcheverría de la Muela, presidente del consejo de administración del Banco Etcheverría, quien agradeció los piropos dedicados a las empresas y los contrapuso con una realidad, en su opinión, bien distinta. "Se nos dice que en Galicia no ha habido empresarios dignos de destacar en nuestra tierra. Debiéramos preguntarnos si en todos estos años los gobernantes han sido eficaces en el desarrollo de estas capacidades, pero éste no es lugar ni momento de hablar de esto", dijo, ante lo que el alcalde, Javier Losada, que asistía al discurso con gesto serio, dibujó una sonrisa. Y Etcheverría barrió un poco más para casa: "Los empresarios son piezas fundamentales del desarrollo de los pueblos".

Y tras el reconocimiento y el baño de autoestima, tomó la palabra el alcalde para reivindicar la investigación histórica que se acababa de presentar como un antídoto contra la crisis. "Ésta es una oportunidad de aprender cómo superaron estos empresarios las crisis, que siempre las ha habido", dijo.

Pero fue el presidente de los empresarios coruñeses quien dio en el clavo del pasado y presente industrial de A Coruña cuando tras recordar a las grandes empresas de la provincia admitió: "Hoy asistimos con desazón a la creación de numerosas pymes que se ahogan ante su escasa capacidad económica".